Gracias por comunicarse.
Es muy interesante su pregunta, y le agradezco su humildad en preguntar lo
que no entiende, y su confianza en que pueda ayudarle.
Y muy adecuado para el momento, pues precisamente leemos el texto de la
parashá
Beshalaj esta semana.
Le daré cuatro posibles
respuestas, que no son contradictorias entre sí.
Primero.
El capítulo 14 de Shemot / Éxodo, menciona a menudo en las comunes
traducciones al "ejército", o "todo el ejército" de Faraón. Realmente para
el que sabe hebreo notará que no es la más feliz traducción, aunque no sea
del todo incorrecta.
La Torá dice "jeil Paró" y no "tzevá Paró".
La primera es -en una traducción precisa- "hueste", "milicia", "brigada",
"soldadesca".
La segunda forma, la que no usa la Torá sería "ejército".
Por lo que la Torá no nos refiere nada del "ejército" del Faraón, sino de
alguna de sus brigadas.
Segundo.
El imperio de Faraón era vastísimo, aunque diezmado por las plagas.
¿Le parece lógico que Faraón tuviera a "todo su ejército" consigo?
¿Quién cuidaba las fronteras entonces?
¿Quién oprimía a las masas -nacionales y extranjeras?
Por lo que ni el lenguaje, ni la razón habilitan a pensar que fue "todo el
ejército" el que se hundió junto a su líder.
No está demás recordar que alrededor del siglo XII AEC (época aproximada
que generalmente se da como la de la Salida), se verifica un notable
declive en el poderío faraónico.
Tercero.
La Torá menciona en el capítulo citado que los carros escogidos para la
batalla (persecución en este caso) eran 600.
¿Le parece que el imperio de la época sólo contaba con ese número
irrisorio de "tanques" de guerra?
Cualquier libro básico de historia egipcia le dirá que luego de la
expulsión de los hicsos, en Egipto se consolidó un poderoso ejército,
ahora reforzado con la implementación de caballería y carros de combate.
600 es el número que la Torá nos aporta, y evidentemente refiere a los que
contaba el rey en ese momento y lugar.
Cuarto.
Es muy bien conocida la especialidad de los cronistas egipcios de
omitir, silenciar o borrar todos los datos que refirieran a fracasos,
derrotas, pérdidas, etc. sufridos por ellos. Además, a veces un faraón
decidía adjudicarse las victorias u obras de algún otro, con el silencio
reverente de sus súbditos.
Tres ejemplos:
eliminaron o nunca inscribieron los registros referidos a los hicsos y su
dominio sobre el Imperio;
famoso fue Ramsés II por desfigurar y usurpar efigies, eliminar nombres, y
atribuirse construcciones de predecesores suyos (pregúntenle a doña
Hatshepsut o a don Amenhotep III al respecto);
y del revolucionario Amenhotep IV más conocido como Akenatón, que hizo
algo similar con las referencias al dios Amón en procura de entronizar a
su deidad Atón, para que luego de su muerte las autoridades -con el fervor
popular de su parte- intentaran extirpar todo vestigio suyo, ¡y casi lo
logran!
Así pues, ¿cómo pretender que dejaran grabado en sus memorias la derrota
-grande o pequeña- infringida por ese minúsculo pueblo de libertos (ya que
no de parte de Dios)?
¿Cómo confiar en una historiografía tendenciosa y proclive a amnesias
interesadas?
En contraposición a estas actitudes egipcias (y de cualquier otro imperio
del que tengamos noticias): ¡qué valor tiene el relato del Tanaj que nos
remarca lo positivo y negativo de nuestros héroes y gente anónima!
Creo que he respondido, pero
si le quedan dudas, a las órdenes.
Iebarejejá H' - Dios te bendiga, y que sepamos
construir Shalom
Yehuda Ribco
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