Shalom.
Gracias por participar, y gracias por llamarme "buen maestro", quiera el
Eterno que sea merecedor de tal denominación.
El Eterno es soberano sobre todo, y nada está
fuera de Su poder.
Nada se le opone realmente, ni nada tiene el poder como para enfrentarLo.
Evidentemente que Daniel, un buen hombre judío, respetuoso de la Torá,
conocedor de la Tradición, cumplidor de los preceptos, soñador de sueños de
un cierto grado profético, jamás opinaría que Satán es rival del Eterno.
Tampoco a ningún fiel a Dios se le pasaría siquiera por la imaginación que
Satán tuviera huestes a su mando, en batalla contra las huestes celestiales.
Es más, el Tanaj no incluiría entre sus consagradas líneas una aberración
pagana de tamaña gravedad. Pues, imaginar un poder que se rebela contra Dios
y tiene chance de prevalecer, no es más que idolatría.
Pero, no nos quedemos con mis palabras vayamos
directamente al texto que usted menciona.
Veamos como comienza este capítulo: "En el tercer año de Ciro, rey de
Persia, asunto fue revelado a Daniel, quien fuera llamado Beltesasar. Cierto
era el asunto, y grande era el ejército. Y entendió el asunto, y tuvo
entendimiento en la visión. En aquellos días yo, Daniel, estaba de duelo
durante tres semanas" (Daniel 10:1-2).
Daniel como agente político y conductor de los judíos, era alguien allegado
al trono persa, y por la introducción a este capítulo comprendemos que su
preocupación está referida a alguna condición de gobierno que repercutirá en
el bienestar de los judíos. Daniel es un ser humano gravemente angustiado, y
como no es un superhéroe de la mitología, y es tanto su desasosiego,
prefiere buscar refugio en las costumbres del duelo y en abstenerse de
deleites y distracciones. Así podrá concentrar sus pensamientos en encontrar
mecanismos para aliviar las penurias que amenazaban abatirse sobre sí y sus
hermanos.
¿Qué era lo que estaba cerniéndose para dañar a los judíos y que tan
torturante resultaba para el bueno de Daniel?
Leímos que era el tercer año de Ciro, momento en el cual éste rey, a
instancias de nuestros enemigos, decidió desechar las obras de
reconstrucción del santo Templo en Ierushalaim/Jerusalén, tal como
comprobamos: "Entonces el pueblo de la tierra desmoralizaba al pueblo de
Yehudá [Judá] y lo amedrentaba, para que no edificara. Contrataron
consejeros contra ellos para frustrar su propósito durante todo el tiempo de
Ciro rey de Persia, y hasta el reinado de Darío rey de Persia" (Ezrá /
Esdrás 4:4-5). Así que, por un momento, en este tercer año de Ciro, el rey
detuvo las obras. Gracias al Cielo, y como veremos, los enemigos de Yehudá
fueron acallados por un rato, y las obras de erigir el Templo fueron
retomadas.
En sueños Daniel visualiza lo que lo atormenta
despierto, y también le es mostrado lo que acontece detrás de
bambalinas, cuando un emisario de Dios (Gabriel
probablemente, si vemos en Daniel / Daniel 9:21) le explica: "El
regente del reino de Persia estuvo parado frente a mí durante veintiún días;
pero he aquí que Mijael [Miguel], uno de los principales regentes, vino para
ayudarme; y yo me quedé allí con los reyes de Persia" (Daniel / Daniel
10:13).
Todo lo materialmente existente tiene su regente espiritual, es
decir, su contraparte no material, su espíritu, que es
el que representa sus acciones ante la Corte celestial. Las
naciones también lo tienen. (Atención que nada tiene que ver
esto con mitológicos ángeles de la guarda). El
regente de la nación judía se llama Mijael, en tanto Persia también
tenía su regente. Ambos estaban enfrentados
(mas no en conflicto), precisamente reflejando lo que
acontecía en la tierra con las pugnas para decidir adversamente a Ciro, en
contra de la edificación del Templo, o a su favor.
