Lic. Prof. Yehuda Ribco |
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Respuestas a Preguntas
Pregunta recibida
"...¿Cuál es el premio por ser Pueblo Escogido?..."
Argentina
Respuesta
Gracias por su interesante pregunta.
"(2) Partieron de Refidim y llegaron al desierto de Sinaí, e Israel acampó allí en el desierto frente al monte.
(3) Entonces Moshé [Moisés] subió para encontrarse con Elokim, y Hashem lo llamó desde el monte, diciendo: --Así dirás a la casa de Iaacov [Jacob] y anunciarás a los Hijos de Israel:
(4) ''Vosotros habéis visto lo que He hecho a los egipcios, y cómo os He levantado a vosotros sobre alas de águilas y os He traído a Mí.
(5) Ahora pues, si escucháis atentamente Mi voz y guardáis Mi pacto, seréis para Mí un pueblo especial entre todos los pueblos. Porque Mía es toda la tierra,
(6) y vosotros Me seréis un reino de sacerdotes y una nación consagrada -kadosh-.'' Éstas son las palabras que dirás a los Hijos de Israel.
(7) Entonces Moshé [Moisés] volvió y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en su presencia todas estas palabras que Hashem le había mandado.
(8) Todo el pueblo respondió a una, y dijo: --¡Haremos todo lo que Hashem ha dicho! Y Moshé [Moisés] repitió a Hashem las palabras del pueblo."
(Shemot / Éxodo 19)
¿Tiene lógica el planteo primario de Dios?
Cuando a alguien le ofrecen una labor para hacer de forma consuetudinaria, antes
de aceptar es básico consultar de qué se trata, y quizás también cual es el
pago por el esfuerzo realizado y el probable bien conseguido.
Sin embargo, Dios nada habla del trabajo en sí mismo para Israel, ni de la
recompensa.
Dice de "escuchar atentamente Su voz, y guardar Su pacto", sin
especificar qué se debe comprender como Su voz y Su pacto.
Y cuando agrega: "seréis para Mí un pueblo especial", ¿es como
recompensa o como parte del trabajo a aceptar?
¿Y qué tiene que hacer el "porque Mía es toda la tierra" en todo
esto?
¿Qué es un reino de sacerdotes?
¿Qué una nación consagrada?
¿Es lo mismo reino de sacerdotes que nación sagrada?
¿Acaso sacerdocio no implica consagración?
Intentemos algunas respuestas.
Dios ofrece.
Israel libremente decide.
Y, en ese momento es Israel, como una entidad orgánica, armoniosa, pues está
escrito: "e Israel acampó allí", en singular, para denotar su
raro estado de avenencia.
Israel es compelido a elegir, entre tomar lo que Dios quiere dar, o rechazarlo.
¿Qué ofrece Dios?
El cumplimiento de la Torá y las mitzvot.
Nada más. Y todo eso...
La única encomienda es servirLo.
El único beneficio es servirLo.
Pedir otra recompensa es ser egoísta, amarse más a sí mismo que a Dios...
Cumplir con Su encargo como un empleado que trabaja por su justo salario -lugar
en el Más Allá- es incorrecto.
Cumplir para ganar ventajas en Este Mundo, tampoco es adecuado.
Se debe cumplir, simplemente porque eso es lo que se ha acordado, porque es es
Su Voluntad.
El resto, en el Más Acá o en el Más Allá, de los beneficios, son
añadiduras...
Consideremos que como consecuencia de aceptar el yugo de Dios, se le dice a
Israel que será un "reino de sacerdotes -cohanim-".
¿Qué eran estos sacerdotes?
Los cohanim (sacerdotes de la tribu de Leví) no poseían físicamente
tierras, tan sólo las ciudades destinadas para ellos, pues su posesión
trascendía la materia, ya que está dicho:
"Por esto Leví no ha tenido parte ni heredad -najalá- entre sus hermanos: Hashem es su heredad -najalá-, como Hashem tu Elokim se lo ha prometido."
