Shalom.
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Si recordamos lo que ya hemos enseñado, la
religión surgió con Caín, el primer hijo de Javá/Eva, que deseó obtener
el beneplácito del Eterno (Ése que él conocía y sabía sin
dudas que existía), por medio de rituales e invocaciones. Es decir,
en lugar de vincularse directamente con Dios, prefirió intermediar el
vínculo con ofrendas y otros rituales. ¡La religión sirvió para
apartar al hombre de su Creador, cuando paradójicamente el hombre la inventó
para aproximarlo! (Esta condición paradójica se mantiene
vigente).
Lentamente, generación tras otra, las personas se apegaban más a los ritos y
a las fantasías de intermediarios y teologías, que al puro y leal servicio a
Dios (que es esto lo que Él desea de nosotros).
Finalmente la cáscara del ritual y de los emisarios celestiales quedó vacía de
Dios.
Las religiones (en realidad deberíamos decir, las
ramificaciones de la religión de Caín) conquistaron el mundo,
llegándose en ese momento al máximo dominio y difusión del paganismo bajo el
mando de Nimrod, y su cohorte de rebeldes contra Dios y el prójimo.
(Las religiones actuales continúan siendo herederas de la
religión de Caín y de las doctrinas y métodos de Nimrod, es decir, la única
religión original es la de Caín).
Por aquellas épocas de mayor oscuridad es que nació Avraham, nuestro patriarca, y él activamente dio el primer
paso hacia la erradicación de la idolatría. Los fieles a Dios estamos en la
ruta iniciada por Avraham, y por ella avanzamos.
Vemos que lo que Caín hizo, fue una experiencia muy personal y sensible, y
desde su raíz YA estaba viciada de falsedad.
Y por su lado, el camino de Avraham, también muy personal y sensible, era
tendiente a la verdad, contrario a la falsedad y es compartido por millones
de personas actualmente.
Desde el estricto punto de vista de los
mandamientos noájidos, las
religiones son falsas,
al menos por dos causas:
-
Sus
creencias (y a veces prácticas) los vinculan con deidades que
no son el Uno y Único.
O porque se desean vincular con Dios como otro junto a deidades falsas.
-
Dicen que adoran al Eterno, cuando en verdad lo que hacen es usarLo como
pantalla para sus idolatrías, pues no siguen fidedignamente el camino que Él
exige de las personas e inventan teologías o revelaciones
adversas al divino Deseo.
Así pues, son erróneas las religiones por desconocer a Dios, o por rebajarLo (haciéndolo humano, u objeto, u otro más entre
dioses o poderes).
Y también por desconocer Sus mandamientos, y apartarse de lo que es
Su voluntad respecto a nosotros, y elaborar dogmas religiosos que
alienan a la persona de Dios.
Si es así, las religiones NO pueden ser falsas
y verdaderas, ya que por definición aquello que es falso No puede
ser verdadero al mismo tiempo.
Pues, la verdad, es el único valor que desaparece si le lo menoscaba con
falsedad.
¿Cuánta verdad es una media verdad?... Realmente, ninguna si nos
aferramos a su parte de verdad desconociendo la de falsedad...
Aunque, es correcto decir que cada una de las
religiones contienen un breve atisbo de verdad.
Cuando el cristianismo (en todas sus ramas, incluida la de
los falsos judíos mesiánicos) promueve la caridad, ¿cómo no reconocer que esa
propuesta es positiva y atendible?
O cuando el Budismo (una religión sin deidades, pero llena de
intermediarios celestiales) enseña
a mejorar como persona, ¿cómo negar la belleza y necesidad de la propuesta?
O cuando el Islam fanáticamente se adhiere al concepto de una sola y única
deidad, ¿cómo rechazar la esencia de la tal idea (aunque su
una y única deidad no es el Uno y Único Dios)?
Y así podríamos continuar nuestra lista de aspectos verdaderos dentro de las
religiones.
Pero, este cariz positivo no convierte lo no kosher en kosher;
lo falso en verdadero.
Es más, esta irradiación positiva puede resultar más peligrosa que si no se reconociera en ellas
nada de valor (por ejemplo, ese es el grandísimo peligro que
yace detrás de las doctrinas de los falsos judíos mesiánicos). Pues, lo luminoso (pequeño pero presente)
atrae la mirada, y hace que se pierda de vista la abundancia de
oscuridad que portan. ¿Cuántos se han desbarrancado al ser atraídos por el
canto de sirenas luminoso de las religiones? ¿Cuántos han derrochado
su porción de eternidad, a cambio de espejitos de colores de los
dioses?
Ahora bien, ¿dónde se halla el camino hacia la
Verdad?
Es decir, ¿cómo reconocer a la i-religión que es grata a ojos de
Dios?
La respuesta es simple: Dios reclama que se cumplan Sus mandamientos
(7 con sus derivados para los gentiles; 613 con sus derivados
para los judíos). Actuando en consonancia con las exigencias de Dios,
estamos andando por el camino que lleva a la Verdad (los
ritos, culto, sacrificios, rezos, etc.; ocupan un lugar totalmente
secundario).
Cuanto más cumplamos, más i-religiosos estamos siendo.
Cuanto más acatemos, más próximos (espiritualmente) a
Dios estamos.
¿Esto implica que el que cumple con los mandamientos está apartado de la
falsedad, del pecado?
Pues no. Lo que implica es que se está en el camino del perfeccionamiento.
Debiéndose tener en cuenta que la perfección jamás será alcanzada por humano
alguno. Sin embargo, este conocimiento no debe obstruir el avance hundiendo
en la desazón al caminante; sino motivarlo a subir un peldaño más cada día,
pues el trabajo aún no está concluido.
Es decir, en lugar de permitir ser atrapados en la trampa de la oscuridad a
causa de un rayito de verdad (como sucede con los que caen en
las religiones); reconocer que mi verdad aún dista de la
Verdad, y que a Ella debo procurar alcanzar (aunque no lo
logre).
¿Y cómo saber que no nos estamos desviando;
que no nos estamos empantanando en un rayo de verdad?
Pues, prestando estricta atención a los mandamientos, cumpliéndolos con
fidelidad es improbable que perdamos el sentido de nuestras vidas.
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Que el Uno y Único Dios bendiga a quienes le
son fieles servidores,
y que
sepamos construir Shalom, Iebarejejá H'.
Yehuda Ribco
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