Shabbat: Elul 5, 5765; 10/9/05
Comentario de la Parashá Shoftim
Actos
de bondad constantemente
En la parashá leemos lo siguiente:
"cuando guardes
todos estos mandamientos que yo te ordeno hoy para ponerlos por obra,
ames al Eterno tu Elokim y andes en Sus caminos todos los días..."
(Devarim / Deuteronomio 19:9)
Si prestamos la atención debida a las palabras
de la Torá, podemos reconocer que ésa
enfatiza que debemos andar por los caminos del Eterno a diario, cada día de
nuestras vidas. No hay vacaciones para esta tarea, es una actitud y un acto
de cada momento.
¿Cuándo estamos libres de actuar con bondad?
¡Nunca!
Tal como el Eterno a cada instante nos brinda Su Misericordia, así nosotros
debiéramos vivir abiertos para actuar con misericordia1.
Recordemos el versículo que hemos leído en los pasados días, en la parashá
Ree:
"Le abrirás -a tu
hermano necesitado- tu mano con liberalidad, y sin falta le prestarás lo
que necesite."
(Devarim / Deuteronomio 15:8)
La mano ha de estar abierta con "liberalidad",
ampliamente, generosamente, para de ese modo ayudar a nuestro hermano en
problemas con aquello que está a nuestro alcance ofrecerle.
Por su parte, nuestros Sabios indican que el
sentido de andar por los caminos del Eterno, mencionado en el primer
versículo que hemos citado, es de emular Sus actos, actuando
con justicia, con compasión con bondad hacia el prójimo a diario.
Dice el Talmud:
"Así como Él
viste a los que no tienen ropa, uno debe vestir a los que no tienen
ropa... Así como Él visita a los enfermos, uno debe visitar a los
enfermos... Así como Él consuela al que está de luto, uno debe consolar
al que está de luto... Así como Él entierra a los muertos, uno debe
enterrar a los muertos"
(Sotá 13b)
Es significativo que todos los actos
mencionados en esta guemará son rasgos positivos. Por ejemplo, en
ningún momento dice “Así como El juzga a los malvados, uno debe juzgar a los
malvados”.
Por el contrario, se resalta la obligación de cumplir con la misericordia y
justicia.
¿Por qué?
De acuerdo a Rabí Moshé Eisman, basado en el Ramban, oído de boca de Rabí
Moshe Zauderer: "Cuando hablamos de virtudes,
debemos parecernos al Eterno lo más posible, actuar de acuerdo a nuestras
posibilidades como Él. Sin embargo, cuando se trata del juicio, debemos
saber que “el juicio es del Eterno”. Nosotros no somos más que sus agentes".
A veces llegamos a considerar que hemos colmado la cuota de bondad que debemos dispensar
y por tanto podemos tomarnos un descanso más o menos extenso. Es para que no caigamos en
este error que la Torá nos recalca la obligación de ser justos y bondadosos
constantemente, pues nunca se alcanza la meta en la carrera por ser
misericordioso.
Es cierto que somos humanos, que somos limitados, que no tenemos infinito
dinero o elementos para beneficiar a nuestro prójimo, sin embargo, nuestra
actitud bondadosa, nuestra disposición positiva para el servicio ¿acaso se
agota cuando se nos terminan los fondos económicos?
Así pues, si no podemos realizar tzedaká tenemos siempre abierta la
puerta para el guemilut jasadim.
No debemos pensar que ejercemos bondades para
ganar algo personalmente, sino que lo hacemos porque es lo que corresponde
hacer.
El egoísmo nunca ha de ser la base de la bondad, sin embargo, es un hecho
comprobable que las personas cuando aflojan su contracción egoísta y se
abren generosamente al prójimo encuentran un goce y un bienestar que es
difícil describir.
He visto en numerosos de mis pacientes de
Cterapia
que cuando dejan de poner el acento de su vida en sus problemas, en sus
faltas, en sus reclamos permanentes, en su EGO inflado por la falta de
autoestima, es cuando comienzan el verdadero camino del crecimiento
espiritual y emocional.
Cuando se abren con Agradecimiento-Compasión-Generosidad al prójimo, es
cuando se abren realmente a su Yo Verdadero.
Es cuestión de empezar...
Una de las bondades que está a nuestro alcance
constantemente es la de proteger a las personas de daños y ofensas. Y lo aprendemos de la
misma parashá, cuando nos dice que:
"Los oficiales
volverán a hablar al pueblo y dirán: '¿Hay alguien que sea miedoso y de
corazón pusilánime? ¡Que se vaya y regrese a su casa! No sea que haga
desfallecer el corazón de sus compañeros, como ocurre con su propio
corazón.'"
(Devarim / Deuteronomio 20:8)
Expliquemos un poco nuestro punto.
En esta sección de la Torá se indican las
cuatro categorías de
personas que quedan exentas de ir a la guerra: el recién casado en el año de
su matrimonio, el que construyó una casa y no la ha estrenado, el que ha
plantado un viñedo y no ha gozado de su fruto. También se encuentra aquel
que entra en pánico con la sola idea de ir a la batalla.
Pero, es extraño que se haya incluido a éste, pues ¿quién no se atemoriza ante
todos los sufrimientos que acarrean las guerras? Seguramente que la Torá nos
está diciendo algo más, y precisamente esto es lo que nos explica Rabí Iosi Haglili
cuando nos señala que en realidad esta persona temerosa es aquella que
siente en su corazón que no sobrevivirá en la batalla a causa de la multitud de sus
pecados.
Y nos añade el sabio que la Torá es tan compasiva que incluye a este
temeroso en la lista con los otros tres, ¿saben por qué? Pues, para no
humillar al temeroso, sea porque su temor se funda en que es sumamente cobarde o
se basa en que se considera como un
gran pecador.
La perfecta Torá no quiere denigrar al hombre por sus debilidades, entonces ¿cómo
podemos nosotros estar señalando a nuestro prójimo por lo que consideramos
que son sus defectos?
La perfecta Torá manda a casa a muchos soldados que son necesarios solamente
para que el pecador no se sienta humillado... ¡eso es grandeza!
¿Llegamos nosotros a ella?
De aquí aprendemos que tenemos mucho por hacer
con tal de no humillar a la gente, incluso al pecador debemos respetarlo por
ser hijo del Eterno, creado a Su imagen y semejanza2.
Concluyamos con un relato ocurrido en un
Seder de Pesaj en lo del rabino Itzjac Hunter, del cual aprenderemos un
modo de estimular en lugar de humillar. Uno de sus comensales volcó una copa
llena de vino sobre el finísimo kittel -túnica- del rabino que estaba
blanco cual pura nube. El rabino de inmediato dijo "un kittel de
Pesaj que no está manchado de vino es como un majzor -libro de rezos-
de Iom Kippur que no está mojado en lágrimas. Gracias por ayudarme a hacer
más completo mi Pesaj". Y el seder continuó con regocijo y
solemnidad.
¡Les deseo a usted y los suyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj!
¡Qué sepamos construir shalom!
Moré Yehuda Ribco
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Notas:
1-
Recordemos que el atributo de Jesed -Misericordia- del Todopoderoso
es balanceado apropiadamente por el atributo de Din -Restricción o
Justicia-. Por tanto, es menester aprender a limitar la bondad que
desplegamos hacia fuera, y hacia dentro, para que no se corrompa la bondad y
dé frutos de maldad.
2- No
obstante se ha de proceder a todo lo que sea legal para que la justicia
prevalezca. No debemos confundir respeto con injusticia, ni no-humillar con
libertinaje.
-Otras interpretaciones de este pasaje de la
Torá, y más estudios los hallan
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