Claves: Kohelet, predicador, Eclesiastés, Salomón, rey, Shlomó, Shelomó, ciencia, conciencia, espiritual  material, ética, dolor, pena, pesar, angustia, muerte, desaparición, enfermedad, Biblia, Tanaj, científico

Shalom.
Gracias por su pregunta.

El más sabio entre los mortales, inspiradamente enseñó:

"Porque en la mucha sabiduría hay mucha frustración, y quien añade conocimiento añade dolor."
(Kohelet / Predicador 1:18)

Si queremos entender cómo puede el más esclarecida de los hombres decir esto, (¡y en un libro consagrado del judaísmo!) tenemos que hacer una pregunta básica: ¿A qué materias de conocimiento se está refiriendo en esta frase?
Pero, ¿hay algún modo de hallar una respuesta a nuestra interrogante?
Pues sí que la hay: fijarnos en el contexto.
Y allí vemos claramente:

"Y dediqué mi corazón a investigar y a explorar con sabiduría todo lo que se hace debajo del cielo."
(Kohelet / Predicador 1:13)

Los conocimientos y sabiduría a la cual se dedicó el príncipe sabio es "todo lo que se hace debajo del cielo"; es decir, las ciencias que se dedican a conocer, describir y manipular la naturaleza y lo humano.
Y al profundizar en ellas, el corazón de la persona se angustia y duele, pues, desde el punto de vista materialista (aquel que elude el interesarse en lo trascendente-espiritual), el final de todo es:

"vanidad de vanidades, todo es vanidad."
(Kohelet / Predicador 1:2)

Pues:

"No hay memoria de lo primero, ni tampoco de lo que será postrero. No habrá memoria de ello entre los que serán después."
(Kohelet / Predicador 1:11)

Es decir, la desaparición, el olvido, la muerte, la nada.

Y por eso, el versado materialista (tal como lo modela hace casi tres milenios el rey Shelomó/Salomón) con un corazón palpitante, sufre y padece, porque: cree entender cuál será su destino último, y peor aun, el destino final de sus seres más amados.
Este conocedor materialista llora por adelantado la vanidad de transformarse en nada, en desaparecer con el esfumarse de los tiempos.
Sin embargo, éste dolido humano está un tanto mejor que su colega, el intelectual materialista endurecido de espíritu, que ya no sufre por nada, que es indiferente a todo, incluso a su desaparición total, incluso a la muerte de sus hijos.
Así que, hay incluso un sabio materialista que de tanta sabiduría y repulsión a la desaparición que presiente, prefiere ser una persona muerta en vida; carente de emociones humanas, de vibración y deseos de amor.

¿Comprende el dolor que nos está señalando el sabio príncipe?
Un dolor que el siglo XX supo sufrir, y que podemos hallar en las caras de nuestros vecinos, hasta quizás en la que vemos en el espejo. (Estas épocas de crisis, para usted en Argentina y para mí en Uruguay, son indicadores claros; vea en torno, vea el dolor, vea la desesperación, vea la locura sin sentido, vea el sueño destruido, vea...).
La cara de apegarse a lo material, haciendo caso omiso de lo trascendente.
La cara de ver derrumbarse los ideales de prosperidad, evolución, superación basadas exclusivamente en parámetros materiales.
La cara del horror de perder toda esperanza, la de no tener puertas a las cuales golpear pidiendo respuestas, la de percibir que el futuro sólo guarda miseria, depresión, soledad, y nada sumada a más nada.

¿Comprende las palabras del príncipe?
Son las palabras teñidas de atroz abatimiento de un materialista que no ignora lo que su ideología le depara como única meta... la perfecta extinción...

Pero, gracias al Cielo, el autor del libro Kohelet/Predicador o Eclesiastés no era una persona atrapada por la cercenada visión de "lo que está debajo del sol".
No era un recaudador de conocimientos de ciencias de la naturaleza, absorto o ignorante de la dimensión espiritual.
Shelomó también buceaba en lo que los humanos pueden aprehender de aquello que "está por encima del sol", es decir, de lo espiritual, lo trascendente, lo que tiene un valor eterno, de lo que Dios nos ha revelado en Su Torá (escrita y oral).
Por lo cual, la visión pesimita y fatalista adquiere una nueva tonada, y el sabio príncipe no teme aparentar contradecirse, cuando dice:

"Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud: antes que vengan los días malos... La conclusión de todo el discurso oído es ésta: Teme a Elokim y guarda Sus mandamientos, pues esto es el todo del hombre."
(Kohelet / Predicador 12:1, 13)

Que se debe entender como: lo único que realmente sobrevive el destino de todo lo material, es el apego al Eterno, lo que tiende a elevar el mundo físico hacia planos espirituales. Esta espiritualidad se manifiesta por intermedio de reverenciar a Dios y por el cabal cumplimiento de los mandamientos que Él ordena en Su Torá.
Pues, al fin y cabo: "esto es el todo de la persona": nada sobrevive a la desaparición inmemorial, tan sólo lo que es el cumplimiento de los preceptos y que por lo tanto trascendió los límites del mundo físicamente perceptible.

Es decir, ciencia con conciencia, materialismo espiritualizado, hacer del mundo material un puente para el espíritu; es el modo de hacer una ciencia positiva, esperanzada en comprender y transformar al Cosmos en un paraíso.

Creo que le he explicado el concepto expresado por la frase, y si me ha seguido hasta aquí habrá reconocido el peligro de extirpar una frase de su contexto; pues pareciera que el Tanaj (el enfermizamente denominado Antiguo Testamento) promueve la desesperación; el goza sin consideraciones ahora pues mañana es muerte; el no te apliques al estudio... ¡cuándo realmente está enseñando todo lo contrario!

Recuerden que me agradaría recibir sus comentarios edificantes en la casilla de e-mail: comentario@serjudio.com?subject=rap1275

Iebarejejá H' - Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom

 Yehuda Ribco