Shalom.
Gracias por participar.
Si me permite, no le responderé exactamente a
su pregunta, pues enfoques en psicología hay variadísimos, y seguramente
encontrará otras fuentes más afinadas para responder exactamente a su duda.
Así que le ruego que me acompañe en esta humilde respuesta, que espero le
será de provecho, y anhelo que le brinde una luz diferente a lo que supongo
está disponible en sitios dedicados exclusivamente a temas de psicología.
El concepto de chivo expiatorio aparece
originalmente en la Torá (Vaikrá / Levítico 16:8 en adelante), y está
relacionado con el sacrificio para expiación (vea Vaikrá / Levítico
14).
Ambos cuentan con una perspectiva netamente desde la concepción judaica, y
otra que más tarde fue elaborada por algunas escuelas de pensamiento y de
práctica psicológica.
Empecemos estudiando algo acerca del chivo
expiatorio a la luz de la sacra Tradición.
¿Qué podemos (brevemente) decir del mismo a partir de lo narrado en la Torá?
El objeto expiatorio es aquel usado:
-
con fines de compensar por culpas ajenas
(que no le pertenecen),
-
sobre el cual se proyectan conscientemente
aspectos negativos propios del pecador arrepentido,
-
a partir de esto se lo estigmatiza y aparta
-
sin deshonrarlo,
-
para que luego sufra
-
a causa de los aspectos negativos que se han
depositado en él.
Sin embargo, debemos advertir que el vínculo
que se establece entre sujeto pecador-arrepentido y objeto expiatorio es
profundo y no superficial y casual.
Pues, el objeto expiatorio debe funcionar como vehículo privilegiado para
simbolizar el sufrimiento que debiera padecer el arrepentido a causa de sus
transgresiones, y de esta manera enseñarle su obligación para enmendar la
propia conducta hacia el futuro.
Es decir, el objeto expiatorio no carga con los pecados para
liberar de responsabilidad y penurias al arrepentido. Sino que lo dispensa
de sufrir en carne propia lo que (se supone) está sufriendo emocionalmente
(el arrepentido).
Todo esto con vistas al mejoramiento del arrepentido sincero, a partir del
esfuerzo voluntario por cambiar conducta y actitud.
De esta manera, el ritual de la Torá que dispone el uso del objeto
expiatorio sirve para que se comience un camino de liberación personal, al
haber sacado a la luz, y objetivado y reconocido los males propios
(depositados en cuerpo ajeno).
Este darse cuenta en el afuera de lo que sucede en el mundo interno, tiende
a establecer un equilibrio personal, y con el entorno.
Ahora bien, lo que el chivo expiatorio
representa en enfoques de psicología social, es un tanto diferente.
Comparémoslo con lo que hemos indicado anteriormente:
Torá |
Psicologías |
Objeto (cosa u animal) |
Sujeto (persona o grupo) |
Ritual consciente |
Mecanismo inconsciente |
Vinculación firme con el objeto |
Vinculación inestable |
Dignificación del objeto |
Rechazo del sujeto estigmatizado |
Conciencia del lugar y rol del arrepentido
y del objeto expiatorio |
El chivo es cargado con aspectos
propios (personales o grupales) rechazados; que pasan a percibirse como
absolutamente ajenos |
Objeto sin tachas previas |
Sujeto señalado para ser usado como
chivo por deficiencias (reales o fantaseadas) o diferencias notorias
con el estigmatizador |
Objeto normativamente establecido |
Rol que se asigna de manera variable en
las agrupaciones, aunque en ocasiones la asignación es persistente |
El objeto carga con los pecados ajenos a
él |
Demonización del sujeto |
El objeto sirve como espejo de las
conductas incorrectas del arrepentido |
El chivo sirve para ser perseguido
o apartado con saña, sin provocar un movimiento hacia el sí mismo del
estigmatizador |
Fin constructivo, se busca el
arrepentimiento y la modificación positiva de la conducta y actitudes |
Fin destructivo y de rechazar el
conocimiento de los puntos oscuros propios del que estigmatiza |
Moviliza a la piedad |
Moviliza a la agresividad |
Señala un deseo voluntario por crecer |
Señala una disfunción enmascarada |
No sé si hasta ahora lo que expreso tiene
utilidad para usted, pero, como ya me he extendido más de lo que deseaba, le
daré un bosquejo que nos servirá para comprender el origen de estos
mecanismos de proyección.