(Devarim / Deuteronomio 10:9).
Pues, su actividad ritual permitía advenir la
chispa de divinidad de, incluso, los objetos que supuestamente están más
distantes de la santidad. Entonces, ¿cómo atarse a lo terrenal,
teniendo todo el Cosmos -físico/espiritual- como territorio a explorar, a
desarrollar?
¿Acaso se está insinuando que el reino del Pueblo Elegido trasciende
los límites materiales?
Tomemos en cuenta que nuestra existencia está doblemente
arraigada, en lo físico y en lo espiritual (aunque en realidad ambas pueden ser
consideradas como niveles más o menos evolucionados de emanaciones de la misma
Realidad -ya que estamos, no está demás recordar un muy divulgado de la
física moderna principio de equivalencias entre energía y materia ...).
Necesitamos de nuestra najalá -porción- de tierra, de aspectos
físicos, para continuar viviendo. Por lo que cultivar nuestro plano material no
es impropio, es necesario.
Pero, cultivarlo no significa convertirlo en la esencia de nuestro pasar por el
Mundo.
Satisfacer nuestros apetitos, no implica convertirnos en celosos buscadores de
placeres sensuales.
Cultivar significa hacer crecer, cuidar... y en términos de la Torá, también
compartir... en resumen "dar vida".
El trabajo de servir a Dios incluye el de trabajar sobre nuestros aspectos
materiales, tal como en épocas del Bet HaMikdash (Templo de
Ierushalaim) se consideraba que acciones cotidianas como cosechar, sembrar o
parecidas, eran de similar importancia a los korbanot -sacrificios-
ofrecidos por los sacerdotes en su servicio en el Templo.
Nuestros aspectos materiales son los cuidados personales, la ocupación con
fines del sustento, el esparcimiento saludable, etc.
Y lo que sintetiza el trabajo material con el espiritual es el amor al prójimo,
que es la forma de expresar el desapego necesario en tanto se mantiene el
auto-respeto.
Hacer de cada acción un momento de amor al otro que no soy yo y de amor a mí
ser, es un modo de adherirse a Dios, tal como está dicho:
"... amarás a tu prójimo como a ti mismo (porque) Yo soy Hashem."
(Vaikrá / Levítico 19:18)
Adherirse a Dios es el objetivo último de la Creación.
Esto lo consigue Israel por intermedio de la Torá y las mitzvot, tal
como está expresado:
"Habla a toda la congregación de los Hijos de Israel y diles: 'Sed santos, porque Yo, Hashem vuestro Elokim, soy santo -kadosh-."
(Vaikrá / Levítico 19:2)
Dios es Kadosh (santo, consagrado).
Israel puede serlo, para asemejarse a Él.
Para conseguir lo mencionado más arriba, llegar a ser una "nación
consagrada".
Así pues, siendo sacerdotes en nuestra vida diaria, siendo fieles a lo que
debemos ser fieles, estamos amándonos, amando al prójimo, amando a Dios,
construyendo un mejor Mundo, consagrándonos como nación.
Convertir lo corriente en extraordinario, lo sensual en trascendente, lo
elemental en consagrado es parte de la labor sacerdotal.
Labor, repetimos, que es altruista, no egoísta, pues en definitiva nada de la
tierra queda como posesión...
Así pues, ser "pueblo especial", Pueblo Elegido por Dios, es tanto un
trabajo como una recompensa...
Ahora bien, se mencionan a las otras naciones.
Se afirma la posesión de Dios sobre toda la Tierra.
¿Acaso como sinónimo de racismo o de actitud peyorativa hacia las otras
naciones?
No. Todo lo contrario.
El sacerdocio y la consagración de Israel se manifiesta también en el servicio
a las naciones de la Tierra.
