La posición supersticiosa

Las personas en el pasado, tal como algunas en la actualidad y los ignorantes activos de todos los tiempos, viven una existencia marcada por la inestabilidad, lo impredecible, la falta absoluta de control y previsión.
Pensemos en el ejemplo del pasado solamente, luego por extensión nos daremos cuenta de las otras implicancias más actuales.

Aquellos antiguos no tenían resguardo de sus alimentos, ni capacidad para almacenarlos en cantidades y condiciones de uso. Cualquier hongo, peste, sequía, incendio, inundación, agresión, mala cosecha, provocaba hambrunas de inmensas proporciones. No tenían conocimiento para predecir el clima, ni estudios para responder con efectividad ante las catástrofes naturales. No poseían métodos para prevenir los azotes de los depredadores, de las plagas, sean hormigas, langostas, gusanos, fieras salvajes, mosquitos portadores de virus, etc.. No conocían nada acerca de las noxas, de los agentes que causan enfermedades, ni cómo prevenir, mitigar o rehabilitar de las mismas. Estaban a la deriva, como impotentes trozos de madera que son llevados por las corrientes, por los vientos, incapaces de marcar un rumbo y aventurarse en la inmensidad desoladora. Tampoco comprendían los mecanismos del pensamiento humano, de los sentimientos y emociones, ni habían adquirido instrucción para educar a los individuos y la sociedad en la senda de la rectitud, del bienestar compartido.
Estos son solo unos pocos ejemplos de la vida de nuestros antepasados, que vivieron así por siglos y más siglos, multitud de generaciones que una tras otra seguían acorralados por la tradicional ignorancia. Los cambios positivos eran escasos, espaciados en milenios unos de otros. Apenas si la mano del hombre iba tomando parcelitas minúsculas de control sobre sus vidas.
Si viajáramos en el tiempo 5000 años atrás, y luego viniéramos haciendo pausas cada siglo o par de siglos hasta nuestro tiempo, comprobaríamos que los avances en el conocimiento y el dominio fueron realmente mínimos. Se vivía de forma muy similar en la Siria del –3000 que en la España del +1100, con muy poquitos cambios.
De hace unos 500 años a esta parte, y especialmente desde hace un par de siglos atrás, los portones del conocimiento científico fueron abiertos y entonces se sucedieron multitud de avances, pero no hablemos aún de esto.
Volvamos al hombre minúsculo, mota de polvo, nada misma sometido a los poderes externos.

En la misma base de tanta impotencia se encontraba la más completa y oscura ignorancia.
Como no sabían, ni conocían, ni entendían, difícilmente podían provocar cambios favorables.
Sus vidas estaban a merced del capricho, en apariencia arrastrados por la ceguera de un destino incierto, sin reglas ni previsibilidad.

Entonces, recurrieron a un invento “notable”, la superstición, con su hija organizada y dominatriz: la religión ((Recordemos que ni noajismo ni judaísmo son religiones, aunque a veces sean confundidas con ellas)).
Allí en donde estaban oscurecidos por la ignorancia, pretendían alumbrar con rituales, objetos, palabras mágicas, buenas vibras, dioses, seres supernaturales, amuletos, etc.. Demás está decir que en lugar de correr los velos de la ignorancia, lo que hacían era volverlos más espesos, más pesados, más opresivos.

Por supuesto que allí estaba el omnipresente EGO, con sus limitadas herramientas, pero muy efectivas para destruir, esclavizar, someter al sentimiento de impotencia.
Porque la desconexión de la realidad que es toda superstición, suele venir acompañada por una sarta infinita de gritos, llantos y golpes, con todos sus posibles derivados, finamente acuñados por la astucia humana durante generaciones.
Observemos este relato, que hace patente lo que estamos describiendo:

"(21) Elías se acercó a todo el pueblo y dijo: -¿Hasta cuándo estaréis cojeando entre dos opiniones? Si el Eterno es Elohim, ¡seguidle! Y si Baal, ¡seguidle! Pero el pueblo no le respondió nada.
(22) Entonces Elías volvió a decir al pueblo: -Sólo yo he quedado como profeta del Eterno, pero de los profetas de Baal hay 450 hombres.
(23) Dennos, pues, dos toros. Escojan ellos un toro para sí, córtenlo en pedazos y pónganlo sobre la leña; pero no pongan fuego. Yo prepararé el otro toro y lo pondré sobre la leña, pero no pondré fuego.
(24) Luego invocad vosotros el nombre de vuestro dios, y yo invocaré el nombre del Eterno. El Elokim que responda con fuego, ¡ése es Elohim! Todo el pueblo respondió y dijo: -¡Bien dicho!
(25) Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: -Escogeos el toro y preparadlo vosotros primero, porque vosotros sois la mayoría. Invocad el nombre de vuestro dios, pero no pongáis fuego.
(26) Ellos tomaron el toro que les fue dado, y lo prepararon. Luego invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: -¡Oh Baal, respóndenos! Pero no hubo voz ni quien respondiese. Mientras tanto ellos danzaban junto al altar que habían hecho.
(27) Y sucedió que hacia el mediodía, Elías se burlaba de ellos diciendo: -¡Gritad a gran voz, porque es un dios! Quizás está meditando, o está ocupado, o está de viaje. Quizás está dormido, y hay que despertarle.
(28) Ellos clamaban a gran voz y se sajaban el cuerpo con espadas y con lanzas, conforme a su costumbre, hasta hacer chorrear la sangre sobre ellos.
(29) Y sucedió que cuando pasó el mediodía, ellos seguían profetizando frenéticamente hasta la hora de ofrecer la ofrenda vegetal, y no había voz ni quien respondiese ni escuchase."
(1 Melajim / I Reyes 18:21-29)

Sí, el EGO manifestado en superstición, en religión.  
Sacerdotes y profetas de dioses, haciendo sus torpes rituales, invocando fueras misteriosas, repitiendo ensalmos mágicos, danzando, demandando de los dioses respuesta, y sacrificios, sangre derramada, mucho sufrimiento, mucho dolor y el deseo de control sobre lo que no se puede controlar. Y mentiras, muchas mentiras. Excusas para tapar la realidad, inventos para esconder los hechos.
Todo producto de la ignorancia.

Ellos, los amos de las religiones, los mercaderes de la fe, los vendedores de amuletos, así como sus seguidores, tenían la delirante creencia de que con sus negociados y pactos podían obligar a sus dioses a que controlaran el mundo para ellos.
Sí, los impotentes humanos, sumergidos hasta la nariz en la ignorancia, se creían con el poder para mandar a los dioses, de modo tal de controlar al mundo.
Entonces, el dios de la vida para dar vida, el dios de la salud para curar, el dios de la agricultura para la prosperidad, el dios de la lluvia para… y así, multitud de dioses, de mensajeros celestiales, de seres metafísicos con el suficiente poder como para controlar aspectos formidables de la naturaleza, pero tan pobrecitos que estaban al servicio del hombre.
Sí, como la fantasía de tener un dios que envía a su propio hijo-dios al sacrificio, para que de esa forma el hombre pecador esté libre de la consecuencia del pecado.
Más de lo mismo.
Idolatría.

"(14) Todo hombre se embrutece por falta de conocimiento. Todo platero es avergonzado a causa de su ídolo. Porque sus ídolos de fundición son un engaño, y no hay espíritu en ellos.
(15) Son insignificancia, obra ridícula; en el tiempo de su castigo perecerán.
(16) No es como ellos la Porción de Iaacov [Jacob]; porque Él es el Hacedor de todo, e Israel es la tribu de su heredad. ¡el Eterno de los Ejércitos es su nombre!"
(Irmiá / Jeremías 10:14-16)