Veintiún días de estar uno enfrentado al otro, como los días de duelo
vividos por el angustiado Daniel; tal como el tiempo que sirvió al rey Ciro
para debatir si continuaba o no con las obras sagradas.
Las noticias con respecto al Templo eran
positivas, pues se retomarían. Esto debería haber alentado el corazón del
buen Daniel, sin embargo, incluso en sueños desfalleció mucho más. Pues en
la visión en sueños reconoció lo que ya se estaba gestando, y lo que
cualquier entendido podía presumir: la caída de Persia y el surgimiento de
Grecia. Y en medio, quedaría la nación judía.
Tal como leemos: "Y dijo: –¿Sabes por qué he venido a ti? Pues ahora
tengo que volver para combatir con el regente de Persia. Y cuando yo salga,
he aquí viene el regente de Grecia. Pero te diré lo que está anotado en el
texto de la verdad. Ninguno hay que se esfuerce conmigo contra éstos, sino
sólo Mijael [Miguel], vuestro regente." (Daniel / Daniel 10:20-21).
Entonces, hasta aquí no tenemos
ni guerras de ángeles, ni demonios bravucones, ni Satanás enfrentado a nadie
(pobre Satán, ¡que suelen meterlo en donde no
corresponde!). Lo que observamos es política humana en
juego, con sus vericuetos, idas y vueltas; pero en lugar de presenciar su
relato llano y cotidiano, obtenemos noticias de su contraparte celestial, es
decir, de como las acciones aquí repercuten en las altas esferas.
Así que, en lugar de una visión histórica, atendemos las cosas desde
una perspectiva supra-histórica.
Y en lugar de fantasías referidas a demonios en pugna contra enviados de
Dios, aprendemos acerca de ética y mejoramiento de la propia conducta.
Le explicaré un poco el aspecto de los
representantes espirituales para aventar cualquier noción pagana o
mitológica.
Dios ha creado el Universo, tanto su dimensión espiritual como la material.
Todo sin excepciones es parte de Su obra creadora.
Entre lo creado existen cosas que Él ha definido como buenas,
y otras que (en términos humanos) no lo son.
Así Él ha diseñado el Universo, y Sus fundamentos tiene para que así sea y
no de otra manera.
Cuando la persona realiza algún acto erróneo, o pecaminoso, o rebelde
libera una energía negativa que se acumula en el acervo
espiritual de la persona (y de la nación). A esto
tradicionalmente se le denominó ángel acusador, ya que actúa como
indicador del pecado de la persona.
Por su parte, cada acto justo, o correcto, o en cumplimiento de un
mandamiento libera energía de sentido positivo, que se suma al
tesoro espiritual personal. Es lo que en la Tradición se ha llamado ángel
defensor, ya que su presencia denota la buena acción de la
persona.
A preponderancia de energía positiva, mayor deleite se estará
capacitado para sentir del Más Allá. A primacía de las ondas
negativas, menos placer se tolera, y más sufrimiento se percibe.
Las naciones están representadas por los respectivos ángeles nacionales,
que a su vez presentan ante la Corte celestial lo positivo o
negativo de los ciudadanos.
Hay naciones en las cuales impera lo oscuro, como lo son las naciones
entregadas al desenfreno y a la idolatría. Y otras, la mayoría en realidad,
que son término medio.
Depende de las acciones de cada uno de sus miembros lo que el regente
espiritual estará capacitado para sinceramente manifestar acerca de sus
representados.
Bien, espero haber expuesto con claridad y
para su comprensión estas materias complejas (pues atañen a
lo espiritual, que es de difícil entendimiento), y que habiendo
reconocido la verdad pueda apartarse de los influjos negativos que lo
entreveran y provocan al pecado. Pues, ¿qué puede enseñar un pastor o
su hijo acerca de Dios y Torá cuando sus vidas están inmersas en adoración a
ídolos?
Busque a Dios donde puede ser hallado, y a lo positivo allá en donde se
encuentra.
Si este texto le ha sido de provecho, no
olvide que este sitio se mantiene gracias a SU colaboración
económica. No cierre su mano, y abra su corazón bondadoso.
Iebarejejá H' - Dios te bendiga,
y que
sepamos construir Shalom
Yehuda Ribco |