Servicio que se brinda actuando como la Torá ordena, y sirviendo así como
modelo de conducta adecuada, de guías del sendero armonioso en pos del Shalom
(Paz, Equilibrio, Integridad).
Tal como profetiza:
"Muchos pueblos vendrán y dirán: ''Venid, subamos al monte de Hashem, a la casa del Elokim de Iaacov [Jacob], para que Él nos enseñe sus caminos, y nosotros caminemos por sus sendas.'' Porque de Tzión [Sion] saldrá la Torá, y de Ierushalaim [Jerusalén] la palabra de Hashem.
...
Yo, Hashem, te he llamado en justicia, y te asiré de la mano. Te guardaré y te pondré como pacto popular, y como luz para las naciones"
(Ieshaiá / Isaías 2:3; 42:6)
Claro para lograr esto, así como lo anterior no sólo es necesaria la fidelidad
a la Voz y al Pacto, sino también la unidad del Pueblo, tal como estaba
hermanado bajo Sinaí.
Si el Pueblo está fragmentado y escindido, si cada cual se preocupa por su
parcela, por su pequeña porción, se altera el equilibrio, se perjudica la
consecución del fin.
La Elección divina permanece, pero en potencia.
Tan sólo el amor desinteresado, el verdadero amor, incluso -o especialmente-
por el que está menos próximo es el que hace viable la realización de la
elección.
Está en Israel la capacidad de transmitir esa energía en potencia a las
naciones.
Quizás por no haberlo logrado aún es que el antisemitismo esté tan difundido.
No por nuestros errores, sino por un deseo de parte de las naciones que al no
verse colmado, en el caso de algunas personas no muy evolucionadas se traduce en
actos de inconformismo y violencia, en lugar de aguardar con paciencia, o de
fomentar el desarrollo de Israel.
Es como el niño pequeño que al no sentirse satisfecho con el alimento dado por
su madre, pega, patea, llora, se enoja... ni él ni su madre lo hacen por
maldad... aunque a veces hay personas que tienden por voluntad propia hacia lo
malo...
Quizás con todo lo explicado hasta ahora se pueda comprender
un párrafo que resulta extraño, pues aparece tres veces repetido -de diversos
modos- en el breve discurso: "Éstas son las palabras que dirás a
los Hijos de Israel."
Esto es lo que pide Dios de los Hijos de Israel, y que les sea dicho, y
no otra cosa.
Que Israel acepte lo que Dios ha dado, que acepte la inmensa misión de ser un reino
de sacerdotes. Sin esperar nada más a cambio... sin prometerles otras
cosas, ni beneficios aquí, ni recompensas en el Más Allá...
Que Israel sea tratado como el hijo-servidor maduro que comprende y acepta sin
necesidad de poner por delante una golosina o un premio...
Que asuman que la consagración necesariamente implica desapego, altruismo,
generosidad, compartir, dar en lugar de pretender recibir... y esto, en verdad,
requiere un inmenso esfuerzo...
Que Israel acepté por verdadero amor el compromiso con Dios, y no por amor a
sí mismo, a los beneficios que pueden obtener...
Para finalizar, Ibn Ezra (un comentarista clásico de la
Torá) dice que el versículo podría leerse como: "seréis para Mí
un pueblo especial entre todos los pueblos, a pesar de que toda la tierra
es Mía”.
Es decir, desde esta perspectiva Dios acredita que la elección de Israel no se
debe a un amor particular hacia ellos, o un desmerecimiento de las otras
naciones, sino a que por el estado de madurez espiritual de Israel, por el
crisol de la terrible y centenaria esclavitud en Mitzraim, ya ameritaban
a ser elegidos como Su reino de sacerdotes.
¿Somos ahora dignos de ponernos en el camino de lo correcto, sin esperar nuestra ganancia egoísta sino el bienestar colectivo?
Shalom, Iebarejejá H' - Dios te bendiga.
Yehuda Ribco - Tammuz 21, 5761
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