Y no, los que son monoteístas no se libran tampoco por esto de la superstición, de la delirante creencia de que su único dios está a su servicio, que ellos dominan a su dios.
Y no, ni siquiera los que se dicen leales al Eterno están a salvo de caer en esta idolatría, porque existen infinidad de ocasiones en que el hombre que cree solamente en el Eterno también se cree con poder como para dominar al Todopoderoso.
Veamos uno de tantos ejemplos:

"(10) Escuchad la palabra del Eterno, oh gobernantes de Sodoma. Escucha la Torá de nuestro Elokim, oh pueblo de Gomorra.
(11) Dice el Eterno: ‘¿De qué me sirve la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y del sebo de animales engordados. No deseo la sangre de toros, de corderos y de machos cabríos.
(12) Cuando venís a ver mi rostro, ¿quién pide esto de vuestras manos, para que pisoteéis mis atrios?
(13) No traigáis más ofrendas vanas. El incienso me es una abominación; también las lunas nuevas, los shabatot y el convocar asambleas. ¡No puedo soportar iniquidad con asamblea festiva!
(14) Mi alma aborrece vuestras lunas nuevas y vuestras festividades. Me son una carga; estoy cansado de soportarlas.
(15) Cuando extendáis vuestras manos, Yo esconderé de vosotros mis ojos. Aunque multipliquéis las oraciones, Yo no escucharé. ¡Vuestras manos están llenas de sangre!
(16) ‘Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras acciones de delante de mis ojos. Dejad de hacer el mal.
(17) Aprended a hacer el bien, buscad el derecho, reprended al opresor, defended al huérfano, amparad a la viuda.
(18) ‘Venid, pues, dice el Eterno; y razonemos juntos: Aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos. Aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
(19) Si queréis y obedecéis, comeréis de lo mejor de la tierra.
(20) Pero si rehusáis y os rebeláis, seréis consumidos por la espada; porque la boca del Eterno ha hablado.’"
(Ieshaiá / Isaías 1:10-20)

Sí, es triste pero cierto. La superstición gana terreno allí en donde reina la ignorancia.
Por ello, al EGO y a sus embajadores, les resulta insufrible el conocimiento real, la crítica saludable, la indagación científica, el honesto intento por penetrar en mecanismos de las cosas.
Demandan y exigen obediencia ciega, fe en lo absurdo, sumisión, repetición de los lemas impuestos, desaparición de las divergencias, solamente esclavitud regada con mucha confusión y falta de entendimiento. Usan la mentira, la amenaza, la charlatanería, la presión, la manipulación, el fraude, la violencia, el destierro, lo que sea, siempre y cuando sea útil a sus fines de imposición. Venden pócimas mágicas, amuletos, “segulot”, plegarias milagrosas, adulación de reverendos personajes, peregrinaciones a tumbas, negación del estudio científico, prohibición de indagar en los mecanismos de la realidad física, asco al goce de lo sensual que legalmente es permisible, entre otros mecanismos para dominar y doblegar a sus seguidores. Inventarán sacrificios, restricciones obsesivas, más y más imposiciones y rituales, supuestas negociaciones metafísicas con Dios y Sus emisarios, para seguir sometiendo a sus fieles en el horno aborrecible de la ceguera.

A los esclavos del EGO les aterra el conocimiento, tratan por todos los medios de impedir el avance científico, detener los movimientos de iluminación, porque eso implica la demolición de la superstición, la destrucción del imperio del mal.
Ese era el problema con el fruto del árbol del conocimiento, del bien y del mal. Cuando se probaba de ese fruto se permitía al EGO confundir las cosas, y llamar justo a lo injusto, y declarar puro a lo impuro. Era el conocimiento falso, en donde lo bueno y lo malo se mezclan y surgen las confusiones. Es el falso conocimiento, el de la opinión sustentada en las propias creencias, en la suposición de que por tener boca se sabe lo qué decir. El falso saber que hunde en la ignorancia. La causa de apartar al hombre de Dios para hundirlo en la superstición, en la religión.
Según compara el profeta, por orden de Dios:

