Judaismo conversion Israel Mashiaj Tora Dios amor paz

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 Lic. Prof. Yehuda Ribco (Av 6, 5762 - 15/7/02)

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BeShem H' El Olam

LaH' Haaretz UMeloa
Responsable: Licenciado en Sicología Prof. Yehuda Ribco / Darjey Noam

¿Un pequeño ratoncito? 

Pesaj

 

De niño me gustaba ver en la televisión la caricatura “Tom y Jerry”. Era un programa que me divertía y me hacía pasar un rato alegre.

A veces, cuando uno crece se supone que los gustos varían, se supone que uno es capaz de cierto criterio, de (auto-)crítica. Por lo que, siendo adolescente pensaba: ¿cómo puede ser que exista ese tipo de programas?

La duda se basaba en lo siguiente: todos sabemos que los ratones son animales perjudiciales, traen enfermedades, echan a perder alimentos, rompen el cableado, etc., en resumen, muy poco beneficio para tanto desperdicio...
Y por el otro lado, a pesar de los sentimientos que uno pueda tener hacia los gatos, estos son animales útiles, en cierta medida amigables, en una palabra: (a su manera) en armonía con las personas.

 

Entonces, ¿por qué en esa caricatura que mencionamos, el que siempre vence es el ratón elevándolo así al estatus de héroe para los niños, de ejemplo a imitar?

¿Por qué el animal ingrato, perjudicial es presentado corno el más simpático, como el modelo que sirva para identificarse, para ser idénticos a él?

¿Por qué, en definitiva, se hace triunfar al “malo” y perder al “bueno”?

 

Obviamente que estas preguntas no eran la principal preocupación en mi vida, y tampoco les prestaba mucha atención, solamente me volvían a la conciencia si al pasar delante de alguna televisión veía las fugaces imágenes de ese programa.

 

Pero, por esos misterios de la vida, el año pasado, meditando acerca de Pesaj, me pareció descubrir algo, reconocer ciertas cosas, y hasta incluso me atreví a intentar contestar sobre el misterio del "ratón bueno".

 

Nos tenemos que imaginar ubicados alrededor de los años 1940, que es la década en que nacen estos dibujos.

El Mundo está en la más atroz de todas las guerras.

Los Estados Unidos intentan mantener su poderosa maquinaria industrial a la vez que reanimar su economía después de la "Gran Depresión".
Estados Unidos quiere emerger de las cenizas de la devastación como el nuevo faro del orbe, como el privilegiado centro del Imperio.

Y en cierto momento, aporta a los esfuerzos de guerra contra el enemigo nazi-fascista, enemigo no sólo en el plano de las ideas, sino quizás en uno que "duele" más a ciertas personas, en el del poder.

Obviamente, el esfuerzo de todos los individuos, de todos los engranajes, debían ser optimizados, y encauzados a obtener los objetivos requeridos por los gobiernos.

El minúsculo engranaje individual era importante, pero no en sí mismo, sino en tanto parte funcional de un dispositivo inmenso que debía permanecer aceitado y en buen funcionamiento.

 

El pequeño ratoncito, Jerry, que es un animal molesto, se transformó en una representación que sirviera para que el gran público norteamericano se identificara.
Se erigió en el modelo del ser "americano-demócrata-republicano".

A pesar de ser un animal inútil,
y precisamente por eso,
se convirtió ahora en la imagen de lo que todo americano debía ser:
un sujeto listo (en todas sus acepciones)
que utiliza cualquier recurso para vencer al despiadado perseguidor,
que era la representación de todos los grandes enemigos que amenazaban a la Maquinaria Occidental y Cristiana,
y principalmente a sus valores e ideologías (que manipulan los estratos materiales de las naciones y las personas (como verán, postulado contrario de las tesis marxistas)).

Cuando la gran guerra terminó, venció (en el imaginario social) “Jerry”, o la colonia de "Jerries".

Esto trajo aparejado una metamorfosis en el carácter de "Tom".
Pues, el gato en la pantalla siguió siendo “Tom”, pero en la realidad ahora era el nuevo “demonio enemigo de la Democracia" (es decir, de los valores que sostienen el entramado social occidental) = Tom,
pasó a representar al Bloque Oriental y al llamado “Socialismo Real”.

