Shalom.
Gracias por participar.
Lo que fue expresado en el texto que usted
comenta, es que en la naturaleza de toda persona subyacen dos
predisposiciones, el Ietzer HaTov -tendencia a lo positivo-, y el
Ietzer HaRá -tendencia a lo negativo-.
Y comentamos que es factible denominar a la tendencia negativa como Satán.
Así como a la positiva- Cielo. Aunque ninguno de ambos sean
necesariamente los nombres únicos de estas tendencias.
Tampoco dijimos que no existieran tentaciones y oportunidades
externas al ser humano para actuar acorde al Bien o no.
Como parece que no quedó claro, le daré
evidencias de que esto es lo que la Torá (la Biblia) claramente
enseña (además, es también lo que las psicologías científicas
evidencian).
Pero antes de los versículos del Tanaj (el erróneamente
denominado Antiguo Testamento), permítame unas preguntillas.
¿Es lógico suponer que de la persona no pueden surgir actos positivos y
negativos al unísono?
¿Acaso usted nunca amó y aborreció al mismo tiempo a la misma persona?
¿Acaso nunca escuchó del fumador que ansía dejar el vicio, pero no puede
apartar la colilla de su boca?
¿Acaso nunca sintió el deseo de hacer caridad, pero retuvo el billete en su
mano?
¿Acaso no comió ese trozo de torta de chocolote, o de helado, o la golosina
preferida, sabiendo que estaba atentando contra su régimen de alimentación
saludable?
Así es la vida de la gente que vive: una
maraña de deseos, pensamientos, actos, que no siempre se pueden discernir
con claridad si pertenecen al lado de lo constructivo o de lo incorrecto.
Es lo que la psicología conoce como ambivalencia afectiva.
Es decir, la presencia simultánea de dos sentimientos antagónicos.
Y no es un título de algo apenas mencionado, sino que ha sido estudiada en
profundidad en el ser humano, y es reconocida como constituyente normal en
la persona.
Según afirman los especialistas en salud mental, lo realmente enfermizo es
considerar la realidad humana como escindida en lo absolutamente bueno por
un lado y lo absolutamente malo por otro, sin posibilidad de conjugarse en
el mismo ser.
También es muy enfermizo considerar que todo lo malo es ajeno, y no
reconocer lo conflictivo y perverso que anida en el corazón de la persona.
¿No brota agua salada y dulce de la misma fuente? Puede ser que no, pero la
persona si actúa al unísono de modo positivo y negativo... ¡así es la vida
normal!
Pero, dejemos lo que enseña la psicología y señalemos algunos versículos en
la Torá en lo referente al tema: ¿posee el Hombre en su estructura natural
las tendencias hacia el Bien y hacia el mal?
Está escrito:
"Ciertamente muy cerca de ti está la
Palabra (la Torá, que es la Palabra de Dios), en tu
boca y en tu corazón, para que la cumplas."
(Devarim / Deuteronomio 30:14)
¿Dónde dice Dios que está inscripto el deseo
por Sus mandamientos?
No dice en la roca, ni en un templo, ni en el Cielo ni en un santito.
Dice "en tu boca y en tu corazón", es decir, en cada ser humano.
Por lo cual, el deseo humano de actuar conforme al Deseo de Dios es natural,
está en el corazón de cada uno.
En resumen: la tendencia a buscar el Bien está inscripto en nuestro corazón,
es parte de nuestra condición de humanos.
Ahora, prestemos atención a los versículos que
continúan:
"Mira, pues, yo pongo hoy delante de ti
la vida y el bien, la muerte y el mal, con el fin de que ames al Eterno tu
Elokim, de que andes en Sus caminos y de que guardes Sus mandamientos, Sus
estatutos y Sus decretos, que yo te mando hoy. Entonces vivirás y te
multiplicarás, y el Eterno tu Elokim te bendecirá en la tierra a la cual
entras para tomarla en posesión.
Pero si tu corazón se aparta y no obedeces; si te dejas arrastrar a
inclinarte ante dioses ajenos y les rindes culto..."
(Devarim / Deuteronomio 30:15-17)
Dios pone al ser humano en una disyuntiva,
debe elegir entre:
Para que el Hombre esté verdaderamente
facultado para elegir entre el Bien y el Mal, su corazón NO puede ansiar
solamente el Bien, pues de ser así, ¿qué elección estaría haciendo?
NINGUNA, ya que si mi corazón sólo quiere el Bien, ¿cómo optará por el mal?
Se opta por una u otra opción, cuando se puede dudar, y cuando se está
completamente convencido o amarrado a una de las opciones.
Por ejemplo, el vidente puede optar por enceguecerse tapando sus ojos, ya
que el que vé está facultado a mirar o a no mirar. Pero, ¿el invidente puede
optar? Tristemente está amarrado a su situación y no cuenta con opciones.
Sería tonto ofrecer al ciego la posibilidad de que elija entre ver o no,
siendo que no existe para él tal posibilidad de elegir.
La Torá, que es obra de Dios, no nos da opciones tontas, pues Dios es
totalmente Sabio.
Por lo tanto, cuando Dios nos ofrece la opción de elegir entre lo bueno y lo
malo, necesariamente es porque nuestro corazón NO está colmado únicamente de
deseo por el Bien. Tal como dice "si tu corazón se aparta y no obedeces",
pues el corazón (la persona) también tiene la natural predisposición
a apartarse de lo bueno.
