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Recibimos el siguiente texto:
 LA CARTA DEL DR. GERARDO STUCZYNSKI, PRESIDENTE DE LA
ORGANIZACIÓN SIONISTA
DEL URUGUAY, QUE FIGURA A CONTINUACIÓN, FUE PUBLICADA HOY, 11 DE ABRIL DE
2002, EN EL SEMANARIO BÚSQUEDA DE LA FECHA, EN RESPUESTA A UNA CARTA
PUBLICADA EN CARTAS DE LOS LECTORES EL JUEVES PASADO.
POR SUS CONCEPTOS ESCLARECEDORES DE LA SITUACIÓN EN MEDIO ORIENTE,
CONSIDERAMOS IMPORTANTE HACÉRSELAS LLEGAR POR ESTE MEDIO
Sr. Director:
Con enorme desagrado he leído la carta escrita por el Sr. Mirza en este
mismo espacio.
No hay un solo párrafo cuyos conceptos se ajusten en algo a la realidad,
por lo que voy a intentar responder a esa catarata irrefrenable de
disparates, que sólo pueden tener como sustento la ignorancia o el odio.
Es cierto lo que afirma Mirza que "los muertos no son los mismos en
Afganistán que en EE.UU. , ni en Palestina...". Claro que no es lo mismo
ser un inocente civil que trabajaba en las torres gemelas en el momento del
atentado que ser el terrorista que pilotaba el avión, no es lo mismo ser el
terrorista que con una bomba y objetos contundentes en su cuerpo se inmola
en un lugar público para causar el mayor número de víctimas inocentes, que
ser una de ellas. En definitiva todos mueren y son contabilizados como
víctimas. También se cuentan como víctimas los palestinos asesinados por la
propia Autoridad Palestina, en comisarías sin previo juicio ni garantías
del debido proceso, acusados de colaborar con Israel, así como los civiles
muertos por alguna bala perdida que nunca se sabe a ciencia cierta de que
bando partió.
De todas formas, sin duda que el costo en vidas humanas es terrible.
Justamente por esa razón jamás debemos olvidar ni confundir, como se generó
esta espiral de violencia.
En Julio de 2000 el entonces Primer Ministro israelí Barak le ofreció en
Camp David a Arafat todo lo que éste siempre dijo (en inglés) que quería.
Un Estado palestino independiente, con capital en Jerusalén oriental, con
fronteras definidas, etc. Sin embargo ante la posibilidad de tener que
convertirse en un gobernante serio, que se dedique a resolver los graves
problemas sociales y económicos del incipiente Estado, Arafat prefirió
seguir vistiendo su uniforme militar -que nunca se quitó- y seguir
transitando el único camino que conoce y al que (en árabe) nunca renunció:
la violencia y el terrorismo.
A propósito, cuando Mirza dice: "supuesto terrorismo" entiendo que su duda
surge porque cuando un suicida se vuela en pedazos en un supermercado, un
ómnibus, una discoteca de adolescentes o una pizzería en el centro de la
ciudad matando a decenas de seres humanos, si estos son judíos, el término
correcto no sería específicamente terrorismo. Cabría preguntarse cuál es en
su opinión.
Respecto a quién llora por los palestinos, quiero acotar, que en algunos
casos nadie llora. Los padres, madres o familiares cercanos de los suicidas
reciben en primer lugar una fuerte compensación económica proveniente de
los países árabes que financian el terrorismo. En segundo lugar se sienten
orgullosos y festejan la "hazaña" repartiendo bombones con familiares,
amigos y vecinos honrando así la valentía de sus hijos. Algún padre expresó
a la televisión que su hijo había hecho lo que él no se había animado a
hacer y que lamentaba no tener más hijos dispuestos a imitar esta acción.
Mirza se pregunta qué pueblo se ha defendido en forma pacífica. Esa no es
la pregunta correcta. La pregunta es: ¿de qué se tenía que defender el
pueblo palestino inserto en un proceso de paz que ya llegaba a su
culminación?
Sus aspiraciones nacionales estaban al alcance de su mano, lo que jamás
habían logrado mediante la violencia lo estaban obteniendo en una mesa de
negociaciones: el gobierno sobre el 98% de la población palestina, gran
porción de territorio autónomo, 40.000 efectivos armados (que se suponía
que debían combatir al terrorismo y no propiciarlo), un aeropuerto, etc.
