Shabbat: Tishrei 5, 5766; 8/10/05
Un
comentario de la Parashá Vaielej
Testigos
de la Presencia
En nuestra parashá está dicho:
"Aquel día
ciertamente esconderé Mi rostro, a causa de todo el mal que habrá hecho,
por tornarse hacia dioses ajenos.
Ahora, escribid para vosotros este cántico y enseñadlo a los Hijos de
Israel. Ponlo en su boca, para que este cántico Me sea de testigo en los
Hijos de Israel."
(Devarim / Deuteronomio 31:18-19)
¿Qué quiere decir el Eterno cuando designa al
cántico como: "que Me sea de testigo en los Hijos de Israel"?
Directamente puede entenderse que, por intermedio de este "cántico", que es
la Torá, estamos los israelitas en disposición de atestiguar la presencia
del Eterno.
¿Cómo es esto?
¿Cómo atestiguar la presencia de Aquel que no tiene forma ni cuerpo?
¿Cómo "verLo" por medio de la Torá, acaso es un telescopio místico y no nos
habíamos percatado?
Para responder a estas interrogantes, les pido
que atendamos a un punto relevante pero oculto en este pasaje de nuestra
perfecta Torá.
El Todopoderoso anuncia su hester panim
-ocultamiento de semblante-, su aparente desvinculación con los
avatares de Israel, que acontece como justa retribución del pecado de los
judíos de ir en pos de otros dioses, falsos todos ellos.
Es como si El Eterno dijera: 'ustedes me dan la espalda pues se vuelven a
los dioses, entonces Yo les doy la espalda, vivirán como si estuvieran
abandonados por Mí, pero lo cierto es que estoy esperando con amor y calor
el momento que ustedes retornen a Mí. Retornen judíos y serán consolados por
Mi abrazo'.
En palabras del profeta de la Verdad (que es leído esta semana como
haftará):
"¡Vuelve Israel
al Eterno tu Elokim, porque por tu pecado has caído!
Tomad con vosotros palabras y volved al Eterno. DecidLe: 'Quita toda la
iniquidad y acéptanos con benevolencia; en lugar de vacunos te ofrecemos
[el fruto de] nuestros labios.
No nos librará Asiria; no montaremos sobre caballos, ni nunca más
diremos a la obra de nuestras manos: 'Dioses nuestros'; porque en Ti el
huérfano alcanzará misericordia.
'Yo los sanaré de su infidelidad. Los amaré generosamente, porque Mi
furor se habrá apartado de ellos."
(Hoshea / Oseas 14:2-5)
Es claro el concepto.
La Alianza eterna entre Dios e Israel es inquebrantable, jamás nada ni nadie
podrá romper ese lazo de amor y fidelidad.
Sin embargo, cuando el corazón de algunos israelitas extraviados parece
olvidar la Alianza para dirigirse hacia la idolatría, el rostro del
Eterno no se manifiesta en el mundo en protección de Sus amados hijos
primogénitos, los israelitas. Entonces, a la nación santa le acontecen
desastres, persecuciones, expulsiones y otro tipo de desgracias que
parecieran mostrar el abandono que Dios hiciera de Israel. PERO, en verdad
el Padre no abandona a Sus hijos amados, solamente que en sombras espera a
que ellos regresen a Él.
Su amor hacia Israel es incondicional y sin interrupción, aunque en épocas
de sombras pareciera que el lazo se quebró. En esas sombrías épocas
la faceta de jesed -bondad- está en segundo plano, con fuerza se hace
sentir la faceta de din -restricción-, sobre los judíos.
Sin embargo, Él espera y llama a la puerta de nuestros corazones, Él espera
consumido por amor hacia nosotros; tal como en bello lenguaje poético
describió el sabio Salomón:
"Yo dormía,
pero mi corazón estaba despierto, y oí a mi amado que tocaba a la
puerta y llamaba: 'Ábreme, hermana mía, amada mía, paloma mía,
perfecta mía; porque mi cabeza está llena de rocío y mis cabellos
están mojados con las gotas de la noche.'"
(Shir HaSHirim / Cantar de los Cantares 5:2)
El Amado nos espera en cada época de crisis,
está con Sus brazos abiertos esperando que nos fundamos con Él en un fiel y
amoroso abrazo.
Dios no abandona jamás a Sus amados... aunque Sus amados a veces pueden
estar desquiciados y errabundos por las sendas del mundo...
Esta situación de aparente abandono y
perplejidad tiene su ventaja, pues el Eterno nunca castiga sin introducir un
bálsamo en el malestar.
