Dos Pilares
En un conocido aforismo talmúdico nos encontramos el siguiente consejo:
"Uno debe usar la mano
izquierda para apartar,
pero la mano derecha para acercar"
(Sanedrín 107b y Sotá 47a).
Es evidente que el sentido de la máxima trasciende el
movimiento físico de las manos, por tanto hay aquí una regla de vida
profunda para adquirir y realizar.
En una interpretación bastante evidente se nos insta a no
alejar a los cercanos -con los que no se está en buenos términos en este
momento- definitivamente, sino a mantenernos en un estado de apertura para
la reconciliación, sin por ello despreciar los valores que son esenciales.
Pero, si lo vemos desde la luz de la Cabalá, de nuestra más
profunda Tradición, tenemos que en conceptos cabalísticos "mano izquierda"
es símbolo de lo receptivo que está tejido por el rigor, el juicio, la
limitación; que debe ser usada para mantener aparte, para alejar, para
restringir lo que excede su término saludable.
En tanto, que la mano derecha representa la entrega teñida de compasión, de
caridad, del altruismo, de la solidaridad; que debe servir para integrar,
para unir, para traer a los exiliados.
En palabras del sabio Salomón este juego dialéctico de los
dos pilares, juicio y gratificación se expresa con el siguiente versículo:
"El que sigue la justicia y la
bondad hallará vida, justicia y honra."
(Mishlei / Proverbios 21:21)
Así pues, si anhelamos vida, justicia, honra, encuentro con
el prójimo y por ende con el Eterno, debemos proceder con un exquisito
equilibrio de justicia y gratificación.
En el punto del equilibrio es que brilla lo más bello de nuestro ser y por
tanto queda iluminado lo más bello de nuestro entorno... ¡recuérdalo!
Error de Juicio
A partir de esta premisa que hemos expuesto, podemos descubrir que dos errores básicos están en la base de una vida de
penurias:
El error de juicio es la clave que explica la génesis de la
inmensa mayoría de los problemas de errónea autoestima, que como sabemos es
el padecimiento general de las personas.
El error de juicio tiene dos vertientes:
-
laxitud de juicio;
-
extrema rigurosidad.
Sobre el juicio ya hemos escrito, por lo que remito al
lector a este texto.
Lo que tenemos que tener en cuenta es que el juzgar es una de las acciones
corrientes de la persona, vivimos evaluando situaciones, objetos y personas.
No es dañino juzgar, mientras se haga manteniendo el equilibrio que hemos
enseñado anteriormente.
Juzgar con justeza pero sin severidad y con misericordia; con amor a la
verdad, y no por ego; con reverencia por el Eterno y Sus preceptos, y no por
temores banales.
En palabras del proverbista inspirado:
"Con misericordia y verdad se
expía la falta, y con el temor del Eterno uno se aparta del mal."
(Mishlei / Proverbios 16:6)
Error de Gratificación
El error de gratificación es el que mantiene viva la
errónea autoestima y la suele intensificar.
El error de gratificación tiene dos vertientes:
Aquel que tiende a despilfarrar sus posesiones (bienes
materiales, energía anímica, tiempo, etc.), pareciera no confiar en su
propio ser y precisara adquirir la atención, el cariño, la respuesta de otra
persona, aquella que es la beneficiaria del despilfarro.
Los que padecen de un ansia consumista, y movidos por ésta gastan
inútilmente y sin control no salen de este mismo patrón (aunque están
teñidos del patrón de la avaricia también), pues lo que desean recibir es la
aprobación desde el plano social, pues se llenan de valores aprobados
socialmente con la intención de acallar su padecer emocional.
"En la casa del justo hay
muchas provisiones, pero en la producción del impío hay desbarajuste."
(Mishlei / Proverbios 15:6)
Los que actúan de manera avariciosa, pretenden controlar
las punzadas de su errónea autoestima por medio del control excesivo de
aquello que poseen. Suponen, y se equivocan, que cuanto más acaparan, cuanto
más tienen bajo su poder, menos infelices estarán.
Se equivocan, pues no está en la posesión el deleite verdadero, sino en el
compartir con equidad y verdadero altruismo con el prójimo. El poder del
dinero, en el plano material sin dudas que es fuerte; pero cuando se lo
quiere traducir al plan emocional o al espiritual, tal poder se reduce a una
ilusión:
"Las riquezas del rico son su
ciudad fortificada; son como un alto muro en su imaginación."
(Mishlei / Proverbios 18:11)
"La envidia, la ambición
desmedida y la búsqueda de honor sacan al hombre de este mundo"
(Pirké Avot 4:28).
En la base
Es muy importante aprender algo que suele pasar inadvertido.
En la base de la baja autoestima, mejor denominada como "errónea
auto-estima", se encuentra el error de juicio.
En los primeros años de vida, con nuestros primeros vínculos vamos formando
nuestro "Yo Vivido". En principio están los juicios de los padres sobre los
hijos, esos juicios que van rotulando y formando la autoestima del hijo.
