Moshé comparte con Maduro solo la M

Alguien me protestó ayer con el asunto de Koraj, diciendo que lo hecho por Moshé y Aarón era propio de dictadores, como el perverso Maduro de Venezuela. Eso de silenciar a la disidencia, acabar con la oposición y cosas por el estilo. Porque, seguramente que Koraj y su gente estaban representando un sentir popular, una voz silenciosa del pueblo que encontró expresión a través de ellos. Por tanto, algo malo estaba incubándose en el seno del pueblo de Israel y en vez de descubrirlo y solucionarlo, lo que ocurrió empeoró la cuestión y de hecho es un síntoma de aquello que precisamente estaba oculto y en las sombras atormentando el corazón del pueblo.

Esta visión tan modernosa, tan “políticamente correcta”, tan populista, tan linda en los papeles, tan cautivante y que gana admiradores y aplausos, rápidamente se destroza ante la evidencia más simple.
Queda todo en nada, o en realidad, en las mentiras que se dicen para conquistar adhesiones y llevar por el mal camino.
Digamos, tal y como hiciera en su momento Koraj.
Otro que aprovechaba la liviandad del discurso, la habilidad para armar frases arrobadoras, el carisma del líder demagogo, y con ello acarreaba a las masas poco pensantes y faltas de guía firme.
Entonces, provocaba grandes distorsiones, trastocaba el orden correcto, con la intención de imponer su propia visión distorsionada de las cosas y con ello obtener ventajas injustas.

Como la historia ya la conté y expliqué muchas veces, no lo volveré a hacer.
Te dejo un link para que encuentres decenas de textos al respecto: https://serjudio.com/category/tora/bemidbar/05koraj.

Lo qué haremos ahora será desarmar esta farsa de que Koraj y su gente eran nobles representantes de santos intereses del pueblo; para poner las cosas en su justo lugar.
Comencemos por el principio.

El rol de Moshé como líder político y espiritual de Israel no lo escogió él, ¡ni siquiera lo quería!
Fue Dios quien le OBLIGÓ a asumirlo, ¡a la fuerza!
Moshé rehusó varias veces el cargo, pero fue el Jefe quien no le dio opción sino tan solo acatar y asumir el papel.

La función como Cohén Gadol de Aarón, hermano de Moshé, tampoco fue por decisión personal, ni suya ni de Moshé.
También en este caso fue Dios el que eso decidió.

Seguramente que ambos hermanos tenían cualidades que les hacían los mejores para esos trabajos tan encumbrados.
Si el Eterno hubiese querido a otro, otro hubiese estado.
Pero fue Él el elector.

Por tanto, todas las quejas que tuviera la patota de Koraj debieran ser ante el Eterno, no ante Moshé o Aarón.
Sin embargo:

«Ellos se juntaron contra Moshé [Moisés] y contra Aarón,»
(Bemidbar/Números 16:3)

Fueron en barra, como una masa organizada para la revuelta y pretendieron imponerse por la fuerza.
No estaban en plan de diálogo, menos aun como humildes personas pidiendo orientación ante algo que les parecía injusto.
Su actitud era de confrontación, no de conversación saludable.
Así pues, ya con este pedacito del versículo se desmonta por completo lo que la persona esa estaba exponiendo: no eran votantes defraudados por un político corrupto, sino rebeldes queriendo romper los esquemas sanamente establecidos para obtener sus propios beneficios egoístas: poder, renombre, venganza, satisfacción.

Pero, sigamos desarmando el planteo erróneo.
Atendamos un poquito más al texto sagrado:

«Ellos se juntaron contra Moshé [Moisés] y contra Aarón, y les dijeron: –¡Basta ya de vosotros!»
(Bemidbar/Números 16:3)

Donde está escrito “les dijeron”, en el original leemos VAIOMERÚ.
En la Torá cuando se usa el verbo LEEMOR, es con la intención de alguien que dice y no espera respuesta.
Como cuando un rey da una orden al súbdito, o en aquella época el amo al esclavo.
No es el verbo que se usa para el intercambio de información, ni para el diálogo entre pares, sino el de la imposición.
Por tanto, los amontonados de Koraj que vinieron agrupados a reclamar, no estaban requiriendo abrir una mesa de negociación, o planteaban una revisión de la estructura de poder del poder; por el contario, estaban demandando el completo e inmediato cese de funciones de los líderes del pueblo para ser reemplazados por… ellos.
Aquel que comparó esto con una dictadura, con el asesino de Maduro por ejemplo, bien lejos está de la realidad, ¿no?

Pero, sigamos, porque la Torá nos sigue dando datos:

«Cuando Moshé [Moisés] lo oyó, se postró sobre su rostro»
(Bemidbar/Números 16:4)

Pues… no parece la respuesta del dictador bananero, sino más bien el quebranto de ánimo de un padre amoroso cuando el hijo revoltoso irrumpe sin control y con finalidad destructiva.
¿Cómo reaccionar?
Seguramente que no con violencia, ni retrucando, ni pretendiendo agredir para vencer la agresión.
Por ello, cae sobre su rostro.
Sea por el dolor del alma, o para darse tiempo para pensar, o para llorar, o para ocultar su amargura; como sea, lejos está la reacción de la violencia del dictador.

Además, el verbo “oyó”, aquí es VAISHMÁ.
Éste es usado para la acción de prestar suma atención, compenetrarse con el mensaje, tratar de encontrar su sentido y ver cómo llevarlo a la práctica. Se lo asocia con MISHMAAT, que es la obediencia, como cuando el soldado debe seguir las órdenes de sus superiores.
Entonces, lejos está Moshé de tomar a la ligera el planteo, ni es para él algo banal.
Lo considera con detención, lo estudia, lo integra a su pensamiento para encontrar qué dice, qué quiere decir, qué se puede hacer con él, etc.
No sé qué pasa por la mente (si la tiene) de Maduro, pero no creo que esté muy interesado en analizar las propuestas del pueblo angustiado por su maldad… ¿o sí?

Pero, hay más:

«y habló a Koraj [Coré] y a todo su grupo, diciendo»
(Bemidbar/Números 16:5)

Este “habló” de Moshé está escrito como VAIDABER, éste verbo se emplea cuando lo que se expresa es templado, cuidadoso, suave.
No es la palabra dura del LEEMOR.
Es decir, Moshé no responde a la violencia de Koraj y su gente con violencia, sino que modera su discurso y lo emite de manera amable, contemplativa, buscando el entendimiento.

¿Y qué es lo que propone?
Lo único que es posible y obvio:

«el Eterno dará a conocer mañana por la mañana a los que son Suyos. A quien sea santo lo hará que se acerque a Él, y a quien escoja lo hará que se acerque a Él.»
(Bemidbar/Números 16:5)

Porque, como dijimos, la elección de estos roles corría a cargo de Dios, de nadie más.
Aunque Moshé dimitiera y Aarón renunciara, igualmente las funciones que ellos cumplían eran decisión de Dios y no de hombres.
Por tanto, que fuera Dios el que nuevamente dejara en claro a quien escogía.

Moshé no buscó imponerse ni acallar la petición de los oponentes.
Aunque este pedido fuera destemplado y fuera de foco, igualmente Moshé estaba invitando al diálogo, a la cooperación, a entenderse y no disputar sin sentido.
Sin embargo, del otro lado encontró más violencia.
Por lo cual, que sucediera lo que tuviera que suceder.

Y eso pasó.