Shabbat: Elul 18, 5764 <> 4/9/04
Comentario de la Parashá Ki
Tavó
Cumplir primorosamente
En nuestra parashá se dicta que aquel que
traía al Santuario la ofrenda de sus primeros frutos debía decir:
"Y ahora, he aquí traigo... - veatá hiné
heveti..."
(Devarim / Deuteronomio 26:10)
Estas tres palabras (en hebreo)
según nuestros Sabios encierran una gran moraleja para todos nosotros.
Para comprender la enseñanza, debemos saber que nos informan los maestros
que "hiné", que se traduce literalmente como "he aquí", es la
expresión apropiada para ser usada en ocasiones de regocijo
(a diferencia de vaiei que se usa en momentos dolorosos).
También nos especifican que "heveti", que se traduce literalmente
como "traigo", ha de entenderse en este contexto como "yo ME traigo".
De estas palabras correctamente comprendidas
aprendemos que el que cumple con una mitzvá, cualquiera que ésta sea,
debe actuar de la siguiente manera:
-
No ha de posponer el cumplimiento del
precepto, sino hacerlo cuando sea el tiempo adecuado y sin demorarlo
innecesariamente.
-
Su corazón debe estar regocijado por estar
sirviendo al Eterno, aunque el cumplimiento del mandamiento le cueste
esfuerzo, dinero, tiempo, etc.
-
Debe estar desprovisto de toda intención
egoísta, y estar dedicado abiertamente a cumplir el mandamiento sin
expectativa de beneficio alguno.
¡Les deseo Shabbat Shalom UMevoraj!
Moré Yehuda Ribco
Notas:
-Otras interpretaciones de este pasaje de la
Torá, y más estudios los hallan
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Relatos, anécdotas y enseñanzas
-Cuanto tú sostienes que el YO ocupa el lugar
de la dicha -comentó Tamar a su esposo, el Rabí Iejiel- ¿qué es lo que
quieres enseñar?
-Hasta que el hambriento YO cotidiano no se anula, no renuncia a tomarse
como el centro del mundo, no deja espacio para que entre otra cosa al
corazón... entonces, ¿cómo puede coexistir el amor ferviente por el YO con
la dicha?
-Pero, si es así, ¡tampoco deja entrar el
pesar, el dolor! Si no deja espacio para una cosa, tampoco deja espacio para
la otra.
-Buena observación has hecho mi querida.
Sin embargo, considera lo siguiente: la dicha, el placer esencial, es el
único bien que se alcanza cuando no se lo busca afanosamente, sino que se lo
encuentra al actuar con bondad desinteresadamente.
La dicha NO está dentro nuestro, sino fuera, y solamente la podemos hallar
en el encuentro con el otro.
Si no encontramos la dicha, estamos con hambre por gozarla, y cuando esa
hambre crece y crece y crece, pasa a hacerse un dolor profundo, intenso. Un
dolor que carcome el alma, que no deja en paz al espíritu.
El YO esencial ya lo tenemos, nacemos con él, así pues, cuando el YO es lo
que ocupa todo el corazón no es que deje o quite lugar para el dolor, pues
ya está ahí.
-Pero, ¿cómo reconocemos cuando el YO se quita del centro? -volvió a
preguntar Tamar.
-Cuando sientes dicha y no sabes porqué...
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©2004
Yehuda Ribco,
Montevideo, Uruguay.
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