En esta oportunidad nos introduciremos al
reconocimiento de los cuatro estados/fases del alma humana, para lo cual
debemos aprender acerca de la existencia de cuatro dimensiones de la
realidad, es decir, de los cuatro grados de materialización de la Luz
(energía divina)
Las nombraremos a continuación en orden descendente, pero debemos recordar
que son dimensiones paralelas, simultáneas:
-
Atzilut - Emanación
-
Beriá - Creación
-
Ietzirá - Formación
-
Asiá - Acción
Atzilut.
La dimensión de la emanación, es el plano de
las diez Sefirot, o los cinco Partzufim
-facetas.
Se la denomina así porque emana directamente de la esencia de En Sof
-Infinito.
Es el campo del ser puro, es decir, el estado de conciencia en la cual
todas nuestras percepciones, emociones, pensamientos se encuentran en su
estado más refinado, carentes de sustancia objetiva y personalidad.
Es el estado más próximo de comprensión del Eterno, por sobre la
experiencia de los sentidos corporales.
En términos humanos corresponde a Jaiá, que busca la adhesión al
Eterno por medio de la meditación, pero no nacida en el pensamiento
humano, sino en el generado por Dios.
Sin embargo, no tiene un correlato personal, sino transpersonal e incluso
ambiental. Esta característica de no-individualidad es la que permite
explicar muchos de las ocurrencias paranormales (clarividencia, telepatía,
asumir la existencia de la reencarnación, etc.)
Por la correspondencia de lo más refinado con lo menos refinado, su
manifestación física se da en el nefesh.
Briá.
El mundo de la creación.
Según la Tradición es el plano de Revelación de Sinaí y de la
Merkabá -carruaje de poder creativo- ( la visión
del profeta Iejezkel / Ezequiel)
En esta dimensión se puede producir el encuentro espiritual con la
manifestación del Kavod -Gloria-, cuando se
percibe interiormente a Dios
como un rey en su trono, rodeado por ángeles de gloria:
serafim -serafines, enviados-,
ofanim -ruedas dentro de ruedas- y jaiot -criaturas de cuatro rostros:
humano, león, águila y toro-. Todo esto contenido en salas de palacios
celestiales.
En términos humanos, corresponde a la operatividad de Neshamá -alma-, que es el dominio del intelecto
(simbólico, consciente o no, y racional), elaborado a partir del
cumplimiento de mitzvot -preceptos-, y el estudio de la Torá; y/o
el apartarse del deseo de recibir egoísta, en pos de la construcción del
sentido subyacente a todo y el relacionamiento con el prójimo.
A partir de ahora, las dos emanaciones
siguientes son las relativas al Olam HaZé -Este Mundo-, más
centrado en lo material y la auto-satisfacción.
Ietzirá.
El mundo de la formación.
Tradicionalmente asociado al plano de los ángeles.
Éstos son los enviados del Eterno, y representan en general
fuerzas que operan en la Naturaleza. Reciben
alegóricamente rasgos de seres animados, que describen la misión que
cumplen.
Nuestra Tradición sostiene que hay ángeles creados por Dios, y otros
creados por nuestros actos (es decir, fuerzas espirituales derivadas de
nuestras acciones)
En términos humanos, corresponde a las
operaciones de Ruaj
-espíritu-, y es el plano de las emociones (conscientes o inconscientes),
que incluyen a sus vez representaciones mentales. En una palabra, la
capacidad de vincularse, centrado en el sí mismo.
Asiá.
El mundo de la acción.
Es nuestro mundo físico, subdivido en dos: la materia propiamente dicha; y
los pensamientos, emociones y sensaciones emanados del mundo físico.
En términos humanos, es el nivel en que opera Nefesh
-energía vital-, lo relacionado al funcionamiento total del cuerpo (físico
y psicológico), y al conocimiento que se deriva exclusivamente del mismo
(auto-centrado) Por ser una operatividad egoísta, en este plano se
manifiestan las dualidades, la separación. Pero al mismo tiempo el gozo de
la vida, el crecimiento corporal.
Aparte de estas cuatro dimensiones
mencionadas, hay una supra-dimensión.
Adam Kadmón.
Existe aun un plano superior a Atzilut
denominado Adam Kadmón -Persona primordial-, que es la primera
emanación de energía del Infinito, con la cual fueron creadas las
Sefirot, y todo lo existente. Es un estado inicial de la energía
divina inconcebible para nosotros, por completo ajeno a nuestra
percepción, e incluso a nuestro intelecto. Se enseña que es el punto en el
cual el alma humana y Dios son idénticas (como el príncipe que goza casi
todo lo del rey, pero no es el rey) Así como no podemos explicar la
esencia de Dios, no podemos atravesar los velos que cubren la realidad de
Adam Kadmón.
Este plano inalcanzable para nuestro intelecto, se corresponde a la
Iejidá, que es la unificación a la Fuente. Es decir, el momento
en que lo humano se sumerge en lo divino.
Debemos resaltar que de modo similar a Jaiá,
no tiene correlato individual, sino transpersonal o ambiental. Y cuando se
manifiesta materialmente lo hace por medio de la sefirá Maljut (lo
más refinado en unión con lo menos refinado)
Presentamos una tabla aclaratoria:
Planos de ocultamiento de la Luz |
Aspecto que concierne |
Nivel
de recepción espiritual |
Sefirá, esfera que concierne |
Personalidad representativa |
Letras del Nombre |
Adam Kadmón (Persona primordial) |
Divinidad |
Iejidá |
Keter |
Era mesiánica |
Tope de la Iud |
Atzilut (Emanación) |
Ser puro |
Jaiá |
Jojmá |
Adam (el primer humano unificado) |
Iud |
Briá (Creación) |
Intelecto |
Neshamá |
Biná |
Moshé |
Primera He |
Ietzirá (Formación) |
Emoción |
Ruaj |
de Jesed a Iesod |
Eliahu |
Vav |
Asiá (Acción) |
Cuerpo físico |
Nefesh |
Maljut |
David |
Segunda He |