 

Así, durante décadas nosotros desde niños aprendíamos a sentirnos parte de la gran agrupación de ratones, esforzándonos por vencer a los que vinieran a ser el Tom de turno.

No es extraño, de acuerdo a esto, que los nuevos Tom y Jerry, a menudo sean amistosos entre ellos, y que ahora tengan aventuras en conjunto, en contra de situaciones o circunstancias que aparezcan en sus vidas.

 

Cuando el hombre pretende ser libre, y se lo ubica siempre en el papel de un ratoncito,

animal minúsculo y destructor,
bicho odiado por todos,

que no tiene valor por sí mismo,

sino como parte de algo más grande,

que lo supera,

y que no lo eleva,
pues le da como modo de vida
la inmoralidad,
el aventajar a otro por medios ilícitos,
el ganar sin importar los costos,

¿en dónde queda su Libertad?

¿Es realmente una persona libre para construir una vida plena,
o es una persona esclava
y tan esclava
que ni siquiera tiene conciencia de las tenaces cadenas (inmateriales pero que repercuten en la materialidad) que lo aprisionan?

 

Su "libertad" estriba en la posibilidad que le dejan (se deja) para hacerle trampas (actos inmorales) al gran gato, para divertirse (burlarse) creyendo que le ganó en alguna oportunidad. Para, al día siguiente, continuar la serie animada, cuando surgirán nuevas ocasiones para estar amenazado y para zafar mofándose de los adversarios poderosos.

Pero,

hay una gran diferencia entre esforzarse en ser libre para construir nuestra libertad,
que estar siempre "desligados" (en todos sus sentidos)
con la finalidad de huir constantemente
de las diversas esclavitudes manifiestas.

 

Está bien huir (combatir, eliminar, superar, etc.) de Mitzraim (no Egipto, sino el símbolo de la esclavitud total),

está bien huir del régimen nazi,

está bien huir del Socialismo Real,

está bien huir de lo que esclaviza materialmente,
pero también está bien huir de lo que esclaviza espiritualmente,

y mucho mejor no huir de quienes debemos ser.

 

La Libertad no es una condición que se hereda, sino una labor creativa que la persona debe emprender cada día, intentando, transformarse en realmente libre.
Porque
si hoy soy libre,
no significa que mañana lo seré.
No solo por los efectos de mis propias acciones, sino también por las circunstancias y por los efectos de las acciones de los demás, con los cuales uno convive.

Y eso precisamente es lo que el sentido profundo de Pesaj nos advierte.

Si suponemos que la Libertad es un hecho ya dado (por nacimiento, por Dios, por la Constitución de la República, etc.), corremos el riesgo de no llegar a comprender que podemos estar siendo esclavizados, y eso, es una doble esclavitud. Porque, uno es esclavo material, y peor, ni siquiera reconoce su lamentable situación.

Porque aquel que se siente esclavo, al menos puede, quizás, hacer algo para liberarse. Por lo menos, sufrir. Al menos, gemir. Quizás soñar con cambiar su vida.
Pero, el que es “feliz” en su esclavitud, o el que es ciego a ella,
¿soñará algún día con su liberación?

 

El sistema capitalista en su moderna versión consumista, a través de sus múltiples instancias, adiestra a la persona para ser consumidor y también producto de consumo.

La persona para consumir, debe sacrificar su libertad, adecuando sus deseos al deseo del Capital (Faraón de nuestros días), y también, permitir que su vida sea modelada por otros, transformándose en objeto, casi sin cualidades humanas.

Obviamente que esta condición de existencia no promueve a la felicidad-conciencia-libertad (Sucot-Shavuot-Pesaj) individual,
y en última instancia, tampoco a la colectiva.

Y para huir de esa constante sensación de vació,
de existencia vacía,
y de sentirse (des)valorado solamente corno objeto, paradójicamente,
se consume más,
se busca llenar ese vacío interno,
con elementos del afuera.

Pretendemos incorporar a nuestro Yo (endeble)
fragmentos ajenos,
que nos adormecen
en una empalagosa quimera,
que en nada promueve
al crecimiento
verdadero.

 

Y para conseguir esos elementos externos,
hay que ser más productivo,
más engranaje de la maquinaria consumista.

Es un circulo vicioso,
que alimenta el consumismo,
que es en definitiva el que pro-mueve ese malestar.