Adam, el primer ser humano en Edén, era una
entidad espiritual carente de pulsión negativa (ietzer hará), por lo
cual, el deseo hacia lo negativo le era ajeno.
Adam era un ser desprovisto de libre albedrío total, pues
estaba naturalmente equipado para hacer lo que era correcto: Adam
tendía originalmente a lo bueno.
Por amor a la humanidad, el Eterno proveyó al Edén de dos caminos
hacia lo negativo (que es imprescindible en un Cosmos equilibrado): el árbol
del conocimiento del Bien y del Mal; y el Serpiente.
Es decir, como el impulso a lo negativo no podía surgir del deseo de Adam;
tenía que provenir de la incitación de Serpiente.
Y además, como Adam era incapaz de discernimiento moral; para ello existía
(en Edén) el árbol del conocimiento del Bien y del Mal (que al madurar Adam,
le sería permitido probar de su fruto).
Al momento de seguir el juego de Serpiente y de ingerir del Árbol, ambos
aspectos se interiorizaron en Adam, pasaron a formar parte de la naturaleza
de la persona post-edénica (de nosotros). Y como Dios nos cerró el retorno a
Edén, tenemos que aprender a convivir con nuestra naturaleza
compleja.
En resumen, tras desoír la Voz del Eterno, Adam adquirió libertad personal
para escoger entre hacer lo positivo o para andar por la vía negativa; y
obtuvo la capacidad para reconocer lo bueno de lo que no lo es. Es decir, el
conflicto moral se hizo parte de la humanidad.
En Adam (en nosotros) se integró Serpiente y el Árbol.
Esta integración en un ente único no afectó la cualidad del alma humana,
pues tenemos que saber que el alma humana es pura, ajena al mal, por lo que
es impermeable a la influencia negativa. Pero, al ser la persona también
cuerpo, sentimientos, pensamientos, etc., lo negativo dificulta el mayor
esplendor del alma. Es decir, el alma sufre indirectamente por lo
perverso que la persona experimenta; el alma pura sufre por cada
pecado que la persona comete: en definitiva, la persona sufre (aunque a
veces parece que no se da cuenta) al hacer lo incorrecto.
¿Qué remedio encuentra entonces la persona para aligerar su pena?
Tenemos (al menos) dos caminos:
-
Embotar los sentidos para ignorar el
dolor del alma.
Uno de los modos de provocar el embotamiento es por medio de proyectar lo
negativo propio, y hacer que lo cargue alguien extraño y desconocido.
No es solo ignorar lo perverso que hay en uno, sino alienarse de esto;
convertirlo en algo que no es propio.
De esta manera, se intenta (enfermizamente) volver a la situación
(irrecuperable) del Adam edénico, inocente, ajeno al mal; pues, el mal es
propiedad de Serpiente (del chivo expiatorio); y el
reconocimiento del mal depende de algo externo.
Su lema es: "Yo soy indiferente, el malo es el otro. Ese otro que
notoriamente carga con padecimientos terribles".
-
Expulsar voluntaria y activamente los
aspectos negativos que reconocemos como propios, y luchar para que no
regresen a afectarnos.
Este es el camino del arrepentimiento, de la verdadera expiación, del
chivo expiatorio como el que propone la Torá.
Adam, Serpiente y Árbol se mantienen vinculados en la misma persona, cada
uno ocupando un rol específico e indispensable para la salud anímica,
emocional, social (íntegra) de la persona.
No se abusa del prójimo, ya que es respetado en su humanidad.
Objetos expiatorios, y vínculos humanos funcionan como espejos que
reflejan activamente y conscientemente la interioridad.
Su lema es: "Yo he pecado, lo reconozco, y quiero hacer todo lo posible
para que no vuelva a ocurrir".
Lamentablemente, me parece que somos más (me
incluyo, obviamente) los que habitualmente nos afanamos inconscientemente
por regresar intempestivamente a Edén; que por construirnos a partir de lo
que somos, para llegar a ser quien podemos ser...
Espero haber sido de provecho para usted, pero
supongo que le quedarán dudas, pues me parece que me fui por las ramas,
(además de haber simplificado bastante mi planteo), así que con gusto
serán recibiré sus interrogantes y sugerencias.
Y recuerden que me agradaría recibir sus
comentarios edificantes en la casilla de e-mail:
comentario@serjudio.com?subject=rap1265
Iebarejejá H' - Dios te bendiga, y que
sepamos construir Shalom
Yehuda Ribco |