"(6) Porque misericordia quiero Yo, y no sacrificios; y conocimiento de Elokim, más que holocaustos.
(7) ‘Pero ellos violaron el pacto, cual Adán…"
(Hoshea / Oseas 6:6-7)

Ciertamente que es el conocimiento verdadero el que trae luz, el que resta fuerza al impotente EGO en su sojuzgamiento.
Conocimiento con actos de bondad y justicia, con la misericordia que desea el Eterno. Porque no se compra a Dios con sacrificios, ni con negocitos, ni pactando cositas para obtener Su favor.
Uno puede hacer como Adán, que teniendo todo, perdió todo.
O puede hacer como el hombre realmente libre, que opta por cultivarse, por conocer, por aprender, por desechar la superstición, por construir shalom, por hacer actos de bondad y justicia.

Conocer, tanto el conocimiento científico junto al de la Torá (la judía para judíos, la noájica para noájidas) que restan fuerzas al EGO, detienen el avance del mal.
Tal como inmensos sabios han declarado, Maimónides, Soloveitchik, Kook, Hirsch, Lamm, entre otros rabinos ilustres de gran renombre.
(Leer: http://en.wikipedia.org/wiki/Torah_Umadda).

Porque las reglas de la naturaleza son también leyes dictadas por el Creador.
Tal como nos dictó mandamientos a nosotros, 613 para el pueblo judío y siete para cada gentil, así también ordenó y legisló las leyes naturales.
Conocer el funcionamiento del mundo, nos puede ayudar a fortalecer en el esfuerzo por mejorar la existencia propia y del prójimo.

Claro, el conocimiento puede ser trastornado por el EGO, lo que lo vuelve un arma en contra del hombre.
Tal como enseña la neurociencia, el lóbulo frontal es un excelente filtro y mediador de los impulsos, pero su actividad ocurre instantes después de las acciones de la vía corta, aquella que aloja al EGO. Por lo cual, la razón no es el amo indiscutido, sino que antes, durante y después las emociones están ejerciendo su impulso, su seducción.
Recordemos nuevamente a Adán, como su introducción al conocimiento contaminado por el EGO lo llevó a la catástrofe y no a la elevación multidimensional.
Así pues, la ciencia con conciencia.
Apartar la superstición, desechar la ignorancia, encender la luz del conocimiento al tiempo que se equilibra con la ética espiritual.
Para que se haga realidad la visión mesiánica:

"Porque la tierra estará llena del conocimiento de la gloria del Eterno, como las aguas cubren el mar."
(Jabakuk / Habacuc 2:14)

Dice el salmista:

“¡Cuán admirables son tus obras! Por tu gran poder se someterán a ti tus enemigos.”
(Tehilim/Salmos 66:3)

El verso también puede leerse como:

“¡Cuán admirables son tus obras! Por tu gran poder te negarán tus enemigos.”
(Tehilim/Salmos 66:3)

En esta segunda forma de comprender el verso, la cuestión radica en que es tan fuera de lo normal el poder del Eterno, que parece imposible que exista.
De hecho, su propia esencia escapa a todo entendimiento y razonamiento, no hay modo posible para que la mente humana siquiera roce a comprender lo que el Eterno es. Por lo cual, la persona perpleja bien puede carecer de convicción en Su existencia, pasar a ser agnóstico o ateo. Así vive exiliado de su Yo Esencial, hundido en fantasías de maníaco control o de depresiva impotencia.

En resumen, el camino no se encuentra en la superstición, tampoco en la negación del Eterno.
No está en la ignorancia, tampoco en la presunción de que el poseer algún conocimiento libra del error o el mal.
Realmente las acciones solidarias, el altruismo, la bondad, la justicia, el estudio de lo que es accesible, la investigación científica y la divulgación de su conocimiento, la meditación introspectiva, la comunicación sincera con el Eterno, la comunicación auténtica con el prójimo, el agradecimiento, tales son claves indispensables para permitir que emerja la Luz, lo que posibilita el bienestar, la plenitud, la felicidad, el shalom.

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