Gracias por comunicarse.
Agradezco sus elogios, que me resultan excesivos.
Esta pregunta suya a
primera vista era para ser descartada, siguiendo las reglas que
tenemos para responder a las consultas de los atentos lectores, pues
no parecía tener ni un ápice de relación con el judaísmo.
Hasta que capté la inmensa ingenuidad que lleva implícita, y el camino
erróneo al que conduce, por lo que la contestaré (muy brevemente)
Primero:
inalterabilidad de la Torá.
Nadie, ni siquiera Moshé (si viviera) está capacitado para
modificar ni un ápice del texto de la Torá.
Lo que él recibió de parte del Eterno, eso es lo que puso por escrito.
Luego, se hicieron (y hacen) numerosos esfuerzos para que ese texto se
mantuviera inalterable, para cumplir lo que Dios nos ordena:
"No añadáis a las
palabras que Yo os mando, ni quitéis de ellas, de modo que guardéis
los mandamientos de Hashem vuestro Elokim, que Yo os mando."
(Devarim / Deuteronomio 4:2)
"Tendréis cuidado
de hacer todo lo que Yo os mando (en la Torá); no añadiréis a ello,
ni quitaréis de ello."
(Devarim / Deuteronomio 13:1)
Segundo: adecuación.
Lo que los Sabios reconocidos de cada generación están capacitados
a hacer es a adecuar (en la medida de lo posible) los mandamientos a
las situaciones.
¿Qué quiere decir esto?
Pues, por ejemplo, la Torá no prohíbe el encender una lámpara
eléctrica en Shabbat, pero los Sabios, siguiendo procedimientos
legales claros y básicos, adecuaron el mandamiento para hacerlo
extensivo a la situación tecnológica actual. Esto puede aparecer como
un añadido, pero, no lo es, es una extensión y adecuación de lo ya
existente.
Lo que no tienen permitido hacer, ni los Sabios ni nadie, es a variar
el texto, o el contenido de la Torá, y a eliminar mandatos que
aparezcan en la misma.
Y sólo los Sabios (los designados con la función de legisladores; y en
comisiones destinadas a tal fin) tienen el derecho a hacerlo,
tal como está escrito:
"(8) ''Cuando te
sea difícil decidir en un juicio en tus tribunales, ya sea en
asuntos de homicidio o de derechos o de ofensas físicas o en otros
casos legales, entonces te levantarás y subirás al lugar que Hashem
tu Elokim haya escogido.
(9) Irás a los sacerdotes levitas y al juez que haya en aquellos
días y consultarás. Ellos te indicarán la sentencia del juicio.
(10) ''Harás según la sentencia que te indiquen en aquel lugar que
Hashem haya escogido, y tendrás cuidado de hacer según todo lo que
te declaren.
(11) Harás según la Torá [la instrucción] con que ellos te instruyan
y según el juicio que pronuncien. No te apartarás de la sentencia
que te indiquen, ni a la derecha ni a la izquierda.
(12) Quien proceda con soberbia y no obedezca al sacerdote que esté
allí para servir delante de Hashem tu Elokim, ni al juez, esa
persona morirá. Así eliminarás el mal de Israel.
(13) Todo el pueblo lo oirá y reverenciará, y ellos no actuarán más
con soberbia."
(Devarim / Deuteronomio 17:8-13)
Tercero: falsarios.
Ya la Torá, 1400 años antes de Pablo de Tarso anuncia que
aparecerán falsos profetas, que dirán que hablan en nombre de Dios,
pero en verdad sus palabras serán mentira y deseos de inclinar a los
ingenuos hacia lo erróneo. Con sus palabras dirán que lo apto es
impropio; y que lo ajeno es propio.
Tal como está escrito:
"...tal profeta o
tal soñador de sueños ha de ser muerto, porque predicó la rebelión
contra Hashem vuestro Elokim que te sacó de la tierra de Egipto y te
rescató de la casa de esclavitud. Él trató de desviarte del camino
por el que Hashem tu Elokim te mandó andar. Así eliminarás el mal de
en medio de ti."
(Devarim / Deuteronomio 13:6)
Cuarto: cuestión de
pueblo.
La Revelación de Sinai, con la consiguiente entrega de la Torá por
parte de Dios al pueblo de Israel, es un hecho único entre todas las
religiones y creencias, porque la divinidad se manifiesta ante
cientos de miles, millones, de individuos.
Es el pueblo en su conjunto el testigo y pactante con Dios.
No a través de intermediarios, ni por palabras de súbitos
inspirados.
El Pueblo es el depositario y sostén de la Torá, y no unos pocos
revelados por espíritus santos.
¿Por qué es así?
Una de las razones es para que si alguien decide cambiar la Torá, no
lo pueda hacer, pues, simplemente no es de su propiedad, sino del
colectivo del Pueblo. Y no sólo de éste, sino que en relación con el
dador, que es Dios.
Así que si viene alguien llamado Pablo, o Fulano y dice que Dios le
dijo que hay que eliminar la circuncisión, la dieta alimentaria, tal o
cual mandamiento... ¡o toda la Torá (alias la Ley en boca paulina)!,
además de saber que es un falso profeta, es un estafador, pues se
atribuye el derecho que recae en el Pueblo y no en ningún individuo.
Y sabemos que la Torá es de el Pueblo, tal como está escrito:
"''El día que
estuviste delante de Hashem tu Elokim en Horeb, Hashem me dijo:
'Reúneme al pueblo para que yo les haga oír mis palabras, las cuales
aprenderán para temerme todos los días que vivan en la tierra, y
para enseñarlas a sus hijos.'
(11) Y os acercasteis y os reunisteis al pie del monte. El monte
ardía con fuego hasta el corazón de los cielos, con densas nubes y
oscuridad.
(12) Entonces Hashem os habló de en medio del fuego. Vosotros
oísteis el sonido de sus palabras, pero aparte de oír su voz, no
visteis ninguna imagen.
(13) Él os declaró su pacto, el cual os mandó poner por obra: las
diez locuciones (aseret hadevarim). Y los escribió en dos tablas de
piedra."
(Devarim / Deuteronomio 4:10-13)
Me parece que le he
contestado, y como siempre quedo a sus órdenes.
Iebarejejá H' - Dios te bendiga, y que
sepamos construir Shalom
Yehuda Ribco
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