Lic. Prof. Yehuda Ribco |
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BeShem H' El Olam |
Ni machismo, ni feminismo - Judaísmo
Fuentes de las acciones comunes
Ante todo debemos reconocer algunos aspectos que hacen al ser-estar judío.
Existen las mitzvot, preceptos o valores, que tienen carácter obligatorio, dependiendo de la persona y la situación, cuya fuente es el Eterno, y se encuentran escritas en la Torá.
Luego están las prescripciones de los rabinos, los jajamim, que también poseen carácter obligatorio.
Sin embargo, los jajamim también nos enseñan y nos explican aspectos de la Torá, o de estilos de vida, que son muchas veces metafóricos, o alegóricos, y que no son de forzoso acatamiento. Si navegamos entre los dichos de nuestros sabios podemos quizás sorprendernos de cómo ellos muchas veces parecen contradecirse, y la situación queda irresuelta, pero, eso no crea conflicto ni problemas ideológicos, pues, precisamente en ideología (judía) los dogmas son muy limitados. Así pues, definiciones rabínicas halájicas (de aplicación legal) son perentorias; en tanto que explicaciones y consejos, son opinables.
Y por último existen también las costumbres. Algunas de ellas tienen un origen netamente judío o hebreo. Otras son copias o modificaciones de costumbres propias de otras culturas, que adquieren un matiz judío. En general podemos decir que algunas costumbres se elevan al rango de obligación, mientras que la mayoría permanece en el marco de folclore o modos de hacer "judíos", pero que en sí no son absolutamente judíos.
Claro, también están los pensamientos, acciones y postulados de personas que pertenecen a la familia judía, o creen ser parte, y que afirman o niegan tales o cuales principios o fines, sea de palabra o sea en acto, pero, a pesar de ser "creaciones judías" no por eso son en efecto parte del cuerpo del judaísmo.
El prejuicio
Para manejarnos en este documento presentaremos una mishná, un estudio, de uno de los primeros jajamim de la Mishná, que es la quinta del primer capítulo del opúsculo "Avot", "Principios" o "Padres", que tendenciosamente es utilizado por detractores o ignorantes como demostración del machismo judío, enraizado en el pensamiento fundamental rabínico.
"Iosi hijo de Iojanan el jerosolemitano dice: 'Que tu casa esté abierta ampliamente, y que sean los pobres hijos de tu hogar; y no abundes en charlas con la mujer.
De su mujer decían, por supuesto con la mujer de su amigo.
De aquí dijeron los sabios: ''Todo el que abunda en charla con la mujer, se provoca el mal a sí mismo, y desperdicia palabras de Torá, y finalmente se atrae la perdición.''"
Cualquier lectura superficial, tendenciosa o ignorante de la cultura judía podría decir:
"MACHISMO, pobre mujer, ¿qué culpa tiene ella de la conversación de su marido? ¿Y si necesita comentarle algo a él? ¿En qué lugar ponen a la mujer estos judíos? Etc."
Las correctas interpretaciones
Daremos algunas de las interpretaciones que se aproximan con más exactitud, tanto a la letra como al espíritu de este párrafo y que nos servirá para conocer un poco más de la exacta concepción judía acerca de las relaciones entre hombres y mujeres.
Algunas preguntas habituales
Como dijéramos, las producciones individuales de los judíos, no necesariamente son
parte del judaísmo. Flavio Josefo vivió en una época difícil, en circunstancias duras, y en una cultura
dominada por el pensamiento helénico y romano. Así que, las palabras de este historiador
son suyas, pero no judías.
