Finalmente, llegamos a
responder lo último de una pretenciosa misiva. Si está interesado en la
respuesta anterior a esta persona, lea la respuesta numerada 779.
Debemos decir, haciendo las cosas con sinceridad como habitualmente, que
quitamos muchas partes de la misiva, que resultaban ofensivas para nosotros,
para ustedes los visitantes, para las religiones, para los judíos, incluso
para el mismo escribiente.
Desechamos también de responder otras cosas (no sé qué adjetivo
corresponde), pues recibimos numerosas cartas de personas cansadas de leer
nuestras respuestas a preguntas vacías, y no dedicarnos a temas
constructivos.
Hicimos caso a los consejos de tantas personas de bien.
Aunque no lo crean, esta parte
de la carta me resultó interesante.
Les cuento.
Ayer venía caminando por la calle, y me topé con un charco de sangre seco
a unas cuadras de casa. Pregunté al diariero, y me dijo que él estaba fuera,
pero que su sobrino le había contado que doña Pocha presenció un accidente,
en el cual una ancianita cruzó desprevenida la calle, siendo atropellada por
un tranvía (inexistente en esta ciudad)
El verdulero, don Esteban muy nervioso me reconoció desde la acera de
enfrente, y como sabe que tengo mi título de psicólogo vino a descargarse
conmigo, y me relató que estaba atendiendo cuando escuchó los chirridos de
unos frenos. Alarmado salió a la vereda, y vio en la otra cuadra un tumulto
de personas. Como justo estaba atendiendo, no pudo sumarse a los mirones,
por lo que al rato doña María que acertaba a pasar le contó conturbada algo
acerca de un chico vestido de ejecutivo que de pronto enloqueció, gritó algo
de matarse, y se tiró a las vías del metro que acertaba a pasar por el lugar
(en Montevideo, no tenemos metro)
Le dije a don Esteban que no se preocupara y no sé qué más, en fin, tener el
título psi, no nos hace pasibles de recibir las quejas de todos, ¿o sí?
Al aproximarme a casa, Fausto, el portero de al lado, me dijo que él estaba
allí cuando todo ocurrió. Que fue un asalto, el ladrón salió corriendo con
la cartera de una viejita que venía cargada con el jugoso pago de su
jubilación. Una moto atropelló al ratero, que salió disparado para caer a
250 metros sobre el tejado de una casa. Mientras la anciana, que además era
ciega, al salir tras el mal viviente fue atropellada por el coche patrullero
que venía a atender su robo. Cuando indagué más profundamente en el retrato
verbal jolibudense de Fausto, me confesó que estaba durmiendo la siesta en
horas de trabajo, y se sinceraba porque sabía que yo no lo acusaría con sus
patronos (cosa que no viene al caso en este momento...)
En definitiva... ¿qué había pasado a una cuadras de casa?
La intriga era grande para mí, no tanto por lo morboso de la situación, sino
por lo anecdótico de las versiones de tantos testigos supuestamente
presenciales.
La TV, en un informativo no informó nada.
Otro canal anunció una investigación a fondo... que aún espero.
En la radio, las emisoras que sintonicé, cada una tenía su versión más o
menos florida.
Finalmente, por esas cosas del "destino", me llama un nuevo paciente, que
quiere iniciar un tratamiento psi conmigo, que tenía referencias, y etc.
Concertamos la primera cita indagatoria.
Entra a mi despacho un hombre de mediana edad, pie enyesado, brazo en
cabestrillo.
Y ni bien comienza hablar, ¡yo no daba crédito a mi "suerte"!
¡Él era el involucrado en aquel accidente que tanto me había llamado la
atención!
Y entonces, a unas semanas del hecho, finalmente... conocí como es que había
acontecido...
Las versiones más o menos
similares, más o menos antiguas de alguno de los relatos de
Bereshit/Génesis, son las ideas de lo que las personas a lo largo y ancho
del mundo supusieron que fue lo que había acontecido en tiempos pretéritos.
Ellos recibieron los datos de sus antepasados, pues los hechos habían
acontecido mucho tiempo antes, ya no había personas que atestiguaran. Por lo
que, plasmaron en sus leyendas lo que consideraron lo más ajustado.
En la Torá, si aceptamos su validez y origen divino tal como ya mostramos en
otra oportunidad, es el relato en primera persona del único testigo
fiel y presente en todos aquellos acontecimientos: Dios.
Por lo que, los relatos similares y muy antiguos, para mí, en lugar de
contradecir o denigrar los relatos de la Torá: demuestran su validez y
originalidad.
Quedo a las órdenes de los que
quieran acompañarme en el camino del aprendizaje, y me despido de todos con
mis mejores deseos de que el Eterno los bendiga para que podamos construir
Shalom.
Yehuda Ribco
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