Recibimos este texto:
Palabras del Dr. Gerardo Stuczynski, Presidente de la Organización Sionista
del Uruguay, en el Acto de Solidaridad con Israel realizado el 15/4/2002
Nos hemos reunido aquí para honrar la memoria de quienes cayeron en las
luchas que debió enfrentar Israel por su supervivencia y para expresar en
forma explícita nuestra solidaridad con el Estado de Israel en los momentos
tan dramáticos que vivimos.
Junto a sus familiares uruguayos que hoy nos acompañan, recordamos a quienes
perdieron sus vidas en aras de alcanzar el ideal de independencia, paz y
libertad para su pueblo.
Pasado mañana miércoles celebraremos Iom Haatzmaut, el día de la
Independencia, pero no lo hacemos antes de homenajear hoy a quienes dieron
sus vidas por ella, y cuyo sacrificio no ha sido en vano.
Israel es un país libre y democrático. Una sociedad abierta con elevado
nivel de vida, justicia social y una economía moderna. Con un nivel
tecnológico de punta y enormes avances en la investigación científica, la
medicina, la agricultura y una vida cultural muy rica.
Sin embargo la paz, que está en la cúspide de la pirámide de los valores del
judaísmo, que es el objetivo nacional primordial, aún no ha podido
cristalizar.
A pesar de esa vocación que Israel ha demostrado una y otra vez, cediendo
territorios que triplican el tamaño del suyo para alcanzar la paz con
Egipto, firmando la paz con Jordania y logrando los acuerdos de Oslo con los
palestinos, estamos inmersos aún en un enfrentamiento bélico.
Vale la pena recordar como se generó esta espiral de violencia.
En Julio de 2000 el entonces Primer Ministro israelí Barak ofreció en Camp
David a Arafat todo lo que éste siempre dijo que quería. Concesiones sin
precedentes que tenían como objetivo ponerle fin definitivo al conflicto.
Arafat rechazó la oferta y también rechazó la alternativa de seguir
negociando civilizadamente, tal como se había comprometido en Oslo ante la
Comunidad Internacional.
Optó por desatar una ola de violencia y terrorismo que llevó la guerra a los
propios hogares de los ciudadanos con atentados suicidas en calles,
supermercados, pizzerías, discotecas, escuelas, carreteras, en el momento y
lugar donde el número de víctimas inocentes pudiera ser el mayor.
Esta decisión se traduce en múltiples aspectos.
Los predicadores en las mezquitas incitan a la violencia.
Se liberó de las cárceles a ejecutores de sangrientas matanzas.
Nunca fueron cambiados los textos escolares que no solamente no incluyen
ningún capítulo sobre el proceso de paz, sino que educan en el odio contra
los judíos, como no se conoció en el mundo desde la época del nazismo.
Hasta los programas infantiles de TV glorifican a los mártires.
Los padres de los suicidas se enorgullecen de serlo, pero además reciben
fuertes compensaciones económicas por parte de los países árabes que
financian el terrorismo.
Como expresó esta semana Josep Piqué, el canciller español: "La ANP no puede
decir que los atentados están hechos por personas que son mártires de la
causa, sino que tiene que decir que son terroristas".
Los palestinos eligieron este camino, no por falta de una solución al
conflicto, ya que todos sabemos cual es: dos Estados para dos pueblos.
Israel siempre aceptó este principio, uno de cuyos impulsores en las
Naciones Unidas fue nuestro compatriota el inolvidable Enrique Rodríguez
Fabregat.
Inspirado en esta misma concepción, el proceso de paz iniciado en Oslo había
otorgado a los palestinos el gobierno sobre el 98% de su población,
autonomía sobre gran parte de Gaza y Cisjordania, infraestructura, 40.000
efectivos armados.
La concreción del Estado propio estaba al alcance de su mano...
Sin embargo los palestinos prefirieron en lugar de poner manos a la obra
para edificar su propio país, embarcarse en una escalada de horror y muerte
para obtener no un Estado junto a Israel, sino un Estado en lugar de Israel.
Las acciones militares que realiza el ejército no son ni más ni menos que el
ejercicio del derecho a la legítima defensa. Es deber de cualquier Estado
velar por la seguridad y la integridad de sus ciudadanos. Ningún país
soberano podría vivir bajo estos ataques permanentes.
Los medios de comunicación se refieren muchas veces a estas acciones como
una agresión militar a una indefensa población civil.
Lo cierto es que el ejército israelí se vio forzado a entrar en los
territorios para defender a sus ciudadanos, haciendo lo que la Autoridad
Palestina se comprometió a hacer como una de sus exigencias fundamentales y
no hace: combatir el terrorismo.
Después del 11 de setiembre el mundo debería entender más claramente, que el
odio ciego del terrorismo suicida es una de las peores plagas que azotan, no
solamente a Israel, sino a todo el mundo libre.
Desmantelando la infraestructura terrorista, incautando armamento y
explosivos y arrestando a los requeridos se evita la consumación de nuevos
ataques.
La lucha de Israel es contra las organizaciones terroristas, no contra el
pueblo palestino al que siempre consideró un vecino con el cual quiere y
debe convivir en paz y con el cual en definitiva comparte el mismo pequeño
pedazo de tierra.
Por eso, el ejército no tira bombas desde el cielo, sino que, para evitar
víctimas civiles, arriesga la vida de sus soldados que actúan en zonas
urbanas contra terroristas que se esconden en Iglesias campos de refugiados
y casas de familia y que utilizan a esos civiles como escudos humanos.
El objetivo estratégico es la paz y ésta solo puede ser alcanzada mediante
negociaciones.
No existe una solución militar al conflicto. La violencia no es una
alternativa.
Israel busca propiciar las condiciones para implementar primero un cese de
fuego que sirva como antesala a la imprescindible reanudación de las
negociaciones políticas.
Estas son la única vía que puede conducir al establecimiento de una paz
genuina, justa y duradera para israelíes y palestinos y para todos los
pueblos de la región.
Hacemos votos desde aquí para que esto se produzca lo antes posible.
Antes de finalizar quiero decirles que el miércoles próximo (17 de abril),
en el 54º aniversario de la Independencia de Israel los convocamos a todos a
que expresen su identificación y solidaridad en una marcha y concentración
que comienza en la Rambla y Avda. Brasil a las 19 horas.
¡CON ISRAEL, POR LA VIDA Y POR LA PAZ!
Los esperamos a todos.
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