Shalom.
Gracias por participar.
Antes de responderte, déjame decirte que no es
correcto denominar a Dios como "Jehova", más bien es una falta de respeto
(y por lo tanto un pecado). Mi apreciada joven,
supongo que ni tú ni yo queremos ofender a Dios poniéndole
apodos indignos, ¿no?
Mejor es
que te refieras a Él como Dios, Eterno, Señor, Padre, Elokim, u otras
denominaciones aceptables que encontrarás que usamos en nuestro sitio.
Luego de esta importante introducción, déjame
explicarte que Satán no "destruye todo lo bueno" como dices en tu
e-mail.
Satán es
un fiel ángel al servicio de Dios.
Todo lo que hace, es en función de complacer la Voluntad
divina.
Nosotros sabemos que Dios es bondadoso y compasivo, todas Sus obras son para
el Bien.
Por lo tanto, ¿te parece que a Él le agrada que se destruya todo lo bueno?
¿Te parece que permitiría que un ángel a Su servicio ande haciendo daño a
las personas justas?
Es más, la función que Dios le da a Satán, no es perjudicar, ni destruir, ni
hacer lo malo; sino que este ángel sirve como un mecanismo para
entrenar a las personas para que busquen con mayor determinación el camino
del Bien.
Te daré
un simple ejemplo.
Para desarrollar la musculatura es imprescindible el esfuerzo, el ejercicio,
el vencer pesados obstáculos reiteradamente. etc.
Análogamente, para desarrollar la musculatura espiritual es
imprescindible sobreponerse a las dificultades, enfrentar los propios
temores, vencer a la pereza, triunfar sobre nuestras tendencias a actuar
negativamente, etc..
A todo estos escollos (el deseo a lo que es malo, los
problemas, las angustias, etc.) tradicionalmente se les llama
Ietzer HaRá -la tendencia negativa-, y es un sinónimo de Satán.
Así pues, Satán es la manera de denominar a una de las herramientas para
entrenar nuestra musculatura espiritual, para que podamos mejorar
como personas.
(Existen otros métodos para buscar la senda del Bien, por ejemplo el fiel
apego a la Torá, el estricto cumplimiento de los preceptos.)
Entonces, Satán no es malo, ni su objetivo es dañar
(aunque si puede resultar peligroso para el que no está preparado para
enfrentarlo). Tal como la mancuerna usada por el atleta no es
mala porque pesa mucho, o porque circunstancialmente desgarra algún
miembro.
Si en lugar de ver a Satán como un enemigo, se lo ve como un entrenador
(que no es tampoco nuestro amigo); se aprende a vivir
una vida más cargada de amor y responsable trabajo con la vida; en lugar de
sufrir la vida como una carga de temor y llanto.
Así que, mi apreciada María del Carmen, quizás tu pregunta debiera
concretarse de la siguiente manera:
¿Por qué Dios permite que suceda lo malo?
¿Identificas el tema de tu interés estando así
formulada la pregunta?
Yo creo que sí.
Respuestas a esta interrogante hay varias, y ya hemos manejado alguna de
ellas en este
texto.
Ahora te daré solamente tres (hay otra más incluida en lo que
explicamos acerca de Satán más arriba):
-
El único que conoce realmente los motivos de
Dios, es Dios.
Así que si Él permite lo malo, sus buenas razones tendrá.
Aunque no lleguemos a captarlo, todo, absolutamente todo lo que Él hace es
para bien.
Nosotros podemos peguntar, indagar, cuestionar, incluso acusar a
Dios; ¿cómo no hacerlo si nos toca sufrir? Pero, lo loable es mantener la
certeza en Su sabiduría y bondad incluso a pesar del dolor y de nuestra
incomprensión.
-
El que podamos captar la diferencia entre lo
que es bueno y lo que es malo, nos permite asociarnos voluntariamente a la
obra de Dios.
¿Qué valor tendría la caridad que hacemos con el necesitado, si no
hubieran personas necesitadas?
¿De qué sirven los médicos y sus medicamentos, si no existen enfermos y
enfermedades?
Cuando contemplamos lo incorrecto, fuera o dentro nuestro, y nos ponemos a
trabajar para corregirlo: ¡estamos demostrando que somos hijos y socios de
Dios!
En verdad Dios no precisa de nuestra contribución, a Él nada le añaden o
le quitan los socios; Él nos quiere como Sus socios tal como un padre le
pide ayuda en alguna tarea a su hijo cuando para el padre la ayuda es
innecesaria, pero sirve como aliciente y dignificación para el hijo.
Así pues, lo malo es la excusa para servir a Dios de corazón,
voluntariamente, y en verdad.
-
Que lo bueno esté limitado por lo malo, da
valor a lo bueno.
¿Cómo discernir entre lo blanco, si no hay ninguna mancha ni sombra?
¿Cómo gozar y aprovechar de la vida, si no está el abismo de la muerte al
otro lado de la esquina?
Sin lo malo contrastando con lo bueno, el Bien pasaría desapercibido, como
si no existiera.
Piensa en esto: si nunca jamás has sentido hambre, nada, ni un poquito
¿sabrás valorar realmente la comida?
En resumen, mi querida María del Carmen, Dios
en Su perfecta y sabia bondad creó lo malo, ¿sabes para qué?
Para que tú, y yo, busquemos afanosamente lo que es bueno.
Si este texto le ha sido de provecho, no
olvide que este sitio se mantiene gracias a SU colaboración
económica. No cierre su mano, y abra su corazón bondadoso.
Iebarejejá H' - Dios te bendiga,
y que
sepamos construir Shalom
Yehuda Ribco |