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     Shalom,  
    gracias por escribirme. 
    Gracias por sus elogios, es un inmerecido 
    honor que me hace. 
    Cuando el Eterno dotó a la persona con 
    inteligencia, 
    lo hizo para que principalmente la empleemos para avanzar en el camino de lo 
    que es bueno. 
    Tener la capacidad intelectual 
    (Mishlei / Proverbios 9:6) para reconocer la mano de 
    Dios detrás de cada acontecimiento, es un exquisito método de alguien devoto 
    y reverente del Eterno (Mishlei / Proverbios 3:6). 
    Sin embargo, no olvidemos que el sabio de 
    todos los sabios, el rey Shelomó, enseñó con claridad: 
    
    "Confía en el Eterno con todo tu corazón, 
    y no te apoyes en tu propia inteligencia." 
    (Mishlei / Proverbios 3:5) 
     
    ¡¿Cómo es esto?! 
    ¿El más sabio y filosófico de todos los hombres (desde el 
    comienzo del mundo hasta su posteridad) duda del poder de la 
    inteligencia humana? 
    Él, que conocía la solución a secretos que hasta su existencia es secreta 
    para el resto de los mortales, 
    sin empacho nos dice que no confiemos en nuestra limitada mente, 
    pero que sí nos sostengamos confiadamente en el Eterno 
    (1). 
    ¿Sabe la razón para este descreimiento del 
    sabio rey en la inteligencia humana? 
    Pues, en parte la respuesta la obtenemos del versículo que dice: 
    
    "Las cosas secretas pertenecen al Eterno 
    nuestro Elokim, 
    pero las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos..." 
    (Devarim / Deuteronomio 29:28) 
     
    Lo que significa que Dios ha dispuesto a 
    perpetuidad  
    que el ser humano pueda llegar hasta cierto punto en sus reflexiones y 
    conocimientos,  
    tras de ese límite, 
    el Hombre es incapaz de comprender,  
    e incluso hasta puede llegar a ser incapaz de darse cuenta de su ignorancia 
    total al respecto. 
    Ya lo había dicho el profeta, como boca de 
    Dios: 
    
    "Como son más altos los cielos que la 
    tierra,  
    así Mis caminos son más altos que vuestros caminos,  
    y Mis pensamientos más altos que vuestros pensamientos." 
    (Ieshaiá / Isaías 55:9) 
     
    Así pues, 
    yo tampoco estoy afiliado al bando de los estupefactos que asumen que todo 
    lo que ellos no comprenden es un "ocus pocus" (hay 
    unos verdaderos necios, que tildan de estupidez o inexistente aquello que no 
    entienden); 
    ni al bando de los perplejos incautos que aceptan por fe todo lo que se les 
    presenta por delante, sin indagar, ni cuestionar; 
    ni del bando que cual sofistas racionalizan sus falencias, dando excusas en 
    lugar de afrontar comprometidamente y con responsabilidad su tarea; 
    pero, 
    siento que estoy en el lado de los que  
    sin vergüenza aceptan que la persona es tan pequeña frente al Eterno, 
    nuestra mente tan pálida frente a Su Sabiduría, 
    que en ocasiones, cuando la razón ya no tiene razón, debemos aceptar nuestra 
    incapacidad y confiar en Él. 
    La cuestión es saber cuándo llegamos al límite 
    de la capacidad humana, y por ello debemos rescindir nuestra escasa razón 
    para dejar paso a la confianza en el Eterno. 
    Y para responder a esto, prestemos atención al consejo de los Sabios: 
    
    "El que te dice que se esforzó muchísimo 
    estudiando (Torá), y llegó, a ese puedes creer" 
    (TB Meguilá 6b) 
     
    Es decir, no podemos tomar por sentado lo que 
    se nos presenta, 
    sino que es nuestra obligación indagar profusamente (en el 
    estilo que se conoce como "talmúdico", que sin ánimo de desconfiar nada deja 
    por preguntar, en su afán por encontrarse con la Verdad), 
    buscar todas las posibilidades, 
    sacarle el jugo a nuestra capacidad intelectual puesta al servicio de lo que 
    es bueno, 
    y a cada paso corroborar nuestros hallazgos e incertidumbres con la Torá
    (escrita y oral), que es la buena guía a lo largo de 
    nuestro sendero. 
    Así pues, 
    ni la ceguera del que todo acepta por fe, 
    ni la ceguera del que cree que puede todo, 
    sino 
    la clara visión del que estudia y re-estudia sin temor a preguntar o a 
    reconocer su limitación. 
    Recuerde: 
    
    "Desde donde busques al Eterno tu Elokim, 
    Lo hallarás,  
    si Lo buscas con todo tu corazón y con toda tu alma." 
    (Devarim / Deuteronomio 4:29) 
     
    Quedo a sus órdenes. 
    Que el Uno y Único Dios bendiga a quienes le 
    son fieles servidores,
    y que 
    sepamos construir Shalom, Iebarejejá H'. 
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    Nota 1: No sé si capta la 
    enorme diferencia entre este planteo, y aquel de los que imponen la fe en el 
    absurdo. 
    Los idólatras que obligan a tener fe aunque sea absurdo, por ejemplo 
    diciendo que Dios se encarnó en un siervo sufriente, lo que hacen es 
    contradecir la Torá y la razón. Lógicamente, siendo así, el absurdo en el 
    cual se tiene fe, no deja de ser un absurdo por más fe que se le haya 
    puesto. 
    Por su parte el judaísmo obliga a preguntar, a mirar la vida de modo 
    crítico, a no tomar como cierta ni siquiera la palabra de Dios hasta 
    que no se la ha confrontado con las evidencias existentes. 
     Yehuda Ribco 
    
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