Shabbat: Tevet 14, 5766; 14/1/06 -
Una invitación
personal
Un
comentario a la Parashá
Vaieji
Reuníos
y escuchad
En la parashá de esta semana, cuando agoniza
el patriarca Israel/Iaacov, leemos que él manda llamar a sus hijos, para
bendecirlos antes de partir de Este Mundo.
Entonces, comienza su discurso y les dice:
"Reuníos y
escuchad, hijos de Iaacov [Jacob];
escuchad a vuestro padre Israel"
(Bereshit / Génesis 49:2)
¿No sienten nada extraño en estas palabras?
¿No perciben como que si algo estuviera fuera de lugar en ellas?
¿No debiera decir el versículo: "reuníos hijos míos, para oír mis palabras"?
¿Por qué este uso de la tercera persona?
Veamos algunas respuestas posibles y
probables.
Primera: mensajeros
Atendamos al párrafo en su contexto:
"(1) Entonces
Iaacov [Jacob] llamó a sus hijos y les dijo: 'Reuníos, y os diré lo que
os ha de acontecer en los días postreros.
(2) Reuníos y escuchad, hijos de Iaacov [Jacob]; escuchad a vuestro
padre Israel:
(3) 'Rubén, mi primogénito:..."
(Bereshit / Génesis 49:3)
De acuerdo al contexto, descubrimos que el
postrado patriarca envió mensajeros1 para
que llamaran a sus hijos y se aproximaran a su lecho, cosa que se relata en
el primer versículo.
Entonces, en el segundo versículo, el cual comenzamos a analizar, no sería
el patriarca el que está convocando a los israelitas, sino los mensajeros
del padre, que fueron hasta el lugar de residencia de cada uno para
anunciarles el próximo desenlace y la voluntad del padre de despedirse de
ellos.
Así pues, el versículo se comprende perfectamente, ya que no era Iaacov
quien lo pronunció, sino sus heraldos.
Segunda: trascendencia del asunto
Ahora atendamos al contenido del mensaje, para descubrir otra posible
respuesta.
"Reuníos, y os
diré lo que os ha de acontecer en los días postreros..."
(Bereshit / Génesis 49:1)
Iaacov preludia su mensaje que dará a
continuación con una advertencia: no esperen encontrar aquí la simple y
emotiva despedida de un padre que está a punto de fallecer; están por
recibir lo que con la inspiración divina he podido develar del futuro de la
humanidad, les delinearé el rostro de la Era Mesiánica2.
Tan trascendental información no debía quedar en la intimidad de padre e
hijos, en el reducido ámbito familiar, sino que merecía ser pronunciada y
repetida luego con poder y autoridad.
Por eso el mismo patriarca cambia el tono de su discurso y lo pasa a tercera
persona, con el vigor de la poesía hebraica, para indicar que este mensaje
será para todos los hijos de Iaacov, los que están en cuerpo presente pero
también para los descendientes que los sucedan. De manera tal que el mensaje
sería perenne entre los descendientes de Iaacov, pues estaría destinado a
todos ellos en conjunto.
Tristemente, el deseo de Iaacov no se concretó, pues el Eterno veló su
visión profética y tan solo dibujo el patriarca un esbozo incompleto de la
Redención final3.
Tercera: Escucha Israel
Al morir, temía Iaacov, que la unidad familiar se terminará por dislocar (no
era tonto, sabía que entre sus hijos hubo graves disputas, casi fratricidas)
y que cada hijo con su progenie se desligaría del resto de la familia, y así
perderían también el esencial fundamento que los unía: la creencia exclusiva
en el Uno y Único.
Por eso les dijo: "¿Hoy están reunidos, pero cómo sé que mañana lo
estarán?
¿Cómo puedo saber que santificarán al Eterno cuando no esté yo para
recordárselos en persona, cuando pase a ser un patriarca petrificado en la
memoria del tiempo y no sea más vuestro padre activamente?"
En conjunto respondieron los hijos:
"Escucha, Israel:
el Eterno nuestro Elokim, el Eterno uno es."
(Devarim / Deuteronomio 6:4)
Le dijeron:
"Escucha nuestro padre, al que Dios ha dado el nombre de Israel.
Aunque tú pasarás al Mundo Venidero, pero nosotros no perderemos de vista
que el Eterno es nuestro Elokim, que no hay otro fuera de Él.
