Shalom.
Gracias por participar.
Cada uno de los 48 profetas para las
generaciones del Tanaj tiene su personalidad, su estilo, su carácter y
características.
Cada uno de ellos era diferente de los otros 47 profetas, así como de los
millones de seres humanos previos, contemporáneos o sucesores.
Las particularidades del profeta Amós, por tanto, son incontables.
Sin embargo, mantenía en común algunas características con los otros
profetas:
-
eran judíos;
-
se mantenían en total fidelidad al Eterno, tal
como Él es descrito por la Torá y los Sabios de Israel;
-
su absoluto desprecio por la idolatría, la
egolatría, el endiosamiento de personas o instituciones humanas;
-
su estricto cumplimiento de los preceptos de
la Torá;
-
su aprecio e irrestricto respeto por los
Sabios y la Tradición de Israel;
-
su estudio pormenorizado de Torá escrita y
oral;
-
su percepción más o menos clara del mensaje
que Dios le envío;
-
su humildad que le impulsa a reconocerse como
instrumento en manos del Eterno, y jamás como el objetivo de su
prédica;
-
y su amor sin límites por el pueblo de Israel
(ya que la constante misión de los profetas es indicar y
recordar a sus hermanos judíos el camino que los aproxima al
Eterno, ya que aunque a veces anden un poco desviados los israelitas Dios
mantiene fielmente Su amor y aguarda el arrepentimiento de Sus hijos amados).
También el impacto o influjo es un tema
relativo, ya que no sólo radica en consideraciones referidas al profeta, sin
también a las circunstancias históricas, a los gobernantes, a las opresiones
sobre el pueblo, a los enemigos extranjeros, a las idolatrías y pecados de
moda, etc.
Y no debemos olvidar que lo caracteriza a los 48 profetas de las
generaciones, es precisamente la doble vertiente de sus mensajes proféticas:
-
valiosos para su circunstancia particular,
-
mojones que señalan el camino para todas las
generaciones de Israel.
Creo, por tanto, que mejor nos dedicamos a
analizar brevemente los versículos por usted mencionados, y quizás allí
surjan alguna de las peculiaridades del profeta Amós.
"Oh Hijos de Israel, ¿acaso no Me sois como
los hijos de los etíopes?, dice el Eterno. ¿No hice Yo subir a Israel de la
tierra de Egipto, a los filisteos de Caftor y a los sirios de Quir?
He aquí, los ojos del Señor Elokim están contra el reino pecador. Yo lo
destruiré de sobre la faz de la tierra, pero no destruiré del todo a la casa
de Iaacov [Jacob], dice el Eterno."
(Amós / Amós 9:7-8)
Sobre la primera parte ya hemos brindado más
de un estudio, por lo cual no me repetiré. Si lo desea
lea
aquí uno de tales estudios.
En resumen, la primera parte enseña que todos los humanos somos hijos de
Dios, aunque seamos diferentes, aunque nos comportemos erróneamente, aunque
ni siquiera sepamos de Su amor... igualmente somos Sus hijos.
A diferencia de los segregacionistas e idólatras amantes de Jesús, los
judíos no decimos, ni pensamos, que exclusivamente aquel que
adora a nuestra deidad es hijo de la misma, y que por tanto le corresponde
la vida eterna.
¡Para nada es así!
Sabemos que todos somos Sus hijos, creyentes o no, israelitas o no.
Y sabemos que no es el hecho de ser hijo de Dios, o no, lo que diferencia a
los miembros de Israel de los gentiles.
La diferencia radica en la función de cada uno.
Los miembros de la nación escogida debemos actuar de cierto modo, que
conlleva más responsabilidad y labor al servicio del Eterno; en lo que se
llama el cumplimiento de los 613 preceptos.
En tanto que los gentiles deben trabajar en el cumplimiento de los 7
preceptos para las naciones.
Así que, tanto judíos como gentiles somos Sus hijos, pero tenemos derecho a
hacer gala de tal distinción exclusivamente si nos comportamos como
hijos, y no como antagonistas.
Si somos idólatras, ¿cómo tendremos el tupé de llamarnos hijos del Uno y
Único?
Si adoramos a hombres, ¿cómo tendremos la desfachatez de llamarnos fieles a
Dios?
(Lamentablemente son muchos los desfachatados e irreverentes
que así proceden, y que en nombre de la más baja de las idolatrías -la de
Jesús- se
coronan a sí mismos como misioneros de Dios, cuando están abierta y
totalmente en Su contra).
Así pues, el versículo 7 nos recuerda a TODOS los humanos nuestra nobleza de
linaje, y al mismo nuestra responsabilidad de no estafarnos mientras creemos
poder engañar al Rey de reyes.
El versículo 8 sigue en la misma línea.
Los reyes del norteño reino de Efraim/Samaria continuamente mostraban su
rebeldía contra Dios.
Rey tras rey, del primero al último, no abandonaban la idolatría, y no se
arrepentían volviendo al camino grato para el Eterno.
Y Él aguardó muchos años, dio muchas oportunidades para el arrepentimiento,
para el encuentro con la corrección.
Sin embargo, no surgía rey entre los de Efraim que fuera respetuoso de Dios
y cumplidor de Sus mandamientos.
Por lo cual, llenada la medida de misericordia para con las casas reales de
Efraim, Dios anuncia por medio de Su profeta Amós la caída del reino de
Samaria, el fin de la ilusión de un reino israelita ajeno a Dios y a Sus
mandamientos.
Sin embargo, Dios el clemente también anuncia que el castigo
(en realidad, la necesaria consecuencia por los actos pecaminosos
acumulados) sería sobre las casas reales de Efraim, pero no sobre el
pueblo que gobernaban.
El reino del norte desaparecería junto con sus reyes y endebles dinastías,
sin embargo, Israel se mantendría con vida.
Pues Dios ama a Su pueblo, y le da incesantemente ocasiones para el
arrepentimiento, el mejoramiento y el crecimiento.
En resumen, Amós mantiene la línea de los
profetas verdaderos, ya que denuncia los pecados de los pecadores; anuncia
el camino correcto por el cual andar los que desean permanecer en fidelidad
con el Eterno; y confirma la perpetuidad de la santa alianza sellada entre
Dios y el pueblo Israel, que ningún pecado podrá disolver
(aunque sean erradicados algunos incorregibles pecadores de dentro del
pueblo).
Amós, a su estilo, demuestra el fiel e inmodificable amor del Eterno por Israel, que como todo
amor incluye las sabias amonestaciones que procuran hacer emerger lo mejor
del amado.
Si mi modesto trabajo aquí presentado le ha sido de
bendición, no
olvide que este sitio y su autor se mantienen gracias a Dios, que en parte
canaliza Su bondad a través
de la colaboración económica de
los lectores.
No cierre su mano, y abra
su corazón bondadoso para ser parte de la Obra del Eterno.
Que el Uno y Único Dios bendiga a quienes le
son fieles servidores,
y que
sepamos construir Shalom, Iebarejejá H'.
Yehuda Ribco
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