Mire las pruebas en el texto sagrado:
"...no os desviéis en pos de vuestro
corazón y de vuestros ojos, tras los cuales os prostituís."
(Bemidbar / Números 15:39)
¿Quién/qué dice la Torá que hace errar a la
persona llevándola a acciones prostituidas (contrarias a los
mandamientos de Dios)?
¡El corazón y los ojos!
Expliquemos rápidamente esto.
Los "ojos" significa aquello externo que nos tienta a conducirnos
inapropiadamente.
El "corazón" significa aquello interno, propio, nuestro, personal que
nos lleva a apartarnos de la senda del Bien y andar por el camino del mal.
No dice que sea un diablito, ni una serpiente, ni Satanás,
ni siquiera le da un nombre específico a lo que extravía a la persona, ya
que, no tiene un nombre ni una identidad. Lo que extravía es aquello externo
e INTERNO que busca asociarse con lo malo.
Ya fue sabiamente dicho que: "no hay hombre justo en la tierra que haga
lo bueno y no peque" (Kohelet / Predicador 7:20). Si el corazón humano
solamente guardara y quisiera el Bien, ¿no estaríamos en presencia de un
perfecto justo que en nada peca?
Sin dudas que los que somos leales a Dios, y adeptos a Sus Palabras sabemos
que en nosotros está la predisposición negativa, tal como Él nos lo dijera:
"porque Yo conozco sus predisposiciones" (Devarim / Deuteronomio
31:21, lea el capítulo y verá de qué predisposición se nos
está hablando aquí). Y por reconocer este hecho, redoblamos nuestros
empeños para mejorarNOS y mejorar nuestra sociedad, y no atribuimos nuestras
faltas a otros (cuando no son éstos los culpables). De este modo, y gracias
(o a pesar) al mal que anida en nuestro interior (Bereshit /
Génesis 8:21) podemos voluntariamente hacer caso a las palabras: "Apártate
del mal y haz el bien; busca la paz y síguela." (Tehilim / Salmos
34:15).
Un resumen hasta aquí.
El humano vive en una constante ocasión de elegir entre hacer lo que es
acorde al Bien, o lo que lo aparta del Bien.
Y es necesariamente una libre decisión, pues de lo contrario, ¿cómo ser
responsables de las decisiones?
Y para que sea realmente libre, el corazón debe contar con tendencias
contrapuestas, que deseen el bien y el mal.
Si prevalece las decisiones acertadas, es decir, conformes a la Torá,
entonces el Bien acrecienta su caudal en el ser humano y en el mundo. Si son
las decisiones erradas las que triunfan, el Bien se aparta, dejando lugar
para un mayor dominio de los deseos rebeldes.
Somos responsables, porque podemos decidir libremente.
Y por ser responsables libres, somos merecedores de las justas retribuciones
por nuestros actos, tal como fuera escrito: "También en Ti, oh Señor, hay
misericordia; pues Tú pagas a cada uno según su obra." (Tehilim / Salmos
62:13). Dios retribuye con bien (trascendental) al que bien actúa, y con
pesar (trascendental) a quien erróneamente obra.
Si no tuviéramos responsabilidad, es decir, libertad real de escoger, ¿cómo
creer que Dios nos juzga con justicia y misericordia?
¿No brota agua salada y dulce de la misma fuente? Puede ser que de una
fuente así sea, pero la persona indudablemente puede actuar/desear/pensar al
unísono de modo positivo y negativo... ¡así es la vida tal como Dios la
presenta en Su verídica y eterna Torá!
Ya que hemos demostrado a ciencia cierta la
duplicidad de las tendencias naturales en el Hombre (es decir, que tenemos
un Satán y un Cielo en nosotros), permítame enseñarle algo
respecto a lo que usted menciona: "...de Dios se desprenden todas las
cosas buenas no malas."
¿Es cierto esto?
¿De Dios es sólo lo bueno pero lo malo viene de otro lado?
¿Es ésta una posición bíblica o contraria al Tanaj?
¿De Dios se desprende solamente lo bueno?
Está expuesto con claridad:
"¿Acaso de la boca del Altísimo no salen
los males y el bien?
¿Por qué se queja el hombre, el varón que vive en el pecado?
Examinemos nuestros caminos; investiguémoslos, y volvamos al Eterno."
(Eijá / Lamentaciones 3:38-40)
Es cierto hemos sido creado a imagen y
semejanza del Eterno, por eso tenemos la opción de andar tras Sus pasos
y cumplir Sus mandamientos (hacer lo que es bueno); o hacer lo que se nos
antoja (o lo que nos seduce). Es decir, podemos adherirnos a nuestra
tendencia natural buena, o a nuestra tendencia natural adversa.
Es cuestión de examinarnos, a nosotros, nuestros ser, nuestro hacer; y
cuando hallamos lo que es incorrecto, es menester desecharlo, o mejorarlo, y
así poder estar en armonía con el Eterno.
Para finalizar, si uno busca agua (enseñanzas)
en una fuente vacía de bien y llena de vicio, ¿podrá disfrutar de saciedad?
¿Tendrá ventaja sobre las bestias que nada comprenden ni penetran?
Ciertamente que no obtendrá mucha gratificación, y sí bastante descalabro.
Por lo cual, le aconsejo que busque un mejor maestro que aquel que
menciona en su misiva, y entonces gozará de los bienes que el Eterno reserva
para los que le son fieles.
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Iebarejejá H' - Dios te bendiga,
y que
sepamos construir Shalom
Yehuda Ribco |