Eso es lo que tú crees y conoces, y esa es también nuestra plena certeza.
Así como tu corazón es uno con Él, también lo es el nuestro."
En un susurro el padre sonrió, se inclinó y respondió:
"Baruj shem kevod
maljutó leolam vaed
¡Reconocido sea eternamente el glorioso nombre de su reino!"
(Pesajim 56a)4
Esta frase quedó como la silenciosa compañera
indisoluble de la invocación del "Shemá Israel", que posteriormente
entonaron las generaciones de generaciones de hijos de Iaacov.
Cuarta: unidad
El egoísmo es el camino directo hacia la destrucción, propia y del
prójimo.
Solamente cuando dos personas se unen y se aprecian auténticamente, sin
rivalidades, es posible que la divina Presencia repose entre ellos.
Cuando los israelitas se mantienen unidos, porque han dominado su egoísmo
negativo, no caen y prosperan.
Pero si entre ellos se levantan voces de desprecio y deshonra hacia el
hermano, por motivos banales y faltos de total sentido, prontamente el
enemigo que los acecha cae sobre ellos y los despedaza.
El porvenir como individuo y como nación está en los lazos plenos de juicio
y caridad que son la fuerza de Israel (y de toda persona/nación).
Tal como mucho siglos más tarde profetizara el profeta de la Verdad:
"Tzión [Sion]
será redimida con el juicio,
y sus arrepentidos con la justicia/caridad."
(Ieshaiá / Isaías 1:27)
La redención se encuentra en el juicio y en la
caridad, ni más ni menos.
¿Pero, dónde reconocemos en el versículo este
llamado a la unidad por sobre las diferencias menudas?
Ante todo en la insistencia en las palabras "reuníos y escuchad".
En reunirse ya se configura el llamado a la unión.
Pero en el "escuchad" está su confirmación.
Lishmoá en hebreo quiere decir "escuchar", pero está esta voz
íntimamente relacionada con mishmaat que es disciplina, estar en
alerta como un vigía en su guardia.
Así pues, la convocatoria del patriarca era para que se juntaran pero que
también estuvieran atentos a no provocar discordias, sino a encontrar puntos
de contacto y armonía entre ellos.
Y por eso mismo se los denomina de dos maneras:
por un lado se les recuerda que son "hijos", por tanto supeditados a una
autoridad superior que es la paterna;
y se les recuerda que todos tienen "un padre", que es Israel. Por tanto,
ellos son personas con sus propios criterios, con sus aspiraciones
diferentes, incluso con madres diferentes; pero están en esencia unidos,
pues son "hijos del mismo padre".
Eso les debe servir como señal, para no quebrar jamás la unidad de Israel
con tontas divergencias.
Unidad de nación
Tristemente a lo largo de los siglos hemos
visto como la unidad no se mantiene, y esto fue aprovechado por el enemigo
para diezmar a la nación.
También en la actualidad se percibe con demasiada claridad, para nuestro
gran dolor, que las pequeñas ganancias del ego opacan el amor hacia el
prójimo israelita y llevan a vivir en discordia y aprensión.
Es el ego, y solamente él, quien lleva a la discordia y el malestar entre
las personas.
El que infla de orgullo y falsas expectativas y nubla el corazón de las
personas impidiéndoles aproximarse con humildad y verdadero amor.
Recordemos como fue el ego de Caín quien lo movió para cometer el primer
asesinato de la historia, acabando así con la vida de su hermano.
Recordemos que la paz y concordia son el sustento necesario para que exista
una verdadera vida:
"Grande es el
poder de la paz, que si Israel cae en idolatría pero hay paz entre
ellos, el Acusador no puede dañarlos. Pues el Eterno bendecirá a su
pueblo en Shalom (Tehilim/Salmos 29:11)"
(Ialkut Shimoni 904)
Desoímos la enseñanza verdadera del salmista
cuando cantó inspiradamente:
"¡He aquí, cuán
bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía!"
(Tehilim / Salmos 133:1)
Lo bueno y agradable está en la unión
armoniosa de los pares, sostenidos en juicio y caridad.
Ser íntegros
Ahora bien, en lo individual también este principio se cumple.
Cuando la persona vive des-integrada en sus diferentes planos5,
su vida está con falta de armonía, por tanto no hay serenidad ni
crecimiento.