En lugar de competir la pareja debe compartir. Existen diversos roles, funciones,
actividades, y no es ni útil, ni práctico ni sabio el que todos hagan todo. Por ser la mujer la que procrea, y la que antes lleva a la criatura en su vientre, la
relación hogar - mujer aparece más que como una necesidad social, como una extensión de
la relación natural primaria entre el feto y su madre. No es esto excusa para que el hombre "tire" toda la responsabilidad del hogar
y de la crianza de los hijos, sino para entender porqué el imperio de la mujer comienza
en el seno del hogar, y luego se puede llegar a extender a otros dominios. Existen dos templos, uno que es al cual se va, que queda fuera de la familia, que es
lugar de reunión social, con sus normas, ritos y procedimientos. En tanto que el otro
templo es el hogar, con sus propias normas. En este templo la mujer es la sacerdotisa,
pero no por eso es desplazada, sino todo lo contrario, recibe el elogio y el mérito mayor
de ser responsable del mantenimiento de la familia dentro de la tradición judía, cosa
que por más que el hombre concurra a la sinagoga, jamás puede éste lograr. Según nuestros sabios es la mujer la que "hereda biológicamente" la
condición "religiosa" a su descendiente. Es decir si la madre es judía y el
padre no, el hijo/a es judío. En tanto que al contrario, no. ¿No es esto prueba evidente del papel fundamental y primordial de la mujer judía? Claro, la razón que se puede argumentar para esta herencia del judaísmo, es que la
madre indudablemente es conocida, sabemos de quién sale el hijo, pero, no podemos (no
podíamos) con certeza afirmar quién era el padre (por infidelidad, violación, etc.). Pero, la otra razón es que el feto al ir creciendo dentro de la madre, recibe las
influencias de ésta, la educación sin palabras e íntima de los primeros meses. Luego al
mamar la leche materna (o del biberón, da lo mismo) el contacto inicial marca a fuego lo
que posteriormente será la vida de la persona. Así que sabiamente nuestros sabios decidieron que es la madre la que hereda su
"religión" al hijo. Que la mujer quiera participar del templo, no está mal. Es más, ni siquiera debe ser
tildado de reformista, pues la halajá (procedimiento legal judío) lo contempla. Pero, ¿es necesario? Esta es la mejor pregunta que además sirve de respuesta. Para dejar claro: el hogar no sólo para la mujer, ni la sinagoga no sólo para el
hombre. Pero ambos tienen roles que cumplir, y si así funcionó sin problemas y sin
opresiones durante milenios, ¿en qué anda mal?
Pues, no. En realidad es alabar a la mujer. Cualquier persona que viva judaicamente sabe que la mujer es pilar del judaísmo, y que
no se encuentra en las fuentes verdaderamente judías alusiones negativas a la mujer como
género. Por ejemplo, Dios le dice a Avraham que cumpla con lo que su mujer, Sará, le diga
(Bereshit 21:12), aunque lo que ella exigía era sumamente doloroso para él. Nuestros sabios enfatizan a menudo la fuerza moral y espiritual de la mujer. Por
ejemplo, gracias a las mujeres fuimos liberados de Mitzraim (Sotá 11b); las mujeres
aceptaron primero la Torá; ellas no participaron del Becerro de Oro; fueron las más
generosas para edificar el tabernáculo; tuvieron participaciones fundamentales en Purim,
Janucá, etc. En los libros apócrifos, en relatos populares, jamás la mujer judía fue víctima de
burla o de rechazo, o de impugnación de su valiosa esencia, sino que siempre fue alabada
y bien considerada. En ocasiones figuras femeninas son denostadas, sean personas individuales (como Izebel
esposa del rey Ajab), o colectivamente, como la mujer licenciosa o la ramera, pero,
también los hombres burladores y los malvados fueron tratados con rudeza, o algunos
personajes masculinos (como Ierobam ben Nevat) sin miramientos. Es decir, no hay predilección en las fuentes judías por el varón por sobre la mujer. Sigamos con la berajá que aparenta ser lesiva para la mujer. La paciencia, misericordia, bondad, destreza, vigor, etc., que la mujer posee para
concebir los hijos y luego dirigirlos por el buen camino, son demostraciones de la
espiritualidad superior de la mujer, que ya hemos mencionado hasta el cansancio. De seguro que no hay hombre que pueda seguir el paso de la mujer, pues caería rendido
antes de llegar a la mitad de lo que la mujer anda. Denominar al género femenino como sexo débil es una defensa endeble del hombre, que
en algunos aspectos físicos sí es más poderoso, y que por lo tanto, trata de ocultar su
flaqueza denigrando a quien en realidad es fuerte. Es la vieja táctica del que tiene un
autoconcepto pobre de sí mismo, por lo cual se infla de aire, de vacío, de orgullo, en
tanto rebaja a quien en verdad es mejor... Pero, dentro del judaísmo la mujer jamás fue el "sexo débil", sino la
contraparte complementaria del varón. Nuestros sabios exceptuaron a las mujeres de la mayoría de las mitzvot positivas que
tienen un tiempo determinado (por ejemplo, tefilín), las razones al menos son tres:
Luego de este extenso prólogo podemos contestar la pregunta: el hombre agradece por no
ser mujer, pues esta bendición se incluye en las bendiciones que agradecen a Dios por el
cumplimiento de las mitzvot; ya que el hombre debe cumplir más mitzvot que la mujer,
entonces se agradece por esto. ¿Y por qué no se agradece por ser hombre? Pues, precisamente por lo contrario de lo que se supone. Al designarnos como hombres
nos estamos "menospreciando", y eso es pecar. Por lo cual, negamos nuestra
perfección y anteponemos lo que es mejor a nosotros, esto es, la mujer. ¿Y por qué la mujer bendice que fue hecha a Su Voluntad? Porque la Voluntad Divina es una de las esferas superiores del Eterno. Con esta
bendición expresa la mujer que reconoce su procedencia de niveles elevados, de estadios
superiores, pues es hecha con Grandeza. En definitiva, en lugar de menosprecio, elogio que encubre la pobreza del hombre.
