Claves: Judío, judaísmo,
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pardes, sod, Kabbalah,
rabínica, naciones, heredad, patrimonio, respeto, amor, sed, oral, escrita,
Biblia, apropiado
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Pregunta: Muy Señor mio:
He
leído con interés su respuesta y disiento amablemente con Usted. Ya
que si bien es cierto, que a los niños no se les puede dar una información
excesiva o no adecuada a su edad y nivel de percepción, también es cierto
que normalmente, las personas que llegamos a la conclusión de que
debemos buscar la "Verdad", somos personas maduras y con los
suficientes conocimientos, para poder discernir y adecuar las distintas
enseñanzas.
Desafortunadamente, no es fácil acceder a una bibliografía correcta o
enriquecedora fácilmente. En mi caso, me gustaría "saber" y solo se que
estoy empezando a vislumbrar algo a mis 50 años.
Si desea ayudarme en la búsqueda, contacte conmigo. Se lo agradeceré.
Jesús R.
País: Desconocido
(Deben incluir en todos sus mensajes para
nosotros su nombre y apellidos completos, edad, profesión o actividad, el nombre de la ciudad y país donde vive.
Si falta alguno de estos datos, probablemente su email no sea respondido de
ningún modo. Presten atención a las
REGLAS,
gracias.)
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Shalom.
Gracias por escribirme.
Lamento que disienta usted, pues obstinarse en
tener razón cuando se está en una posición discordante con la "Verdad", no
es el camino por el cual se puede alcanzar la mayor comprensión y
trascendencia.
Y atención, he dicho la "Verdad", y no MI verdad, o mi opinión; porque en lo
que respecta al tema de su interés (el estudio de la Torá, y
más precisamente de su nivel más complejo y reservado de interpretación, que
es el denominado sod)
de nada valen las opiniones personales, o los gustos pasajeros, sino que
debe imperar el estable marco de lo legislado por el Eterno.
Pues, es Dios (que es la ÚNICA VERDAD) el que ha
estipulado los parámetros precisos para aproximarse al estudio de Su santa
Palabra, plasmada en lo que conocemos como Torá (sea ésta en
su faz escrita o en la oral).
Es Él quien ha dado la Torá como heredad
eterna a la nación judía, y no al resto de las naciones.
Es Él quien ha ordenado a los miembros de Israel que se dediquen a su
estudio y enseñanza, y no a los hijos de las naciones.
Es Él quien ha estipulado que para enfrascarse en los vericuetos de la
Cabalá, primero se ha de ser ducho y certero en los tres niveles previos,
que le sirven como base.
(Si quiere ver las evidencias de todo esto, le solicito
encarecidamente que busque los artículos que ya han sido publicados al
respecto, y que no vemos objeto en reiterar ahora. Los encontrará en "Estudio"
y "Perfecta"
y "Torá
Gentil").
Si continúa disintiendo, ¿qué puedo yo hacer?
No es conmigo su disenso, sino con el Todopoderoso...
Mi consejo amistoso es que no quiera saber más que Él, pues ¿quién se Le
asemeja, y quién ha de contender con Él?
Por otra parte, podemos usar el más elemental
razonamiento para cerciorarnos del error de pretender hallar conocimiento en
lo complejo, cuando ni siquiera se conoce lo superficial.
¿Acaso el señor cincuentón que desea volar un enorme avión 767, por su mero
deseo ya está capacitado para enfrentarse a la tonelada de información y
responsabilidad que conlleva volar esa máquina?
¿Acaso el septuagenario que apenas si sabe sumar y restar con dificultad,
puede pretender recibirse de ingeniero civil en un par de días de estudio?
¿Acaso el que desconoce los fundamentos de la Torá escrita, y desobedece las
reglas de vida de la Torá oral, está capacitado espiritual y cognitivamente
para enfrentarse al velado universo que subyace en la Cabalá?
La respuesta a las tres preguntas es un liso, llano y rotundo NO.
Yo reconozco que debe ser doloroso escuchar
una respuesta negativa al franco deseo de beber de la Fuente de Vidas, de la
Torá, en su faz más recóndita.
Pero, precisamente la madurez que usted tanto alaba en su misiva, se
demuestra al tolerar las frustraciones que son objetivas, y procurar
superarlas responsablemente cuando eso está dentro de las posibilidades
racionales. Y a no luchar contra molinos de viento, si es que no hay modo de
franquear los obstáculos justos.
Por tanto, apreciado señor, créame que mi
intención es ayudarle en todo aquello que está legalmente a mi alcance, y al
suyo; pero entienda que no puedo, ni quiero, rebelarme contra lo que Dios ha
ordenado... (además de que sería ilógico querer alcanzar la
Verdad atacándola...)
Por lo cual, si desea le puedo instruir en aquellas porciones de Torá
adecuadas para usted, desde el punto de vista que Dios con precisión nos ha
delimitado.
Y créame por favor también que, con la intención de develar la Verdad, y de
ser alumbrados por la bendita Luz de la perfecta Torá, el estudio de la
Cabalá no suele servir más que el más básico de los otros niveles de
interpretación. Siglos de experiencia lo demuestran y confirman.
Espero que pueda entender los motivos y
razones para la postura que le estoy expresando, pues de hacerlo ha dado el
segundo paso imprescindible para comenzar el estudio provechoso de Torá
(el primero es reconocer que se tiene sed de hallar la
Verdad).
Antes de despedirme, un recordatorio:
¿Ya ha colaborado con
nuestra tarea sagrada?
Que el Uno y Único Dios bendiga a quienes le
son fieles servidores,
y que
sepamos construir Shalom, Iebarejejá H'.
Yehuda Ribco
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