La desintegración puede ser en la relación de dos o más planos, o a la
interna de un plano; como sea, siempre conlleva angustia y decepción.
Por tanto, en la integridad de nuestro ser,
está la respuesta para alcanzar nuestra serenidad.
La Torá ordena:
"Serás íntegro
para con el Eterno tu Elokim."
(Devarim / Deuteronomio 18:13)
en un párrafo en el cual rechaza absolutamente
toda idolatría o incitación hacia ella, y en el cual se ordena la remoción
de toda mácula de idolatría.
La definición de idolatría supera el objeto de nuestro encuentro actual,
pero debes saber dos aspectos básicos:
-
idolatría = en lo espiritual, es tomar lo
aparente en lugar de lo que es real o esencial; por lo tanto:
-
idolatría = rechazo, activo o pasivo, de
la Verdad.
Así pues, una persona que vive en engaños
espirituales, puede actuar como una buena persona, pero no es íntegra, y por
tanto se cierra la opción para alcanzar la paz.
Y una persona que adopta un estilo de vida contrario al dispuesto por el
Eterno, aunque diga con firmeza que cree en Él, tampoco alcanza a ser
íntegra, pues está carente de algo que es fundamental.
¿Cuál es el método para conseguir la
integridad?
Pues, el que propone el patriarca en el versículo que analizamos: "reunir y
escuchar".
¿Cómo se aplica a la persona, en un proceso terapéutico o de crecimiento?
"Reuníos" en este contexto se puede entender como concentrarse para
poner en actividad cada uno de los planos, sin dejar ninguno por fuera.
No sirve decir: me haré muy sabio, estudiaré y sabré todas las respuestas
del intelecto; si al mismo tiempo se deja corromper el plano de lo social,
por ejemplo.
Reunir a cada uno de los cinco planos, dándoles su importancia que
corresponde, en la medida que es justo y bueno hacerlo.
El "escuchad" en este contexto se aplica a prestar atención a los
preceptos que el Eterno nos ha dado6, que
involucran cada uno de los planos de la persona.
(Atención: no se debe acatar los mandamientos porque eso nos servirá como
terapia, o para obtener algún otro beneficio, sino acatar porque esa la
Voluntad del Eterno.)
Cuando en lo personal logramos reunirnos y atender, estamos en la senda que
provee de Shalom y bienestar.
Sin dudas que una persona así integrada,
íntegra, puede estar en condiciones de proveer de mayor integridad a la
sociedad y al mundo.
Éste es el camino de la rectificación del mundo, del advenimiento de la Era
Mesiánica.
Sorpresa
Y llegados a este punto vemos que el patriarca SÍ anunció los parámetros de
la Era Mesiánica: si cada uno de nosotros, y la mayoría de nosotros, vive
con integridad a la luz de los mandamientos, entonces la Era Mesiánica será
un hecho consumado.
En palabras de Rabbí Iojanán en el Talmud:
"El Mashiaj, hijo
de David, no vendrá hasta que no haya una generación plena de méritos o
plena de culpa."
(TB Sanhedrín 98a)
¡Les deseo a usted y los suyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj! ¡Cuídense y gocen de lo permitido para qué sepamos construir
shalom!
Moré Yehuda Ribco
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Notas:
1-
Comentario de Rashbam in situ.
2-
Comentario de Ibn Ezra in situ.
3-
El Midrash (Bereshit Rabbá 98:3) nos cuenta que, por determinación divina,
la visión profética del patriarca se nubló precisamente en aquel momento, y
él no pudo anunciar los acontecimientos de la Era Mesiánica con claridad,
sino tan solo pálidos y confusos esbozos. Es que el Eterno tiene reservada
la exactitud de las características de esa Era para cuando sea el momento de
vivirla, especialmente sellada esta su fecha de comienzo, para que las
generaciones previas no desesperen en el exilio.
4-
Midrash Tanjuma Vaieji 11; Devarim Rabbá 2:35.
5-
Planos: Espiritual, Intelectual, Social, Emocional y Físico.
6-
Preceptos para las naciones que son siete más sus derivados que son de
obligatorio cumplimiento por parte de los gentiles; en tanto que para los
judíos hay 613 mandamientos, delimitados en la Halajá, o normativa judía.
Otras interpretaciones de este pasaje de la
Torá, y más estudios los hallan
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