Quien afirma esto demuestra suma ignorancia, además de prejuicio. Sará, Rivká, Leá, Rajel, las parteras en Mitzraim, Miriam, Iudit, Rut, Ester,
Abigail, BatSheva, Deborá, Iael, Julda, Janá, Bruriá, Golda Meir, etc. son ejemplos de
todo eso que se dice que no hay.
Esto ya lo contestamos. No lo hacen, porque no lo precisan, en tanto que para el hombre es una necesidad
espiritual, para intentar alcanzar el grado espiritual de la mujer.
Como dijimos ya, aquel que está más arriba puede caer más bajo. El hombre con su tosquedad sirve de parapeto a la mujer. No por ser él superior, sino
por ser menos. De esta manera el primer error, el de comer del fruto prohibido del conocimiento del
Bien y del Mal, puede ser prevenido. Entonces, más que maldición, es medicina, desagradable pero efectiva, para limitar la
potencialidad de la mujer (no de buscar el Bien, sino de caer y hacer caer).
Esta es otra pregunta hija de la ignorancia. La Torá estipula que sea entregado "sefer kritut", que correctamente
traducido es "carta o escrito de separación o corte". Claro, en realidad repudio también es sinónimo de separación, pero, ocurre que se la
toma como algo indigno para la mujer, ofensivo y denigrante. La verdad es otra. En ningún momento del divorcio es necesaria la bajeza, la rudeza o los malos tratos.
Es más, ni siquiera se precisa escribir o detallar las causas de la separación.
En el procedimiento legal de separación nada se da, ni se recibe. Una relación que
resulta perjudicial, es cortada, para beneficio de las partes. Y algún procedimiento
legal debe ser aplicado. Este procedimiento se basa en la Torá, pero tomó mucho de las
culturas que cobijaban o influenciaban el judaísmo rabínico. Por eso toda la
connotación machista, cuando en principio no es más que la aceptación mutua del final
de un matrimonio fracasado, y de la liberación para un futuro mejor de ambos, y de la
familia. También, porque en la antigüedad estaba permitida la poligamia (un hombre desposado
con muchas mujeres), pero no lo contrario. Así, el hombre debía dejar constancia de que
la mujer estaba en efecto y a todos los efectos libre para contraer nuevo enlace. Así que
en lugar de perjuicio contra la mujer, es para su beneficio.
Una de las manifestaciones culturales pretéritas que fue corregida a lo largo de los
siglos, y que no tuvo mucho fundamento no seguimiento dentro de la norma familiar judía.
Falso. El primer ser creado era andrógino, de ambos sexos. La Torá lo expresa claramente, y
abundantes midrashim lo sostienen. Más adelante, Dios separó al hombre de la mujer. Sin embargo, aún nosotros poseemos
características de ambos sexos, fisiológica y psíquicamente. Se incurre en el común error porque el lenguaje en general utiliza el género
masculino para alusiones indefinidas, tal como Hombre, Dios, etc.
Esto es incorrecto, a medias. Para ciertos testimonios son tan válidas las
declaraciones de las mujeres como de los varones, pero, en aquellos asuntos que las
mujeres no tienen obligación (ver más arriba), su testimonio no es útil.
¿Es necesario el feminismo?
Por lo que hemos sucintamente aportado, el machismo no es parte del judaísmo, ni lo fue.
¿Acaso es necesario un movimiento radical que propugna afianzar los derechos de la mujer?
La respuesta parece obvia.
Pero, en tanto vivamos en sociedades que rebajan la condición de la mujer, el activismo judío en liberarlas del yugo indigno es útil.
Claro, si los judíos viviéramos como tales, seríamos ejemplo de armonía y convivencia, y serviríamos para alumbrar un poco las habituales difíciles situaciones que muchas parejas, familias o individuos padecen.
Este artículo fue escrito a fines de junio 1999, Tamuz 5759, a pedido de alumnos de cuarto grado de liceo Integral.
Estamos abiertos a comentarios, sugerencias o más interrogantes.
Intentaremos continuar profundizando, con tiempo y un poco más de estudio.
Yehuda Ribco
Si les quedan interrogantes, comentarios o sugerencias, háganlas
llegar que son siempre muy bienvenidas.
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