Shabbat Jeshvan 20, 5763 - 26/10/02
Comentario de la Parashá Vaierá: Recibir extraños para cobijar amigos
¡Shalom iekarim!
Nuestros patriarcas, Avraham y Sará,
trabajaban mucho para dar la bienvenida a forasteros a su hogar. Sin que
nadie se los ordenara, practicaban una hermosa mitzvá: la de
hajnasat orjim -recibir visitantes-, y además una estupenda cualidad
personal como lo es el jesed -benevolencia-.
Cuatro entradas tenía su hogar, una hacia cada punto cardinal, que siempre
permanecían abiertas para todo el que quisiera entrar en paz, y salir con
bendición.
No importaba si eran grandes o pequeños, ricos o pobres, uno o varios,
fieles a Hashem o idólatras, familia o desconocidos; todos eran bienvenidos
y agasajados con lo mejor de la casa: presencia humana amistosa.
Nuestros patriarcas sabían lo duro y arriesgado que es ser un forastero,
alguien de fuera y sin conocidos, ¡ellos mismos lo eran! Por lo cual, se
esmeraban para que el extranjero se sintiera como "en casa", el
solitario tuviera compañía, y el hambriento saciara su sed y hambre.
Pero, no solamente las visitas ganaban una amistad, o un lugar para reposar,
o algo que llevarse al estómago; también se les permitía instruirse y
construirse como mejores personas, ya que Avraham les enseñaba a bendecir
antes y después de las comidas.
Debemos recordar que al decir la berajá -bendición- se ganan al menos
tres cosas, que no se obtendrían si se come y no se bendice:
-
La confianza en la bondad y presencia de
Dios. Pues al bendecir por la comida, se está reconociendo que Él está
siempre presente y dando continuamente bienestar al mundo.
Y también al bendecir se está reconociendo la Sabiduría con que fue
diseñado el universo, como cada cosa funciona perfectamente y en armonía
(si es que el ser humano no perturba ambas: el funcionamiento y el
equilibrio).
-
Buenos modales. Ya que se está agradeciendo
por la comida y el poder aprovecharla, en lugar de devorarla sin siquiera
pensar de dónde vino, cómo se produjo el alimento, y mi relación con ella.
-
El alimento tiene dos tipos de nutrientes
básicos: el físico y el espiritual.
De extraer la energía física y beneficiar con ella al organismo,
generalmente se encargan las funciones naturales del cuerpo.
De otra modo ocurre con la energía espiritual que contiene la comida, ya
que la única manera para obtenerla y hacerla útil, es por medio de la
berajá pronunciada antes de ingerirla. Sin berajá no se
disfruta el máximo potencial del alimento.
Más tarde o más temprano la mayoría de los
visitantes se alejaban físicamente del bendito hogar de nuestros patriarcas.
Marchaban sus cuerpos hacia sus vidas cotidianas, pero no se apartaban
espiritualmente. Es decir, en sus mentes y corazones algo había cambiado con
la visita. Pues, mantenían fuertes lazos de adhesión y amor hacia Avraham y
Sará, y por ende con el Dios y los valores hebreos que pretenden una mejor
existencia para todos.
¿Cuál será la causa de este amor?
¿Quién se beneficia con la mitzvá de hajnasat orjim al estilo
acostumbrado por nuestros patriarcas?
¡Les deseo Shabbat Shalom!
Moré Yehuda Ribco
Relato a
propósito del comentario
Se cuenta que en una ocasión un visitante en
el hogar del Jofetz Jaim (Rabbi Israel Meir HaCohen Kagan, siglo XIX,
Polonia) se enteró que éste le estaba preparando su cama. Entonces salió
corriendo a la habitación, y ni bien llegó amablemente detuvo al gran sabio
en su labor, diciéndole: Rabino apreciado, no es necesario que usted se
rebaje a una actividad tan simple, déjeme a mí, de seguro usted tiene cosas
más importantes para hacer.
Retomando su labor de tender la cama, el Jofetz Jaim respondió:
¿También pedirás ponerte los Tefilín por mi? No me pidas que te ceda el
cumplimiento de esta mitzvá que me corresponde. En este momento cumplir con
hajnasat orjim es para mí lo más importante y honroso que tengo.
De la Parashá
Vaierá
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