El espíritu de un líder

Cuando los israelitas acamparon en Refidim, poco después de la salida de Mitzraim, tuvieron sed. Reclamaron obstinadamente por agua, y Moshé fue ordenado por H’ para que tomara su bastón, se aproximara a una roca y la golpeara, porque de aquella roca, en efecto, manaría agua potable que saciaría la sed de toda esa muchedumbre.
Moshé, siguiendo los dictados del Eterno, así hizo, y ante los ancianos del pueblo el milagro se concretó, y el pueblo pudo descansar, momentáneamente, de su aridez, al menos en el paladar.
Muchos de los científicos, o presuntos científicos, creen descubrir en este acontecimiento la demostración de los conocimientos de su hábitat que poseía Moshé. Explican que en el desierto no es infrecuente que cierto tipo de roca albergue en su interior agua, de las pocos usuales lluvias, y que si son perforadas pueden brindar agua; sin necesidad de recurrir a los milagros o a explicaciones maravillosas.
Esta explicación indudablemente puede ser muy certera, pero esta semana H’ ordenó algo bastante diferente ante una situación bastante similar.
Estamos en Kadesh, ya casi al final del periplo del pueblo por el desierto, el manantial del cual ellos se proveyeron agua se secó. Aquel Israel, tal como les era habitual, de manera poco amable, reclaman beber agua. Ante lo cual, Moshé y Aarón ruegan por el bienestar general, y H’ les dice a ambos que reúnan al pueblo, para que vean como le hablan a la roca, pidiéndole agua, y ella, a diferencia del pueblo de Israel, acepta las palabras de H’ , por lo cual abre sus entrañas para regalar con agua fresca al terco pueblo.
Obviamente, que de haber actuado los líderes de tal manera, los que intentan explicar los milagros narrados en la Torá, se hubieran hallado en un gran problema, ya que: ¿desde cuándo una roca tiene oídos, y comprende, cuando una persona le pide algo de manera verbal?
Pero, para alegría de estos explicadores, Moshé tomó su cayado y con él golpeó la roca, tal como había hecho en aquel remoto pasado. Y golpeó la roca, y de la misma surgió el agua, y el pueblo bebió y se regocijó y cantaron alegres canciones, imperturbables al dramático suceso que había acontecido.
Moshé y Aarón, por no haber hablado a la roca, y uno por haberla golpeado y el otro por no detener al primero fueron condenados a no poder ingresar a la Tierra de sus sueños, a morir fuera de la concreción de su ideal.
Los que intentan hallar razones para las acciones y relatos de la Torá, se detienen en este hecho, y en la mayoría de las ocasiones apuntan esta acción como negativa por parte de Moshé. Algunos dicen que estaba colérico contra el pueblo, y descargó su enojo en la pobre e inocente roca. Otros dicen que por unos instantes Moshé perdió el valor y la confianza en H’, por lo cual recurrió a lo ya conocido y demostrado como útil, esto es, golpear a la roca. Otros más ven en este acto la prueba patente que Moshé estaba desgastado como líder, que era hora de que lógicamente diera paso a nueva sangre en la conducción popular.
Afortunadamente otros pueden rescatar aspectos positivos de aquello que otros ven tan malo, tal como nos enseñara Ieoshúa ben Perajiá (Avot 1:6): "..siempre juzga a tus semejantes generosamente".
Por ejemplo, Rabí Menajem Mendel de Burka, gustaba de explicar este suceso diciendo que, Moshé se entregó a sí mismo al peor de los castigos pero con tal de que el pueblo saliera beneficiado. ¿Cómo es esto?
Moshé, desde esta visión, argumentó consigo mismo: ‘Si yo le hablo a la roca, y ésta responde, entonces, estoy dejando en claro la maldad y terquedad del pueblo de Israel, que durante años son conducidos con bondad, son protegidos y rescatados por el poderoso H’, y sin embargo no pierden oportunidad de pecar, de murmurar o de hacer los opuesto a lo que el Eterno requiere. No puedo hablarle a la roca, por si acaso…pero si no le hablo, estaría pecando…¿qué hago?’
Sabemos cual fue su decisión, y conocemos cual fue su terrible castigo.
Podemos oír a aquellos que encuentran una tacha en el impecable historial de Moshé.
O podemos prestar atención a aquellos otros que nos hablan de una paciencia y bondad sin límites, que llega hasta el propio sacrificio en aras de sus protegidos.
Pero, pensemos un aspecto: ¿estuvo acertada la decisión de Moshé de desoír a H’ con el ánimo de salvar al pueblo?
¿Qué enseña el con esa acción?

Tras haber reflexionado, podemos concluir, Moshé era un gran hombre, y como tal con aciertos, fallas e incertidumbre; pero, en definitiva, lo que lo hizo verdaderamente grande es que fue un Hombre.

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