Para
limpiar tu alma de pecado
A mis amigos y
hermanos:
¡Shalom!
El Eterno, es nuestro Creador y nuestro
perpetuo Compañero.
Él nos conoce tan íntimamente que sabe incluso aquellas cosas nuestras que
desconocemos.
Sin dudas que Él nos conoce como propensos al pecado y el error, y así quedó
demostrado cuando el inspirado Kohelet predicó:
"Ciertamente
no hay persona justa en la tierra que haga lo bueno y no peque."
(Kohelet / Predicador 7:20)
El Padre celestial, que
es siempre Justo y Bondadoso, nos ha provisto de herramientas para:
Pues, de no haberlo hecho, ¿podría ser Él
Justo y Bondadoso?
Así pues, veamos qué nos dice Él que usemos como instrumentos para no caer
por el pecado, y que usar para retornar a la Senda Buena.
¿Qué nos ha dado el
Padre para no caer en pecados?
Veamos que nos dice Su Palabra, trasmitida a través del príncipe de los
profetas:
"Pondréis
por obra Mis decretos y guardaréis Mis estatutos para andar en ellos. Yo
soy el Eterno vuestro Elokim.
Por tanto, guardaréis Mis estatutos y Mis decretos, los cuales la
persona que los cumpla, por ellos vivirá. Yo soy el Eterno."
(Vaikrá / Levítico 18:4-5)
Es una respuesta muy clara,
que no precisa de ninguna explicación ni filosofía.
¿Quieres una verdadera vida, te pregunta Dios?
Entonces, te responde Dios: ¡cumple con los mandamientos que Yo te
ordeno!
Y para conocer estos mandamientos, y para cumplirlos correctamente, es
menester que dediques algún tiempo para el estudio concienzudo de la Torá,
de aquello que te corresponde para hacerte hábil en el cumplimento de los
mandamientos.
Como verás, Él te ha dado de
una herramientas insustituible para no caer en pecado.
Está en ti la responsabilidad de hacer caso a Dios, o de seguir haciendo
caso a doctrinas que apartan a la persona de Él.
Debes saber que cada uno es
responsable de sus propias acciones.
Nada, absolutamente nada, ni nadie puede redimirte, limpiarte por tus
erróneas o pecaminosas acciones.
Tal como aprendemos de las palabras de Dios a través de su profeta
verdadero:
"El
alma que peca, ésa morirá. El hijo no cargará con el pecado del padre,
ni el padre cargará con el pecado del hijo. La justicia del justo será
sobre él, y la injusticia del pecador será sobre él."
(Iejezkel / Ezequiel 18:20)
¿Has visto?
Ni siquiera tu hijo, ni siquiera tu padre, nadie puede hacerse cargo de lo
que tú eres el único responsable: tus acciones.
Pero, también has visto en este versículo que así como el pecador es el
responsable de su pecado, la justicia del justo es lo que está
protegiéndolo, dándole paz, tranquilidad y salvación.
Por tanto, te das cuenta que: solamente tus propias acciones te pueden
redimir.
¿Cuáles acciones te pueden
redimir?
Atiende a las palabras del gran profeta:
"¿Con
qué me presentaré al Eterno y me postraré ante el Elokim Altísimo?
¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año?
¿Aceptará el Eterno millares de carneros o miles de arroyos de aceite?
¿Daré a mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mi vientre por el
pecado de mi alma?
[¡NO, nada de eso!]
¡Oh hombre, Dios te ha declarado lo que es bueno!
¿Qué requiere de ti el Eterno?
Solamente hacer justicia, amar misericordia y caminar humildemente con
tu Elokim."
(Mijá / Miqueas 6:6-8)
¿Has comprendido?
Dios no te pide sacrificios, de ninguna especie.
A Dios no le agrada la sangre derramada de las ofrendas o los sacrificios.
Dios no reclama que haya "intermediarios", ni "santos", ni "hijos" para
sanar tu alma del pecado.
A Dios no le interesa ni siquiera que sangre humana sea vertida para
remisión de pecados. ¡Ni siquiera la sangre del hijo primogénito!
Está ahí escrito, lo puedes ver y comprobar.
Dios no quiere ni pide nada de eso.
Él te ha dicho lo que es bueno, lo que a Él agrada y lo que purga tu alma de
los males del pecado.
Eso que te libera del pecado es:
Si has pecado, no
pienses que será con sangre, sacrificios, fe en salvadores o cualquier otra
cosa similar que podrás limpiar tu alma.
Ni siquiera con encerrarte en ti mismo y pedir perdón a Dios, sin más.
Eso no es lo que a Dios agrada o Él te demanda.
Limpiarás tu alma siguiendo el siguiente proceso en todas sus partes:
-
Haciendo justicia,
es decir, reconociendo tu error o pecado y admitiendo que eso que has
hecho es incorrecto y te ha lastimado el alma, así como quizás ha herido
a alguna persona u objeto (y tu cercanía con Dios). Cuando reconoces y
admites tu mal acto, debes ir al perjudicado y pedirle perdón,
declarando específicamente cual fue tu acto deplorable y recién luego
tienes derecho a pedir también de Dios el perdón por este pecado.
Si el pecado ha sido en tu relación con Dios, es a Él a quien debes
pedir perdón.
-
Continuarás
limpiando tu alma cuando luego actúes con misericordia hacia el que ha
sido afectado por tu acto erróneo. Esto quiere decir actuar de tal
manera de rectificar tu conducta anterior. Si has robado, devuelves y
pagas por los perjuicios; si has insultado, te esmeras en honrar; si has
cometido idolatría, apartas toda la idolatría de tu vida y te dedicas a
servir al Eterno; etc.
-
Finalmente, te has
de comprometer con auténtica sinceridad a tratar de no volver a cometer
el acto erróneo o pecaminoso, y deberás hacer todo tu esfuerzo para
cumplir con este compromiso.
Es éste el proceso que
te limpia del pecado.
¡Recuérdalo!
Es palabra de Dios, no de hombres.
Si encuentras que estás
débil como para caminar todo este camino de arrepentimiento, entonces
memoriza y repite las palabras del inspirado salmista:
"Yo
dije: 'oh Eterno, ten misericordia de mí; sana mi alma, porque contra Ti
he pecado.'"
(Tehilim / Salmos 41:5)
Esto es para que pidas
del Padre fuerzas para que puedas hacerte cargo de tus actos erróneos, y
entonces cuando estés listo recorras el camino para limpiar tu alma que
hemos descrito más arriba.
Y nunca desesperes, ni
aún sintiéndote en la más profunda lejanía de Dios, pues Él está cerca de
los que le llaman sinceramente, pues Él es tu Padre celestial que nunca te
abandona:
"Al Eterno he puesto
siempre delante de mí; porque está a mi mano derecha, no
seré movido."
(Tehilim / Salmos 16:8) |
Mi querido amigo y alumno, que nadie te haga caminar por caminos ajenos a la
Verdad.
Que nadie te quiera infundir miedo o te amenace con falsas doctrinas de
"salvación por fe en Cristo", o por "la sangre derramada del Cordero"; pues
eso no es "bíblico", no es lo que Dios quiere de ti.
Recuérdalo por favor.
Un gran abrazo a todos mis
hermanos noájidas que a pesar de las dificultades aman intensamente a Dios y
desean servirLo y por tanto aman a su prójimo y le ayudan.
Shalom, cuídense y gocen de lo
permitido
Moré Yehuda Ribco
PD: si te quieres comunicar conmigo, hazlo a
carta@serjudio.com
¡EVENTO
INELUDIBLE! - Para Abrazar La Vida
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