(Kislev 19, 5762 - 3/12/01)

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EL MUNDO
ISRAEL EN NOSOTROS - Gabriel Albiac 28-11-01

Con eficacia silenciosa y un coste sin comparación menor de víctimas civiles, está Israel llevando a cabo idéntico proceso al de Estados Unidos y Gran Bretaña en Afganistán: la aniquilación militar de los altos mandos islamistas.
Con una diferencia sólo: al cabo de tres meses de guerra total, el ejército aliado ha conseguido abatir a un único dirigente importante de Al Qaeda.
En ese mismo período, el FPLP, Hamas y Yihad han visto diezmada su dirección operativa en Palestina por un Tsahal que no parece precisar la alfombra plúmbea de los B-52 para consumar su estrategia. No es azar. Esto que ahora asola al resto del mundo medianamente civilizado ha sido cotidianidad para Israel desde hace ya algo más de medio siglo.
Si el Estado judío logró sobrevivir hasta hoy y lo logró poniendo en marcha eficaz algo impensable en el Cercano Oriente: un régimen democrático perfectamente convencional según el canon europeo fue merced a un empeño metódico en tres frentes: garantías ciudadanas muy estrictas, economía moderna, ejército eficacísimo y modélicamente democratizado. Lo impensable en un entorno de incompetencia económica, soldadesca salvaje y violación permanente de garantía jurídica como el que acecha al otro lado de cada una de sus fronteras.
Frente a regímenes tan abominables como Egipto, Líbano , Jordania, Siria o la Palestina de Arafat, Israel ha sido un milagro: el de la ciudadanía consciente de jugarse la vida en cada trinchera de defensa de su tan anómalo y, por ello, tan preciso régimen de libertades.
Con demasiada frecuencia olvida Europa que Israel fue el único muro de contención del despotismo integrista islámico. Durante medio siglo. Que los tan filantrópicos gestos izquierdistas hacia los exóticos fedayines asesinos de ciudadanos europeos como de cualquier otra nacionalidad que se les cruzase en sus aviones secuestrados o sus bombas indistintas eran posibles al calor precisamente de la seguridad mundial que el Estado de Israel garantizaba.
Sin la democracia israelí, no existiría, desde Marruecos hasta Turquía, un solo apeadero políticamente civilizado en la orilla sur del Mediterráneo.
La deuda contraída por Europa y Estados Unidos con quienes defendieron esa primera línea que contuvo el frente de la guerra fría primero y luego el de la demencia teocrética es enorme.
No hay necia filantropía progresista que pueda ocultar eso. ni hay equilibrio en el Cercano Oriente que no pase por la intangibilidad del único Estado decente de la zona. Israel es hoy como hace medio siglo todos y cada uno de nosotros.

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