Sólo restaba el capítulo final donde Israel haría las concesiones
necesarias para poner punto final al conflicto a cambio sólo de poder vivir
en paz. Así se lograría el Estado Palestino, que Israel siempre aceptó,
desde la partición de 1947, pero que los árabes nunca aceptaron y por cuya
causa aún existe el problema palestino.
Arafat decidió no aceptar la creación de un Estado Palestino al lado de
Israel y optó por su vieja reivindicación de tener un Estado Palestino en
lugar de Israel. Cabe recordar que la OLP presidida por Arafat se fundó en
1964, cuando los territorios en disputa estaban bajo control de Egipto y
Jordania. Sin embargo las acciones de la OLP se dirigían contra Israel,
pues su objetivo, al igual que el de los demás países árabes era
explícitamente arrojar a los judíos al mar. En aquel entonces ¿porqué no se
fundó Palestina en el territorio que dicen hoy reclamar? Israel tomó el
control de dichos territorios después, en 1967, al enfrentar una guerra de
agresión por parte de sus vecinos. A propósito ¿qué decía el mundo sobre
los derechos del oprimido pueblo palestino cuando vivían bajo la
administración de Egipto y Jordania? Pareciera ser que en aquel entonces no
se escuchaban tantas voces de solidaridad. Cuando en setiembre de 1970
Hussein de Jordania mandó liquidar el problema palestino asesinando a
decenas de miles de ellos en sólo unos días, el mundo no se vio tan
consternado.
Entonces, ante la elección por parte de la dirigencia palestina del camino
inconducente de la violencia y el terror, el Primer Ministro Barak quedó
desacreditado ante un electorado que se vio frustrado, pues tenía otras
expectativas respecto al proceso de paz y eligió democráticamente y por una
mayoría sin precedentes a Sharón. (Cabe recordar que Israel es la única
democracia en el Medio Oriente y que las manifestaciones en contra de
Israel que se producen en los países árabes son las únicas permitidas en
esos regímenes).
Sharón lidera un gobierno de unidad nacional en el que están representados
los partidos más importantes, uno de cuyos pilares es el partido laborista
al que perteneció el asesinado Rabin, el propio Barak y cuyo canciller es
el laureado con el Premio Nobel de la Paz Shimon Peres.
Sostener que ese gobierno es de "ultraderecha, de inspiración neonazi", es
tan absurdo, incoherente y descabellado que sólo puede decirse embriagado
de un profundo antijudaísmo.
En el mejor de los casos es el resultado del razonamiento siguiente: si los
judíos son capaces de hacer a otro pueblo lo que les hicieron a ellos,
entonces el sentimiento de culpa que siente el resto del mundo por haber
permanecido impávido ante el inconmensurable horror del holocausto judío se
vería apaciguado.
Mirza se vuelve a confundir cuando sostiene que el "racismo aflora". El
problema es a todas luces político y cultural, pero nunca racial. Existe sí
un verdadero conflicto de civilizaciones, pero el pueblo judío no
constituye una raza, hay judíos de todas las razas.
La realidad es que el ejército israelí se vio forzado a entrar en los
territorios palestinos para defender a su población civil, haciendo lo que
la ANP se comprometió a hacer y no hace: combatir el terrorismo.
Le solicito al lector que imagine cuál sería la reacción de cualquier país
civilizado ante la barbarie e irracionalidad terrorista que pone bombas en
las calles, restaurantes, colegios, paradas de autobús, hoteles, todos los
días, a toda hora y en todo lugar. ¿Cómo reaccionarían esos mismo gobiernos
que piden moderación en la respuesta israelí?
Por último, apelo a la reflexión del lector de buena fe. El ejército
israelí tiene el poderío militar de infringir un daño enorme a los
palestinos, pero ése no es su objetivo. La lucha del ejército y del pueblo
de Israel es contra los terroristas palestinos, no contra el pueblo
palestino al que siempre consideró un vecino con el cual debe convivir y
con el cual en definitiva comparte el mismo pequeño pedazo de tierra.
Cuando el liderazgo palestino entienda esto, entonces llegará el día en el
que finalmente se pueda lograr la paz y veremos cuánto dolor, sufrimiento y
derramamiento de sangre ha sido en vano.
Dr. Gerardo Stuczynski
Presidente de la
Organización Sionista del Uruguay
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