 

Las relaciones que se dan de esta manera son también demostraciones de esa paradoja, en nuestras sociedades Occidentales y Cristianas, de continuo se habla de modernas libertades de todo tipo, hasta el punto que de tanta repetición, nos hacemos creyentes de la mitología flamante.

Adoramos a los ídolos actuales, tales como la tecnología, la economía, etc.
Adoramos la creencia de que nuestra "evolucionada" civilización es la más redimida de todas las que existen o existieron.
Creemos que somos más libres, más concientes, más felices (Pesaj, Shavuot y Sucot).
Pero, la soledad y los sentimientos de soledad son los que prevalecen.
El vandalismo arrasa.
Los miedos atávicos subsisten.
Incluso, somos más "bárbaros" en muchos aspectos que nuestros antepasados menos pagados de sí mismos y de su civilización poco tecnológica.
Un simple ejemplo. ¿Qué aconteció en la Capital de esta Era cuando en una noche (creo que en la década de los 1970) un apagón oscureció toda la ciudad?
Los saqueos, violaciones, crímenes, gamberrismo, maldad por el simple hecho de cometerla, y etc., surgieron de los disfraces que comúnmente los esconden.
Es que, detrás de tanta tecnología, detrás de tanta auto-suficiencia, detrás de amar al punto de divinizar al Hombre, detrás de gozar la inmoralidad,
se esconce acechante la fragilidad,
la idolatría,
la esclavitud.

 

Pero, vayamos a algo más cotidiano, más "normal", ¿cómo puede ser que habiendo tantas oportunidades para disfrutar de compañía y de sentirse acompañado, sin embargo, se prefiera o se soporte a la soledad?
Con noches iluminadas, medios de transporte cómodos y eficientes, pavimento, facilidades varias, que nuestros antecesores desconocían, y sin embargo ellos eran menos víctima de la soledad que nosotros.

En algunos sitios se prefiere que cada cual se encierre en sus casas a ver TV o escuchar radio, en lugar de ir con un grupo de amigos al cine, teatro o mejor todavía, a sentarse en torno a una mesa de café a charlar, o en una vereda de una calle cualquiera...

De a poco la comida "para llevar" o la "enviada sin cargo", o los "fast food", van reemplazando las comidas familiares, los asados de amigos, las formas grupales de compartir ese momento vital (en varios planos) que es la comida.

Es decir, se tiene “más tiempo” que antes, se “vive más” que antes, y aun, se “pasa mejor” que antes; y sin embargo, la soledad es lo que crece y no los sentimientos de pertenecer a algo o alguien que nos reconoce plenamente como personas, y no solamente como elementos útiles en tanto produzcan bienes de consumo y los consuman.
Podemos llegar al extremo de decir: "papá es bueno, porque me compró hamburguesas en McChancho; mamá buena por traerme el compact de tal cantante; mi hermana buena por usar walkman y no molestarme con sus cosas...etc."
¿Somos más felices, concientes y libres?
¿O nos aturdimos con los auriculares?
¿Nos enceguecemos con los monitores?
¿Devoramos con la indiferencia?

 

La historia de la Liberación de Mitzraim, ocurrida hace tantos milenios, sigue siendo un (lamentable) dedo indicador de lo que acontece en la sociedad.

Afortunadamente al poder tener este dedo que acusa sin ambages, al tener la opción de prestarle atención, es que comenzamos a ejercer nuestra libertad para ser realmente libres para ser libres (y concientes y felices),
y no vivir como nos tienen acostumbrados (adiestrados),
como Jerries,
felices en la burla que hacemos de nosotros mismo;
y que solamente somos libres de alguna de las pestes de antes,
de alguna de las fatigas de antes,
de alguno de los rigores de antes,
de esa esclavitud de antes, que en parte era más libertad que la libertad de estos tiempos.

 

''Yo pondré mi morada entre vosotros, y mi alma no os abominará. Andaré entre vosotros y seré vuestro Elokim, y vosotros seréis mi pueblo. Yo, Hashem vuestro Elokim que os saqué de la tierra de Egipto para que no fueseis sus esclavos. Yo rompí las coyundas de vuestro yugo, y os he hecho andar con la cabeza erguida." (Vaikrá / Levítico  26:11-13)

 


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