¿Cuál es éste bálsamo en la situación de hester panim?
Atendamos el concepto de nuestros Sabios:
"Cuando Moshé
subió al cielo para recibir la Torá, vio al Eterno decorando las letras
de la Torá con coronas, puntas y ornamentos.
Moshé preguntó: Señor del Universo, ¿para quién haces eso dibujos
aparentemente superfluos?
El Eterno contestó: Hay una persona que va a vivir en el futuro, Akiva
ben Iosef es su nombre. Incluso en estos puntos y adornos de la Torá él va a
ser capaz de descubrir montañas de halajot -normas legales-."
(TB Menajot 29a)
Comprendamos esto claramente.
La Torá Escrita, la que recibió Israel a través de Moshé fue dada por el
canal de la profecía, en un entorno de milagros, protección divina y
salvación.
Es la obra del Eterno entregada en Sinaí y plasmada en el rollo de la Torá
que nos acompaña desde entonces hasta ahora. Es una obra que está fijada en
tinta para toda la eternidad, con sus letras y espacios delimitados sin
cambios sobre el rollo.
Por su parte, la Torá Oral, la preservada por los Sabios de Israel, tal como
Rabí Akiva, es la Torá que es recibida por el canal de la vivencia
cotidiana, a través del encuentro con el prójimo, del diálogo, de la
pregunta con su respuesta, pero también a través del exilio y el
sufrimiento.
Esta Torá no está escrita, sino que vive con cada latido del corazón judío,
respira con cada bocanada de aire del judío, y cuando se escribe se lo hace
con el sudor y la sangre de uno mismo. Éstas letras escritas con el esfuerzo
vital de la persona, son las coronas con las que el Eterno adornó aquella
primera Torá que entregó a los judíos en Sinaí. Son los puntos y detalles
que permiten a los Sabios como Akiva descubrir montañas de reglas y
enseñanzas que de otra manera permanecerían cubiertos y olvidados.
Esto significa que cuando la nación judía parece haber perdido todo,
cuando el sufrimiento pareciera negar la existencia del Eterno, es el
momento en el cual la persona puede descubrir al Eterno en el vacío
y sin sentido de una época desquiciada.
En este sentido se comprende claramente el enunciado talmúdico que afirma: "Nadie
entiende realmente las palabras de la Torá [especialmente la
halajá] hasta que no tropieza con el
cumplimiento de ella" (TB Guitin 43a).
A veces, para ganar es necesario estar dispuesto a perder todo, a dar todo,
para estar en condiciones de recibir todo.
Cuando se pierde todo, también se pierden
aquellas personas o características que esclavizan a la persona.
Cuando se llega al desierto más profundo, cuando el dolor y la miseria
parecieran ser los únicos compañeros, es cuando se puede encontrar lo que es
esencial.
¿Por qué la Torá fue entregada a los judíos en el desierto?
¿Por qué la Torá fue entregada a los judíos después de siglos de decadencia
y esclavitud?
¿Por qué la Torá fue entregada a los judíos, pocas personas de una nación
débil?
Pues... porque en el desierto, en la escasez, en la miseria uno encuentra el
camino renovado hacia la luz...
Y precisamente, esto es lo que nos dice el
primer pasaje que copiamos de nuestra parashá.
Cuando la época aciaga invada nuestras vidas y el sufrimiento pareciera ser
lo único eterno, pues el Eterno ha ocultado su semblante, exactamente
entonces es cuando se descubre la luz renovada y amorosa del Eterno.
¿En dónde?
Pues... en el mensaje perpetuo de la Torá (Escrita y Oral).
Cuando nos sumergimos en "el cántico", en la Torá, podemos ser testigos del
Eterno, lo volvemos a hallar y Él de inmediato nos abraza y cobija, nos
renueva y da vida para vivir.
En la Torá está Su Presencia, y al nosotros bucear en ella nos convertimos
en Sus testigos, pues dirigimos ahora nuestras a Él y por eso Él dirige
nuevamente Su rostro hacia nosotros para iluminarnos con su shalom.
Podemos ser testigos de Su Presencia...
¿queremos encontrarLo en la Torá y en la vida de mitzvot?
¡Les deseo a usted y los suyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj!
Shaná Tová - Ketivá vaJatimá Tová
¡Qué sepamos construir shalom!
Moré Yehuda Ribco
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Notas:
1-
Otras interpretaciones de este pasaje de la
Torá, y más estudios los hallan
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