La severidad o la laxitud de juicio, de padres y primeros formadores,
adiestran en los modos en que luego nos juzgaremos y juzgaremos al otro.
Un educación excesivamente severa en sus juicios, con un padre muy rígido
hacia sí mismo, no aceptara ni un desvió, falla o "fealdad" en su crío. Será
muy duro en sus juicios sobre el niño, imponiéndole todo el peso de su
severidad y falta de auto-aceptación, y no dándole siquiera un poquito de
paz para formar una personalidad fundamentada en el equilibrio.
Los resultados suelen ser alguno de las siguientes:
-
Un hijo en extremo riguroso en sus juicios hacia sí y/o
hacia otros. Es una persona criticona, detallista, rigorista, poco dado
a negociar, falto de actos evidentes de misericordia. Juzga con
severidad a los demás, y en ocasiones a sí mismo, pero no tiende a hacer
público su auto-severidad. Este auto-juicio severísimo queda reservado
para su más oculta intimidad.
-
Un hijo proclive a demandar que otro lo juzgue con
exceso de rigor. Se tornan insoportables con sus quejas, sus suspiros
dolientes, sus errores imposibles de cometer, su aparente falta de
comprensión, etc. Suele sentirse incompetente y con alguna falla severa
que le impide ser una persona completa.
-
Un hijo rebelde, que atenta siempre que puede contra
las reglas. Actúa con agresiones, violencia, excesos de todo tipo como
demostración de que se quiere sacar de encima el pesado rigor que le han
impuesto. También puede actuar así por creer en su interior que nunca
podrá hacer nada mejor con su vida.
Una educación excesivamente desdibujada en sus juicios, con
un padre que juzga con blandura acentuada, que no impone límites correctos a
sus hijos, por lo cual estos carecen de una firme guía y marcos estables
para crecer. Por tanto no estarán los hijos emocionalmente alimentados para
tener la suficiente confianza en ellos mismos ni en los "líderes". Los
resultados suelen ser alguno de las siguientes:
-
Un hijo extremadamente débil para juzgar, que permite
que ocurran excesos de todo tipo. Su debilidad a la hora de establecer
marcos estables lleva a que no haya manera de vivir con tranquilidad
pues todo el tiempo siente que está padeciendo por algo.
-
Un hijo que se siente en el fondo como inepto pero que
demuestra una máscara de auto-suficiencia y de capacidad para llevarse
al mundo por delante. Es gente mimosa pero poco afectuosa, creen tener
el mundo en su mano, y difícilmente pueden hacerse cargo de su vida.
-
Un hijo excesivamente violento, infractor o demandante
de límites que se siente perdido sin el marco estable y apropiado que
brindan las normas correctamente establecidas. Su violencia no suele
llegar al extremo de dañar profundamente, pues se retraen de su
intemperancia con rapidez.
¿Cómo actuar para no verse perjudicados por estos hijos, y
por los padres?
¿Cómo no actuar como uno de ellos?
¿Cómo romper con estos modelos de conducta tan dañinos para uno y para el
prójimo?
Dios mediante, lo veremos más adelante.
Para finalizar una bella anécdota.
Era en los primeros tiempos del Estado de Israel, cuando los alimentos
estaban estrictamente racionados, a causa de la escasez imperante.
Un viernes, a eso del mediodía, se presenta un judío delante del grupo de
rabinos que estaban concentrados en el estudio de la Guemará.
El hombre tímido, o quizás un poco temeroso, pide para hablar con el rabino
principal.
Luego, le muestra el hombre un huevo crudo dentro de un vaso de vidrio
transparente. Entonces pregunta el hombre al rabino si ese huevo, con una
marcada mancha de sangre, estaba permitido.
El rabino observa al hombre, y le pregunta: "Usted no es del barrio, ¿de
dónde viene usted?"
Y el hombre dice: "De Guivat Shaul".
Y ese barrio quedaba a muchas cuadras de distancia de ese lugar.
Entonces el rabino le dice: "Ah, de Guivat Shaul, entonces puede usar este
huevo para alimento. Es kosher".
El hombre agradecido parte sonriente de la Casa de Estudios.
Los otros rabinos entonces le preguntan al principal: "¿Cómo es esto? ¿Acaso
hay una halajá particular para los de Guivat Shaul? 'El huevo tenía sangre y
era prohibido!"
El rabino principal los mira con ternura a sus colegas y les dice:
"Queridos, justicia con misericordia. Dice la halajá que un huevo con sangre
está permitido si se produce una gran pérdida económica. Eso está dictado,
por ejemplo para cuando uno ha usado muchos huevos para una torta, y de
pronto mezcla uno con sangre, como la pérdida económica sería grande,
entonces está permitido. En el caso de este hombre, era un pobre hombre, de
no serlo no hubiera caminado tantas decenas de cuadras solamente para
preguntar si él y su familia podían comer ese huevo. Para un hombre así un
huevo es un gran costo, por tanto lo tiene permitido. Recuerden, justicia
con misericordia. La halajá debe ser respetada, pero en lo posible se debe
hallar los mitigantes en vez de los rigores."
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Notas:
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