Shabbat: Shevat 19, 5765, 29/1/05
Comentario de la Parashá Itró
Al
honrar a nuestros padres
En la parashá leemos:
"El Eterno dijo a Moshé [Moisés]: -He aquí,
Yo vendré a ti en una densa nube, para que el pueblo oiga mientras Yo hablo
contigo y te crea para siempre... Honra a tu padre y a tu madre..."
(Shemot / Éxodo 19:9, 20:12)
El Decálogo está dividido en dos categorías:
las cinco primeras estrofas contienen reglas de la relación entre el hombre
y su Creador, mientras que las otras cinco reglas para que atañen a la
relación entre personas.
Si esta división es clara, entonces, ¿por qué
el mandamiento de honrar a los padres se ubica dentro de las cinco primeras
estrofas?
¿Cómo se vincula íntimamente el honrar a nuestros padres con nuestra
relación personal con el Creador?
Presentemos algunas de las respuestas que se
han dado:
-
El Talmud (Baba Metzia 32a;
Kidushin 30b en adelante) establece que todo aquel que honra a sus
padres, está honrando al Todopoderoso, ya que con su conducta está indicando
su ánimo y voluntad de aceptar la autoridad de aquellos que le son
superiores, así como el sustentar los valores de la Tradición.
-
Haamek Davar añade que, más allá del
sentimiento de la persona hacia sus padres, que se supone que es de ternura
y amor, uno realmente tiene la obligación impuesta por el Eterno de
honrarlos. Quiera hacerlo con sentimientos positivos, o no, la obligación se
mantiene como un mandato celestial y es halajá debidamente pautada y
delimitada. Por lo cual, cuando la persona honra a sus padres, está honrando
al Creador que ha dado ese mandamiento.
Sin embargo, si prestamos atención la cuestión no queda realmente
esclarecida con esta respuesta, pues al cumplir con cualquiera de los 613
mandamientos en última instancia se está honrando al Legislador que los ha
ordenado.
-
Meshej Jojmá, por su parte, nos enseña que el
mandamiento de honrar a los padres es una de las piedras angulares que
sostienen nuestra confianza en la entera veracidad de la Torá.
Nuestra Tradición está basada en la cadena no interrumpida que comenzó con
nuestro padre Avraham, pasó por Sinaí y llega inalterada hasta nuestros
días.
Es una cadena dorada de padres e hijos, que se van trasmitiendo
fidedignamente el contenido de nuestra manera de vivir, el mensaje perpetuo
de la Torá divina.
Por lo cual, cuando honramos a nuestros padres, a esos que están aquí
próximos y que nos dan la vida, estamos también honrando a todos nuestros
venerables ancianos, de todas las generaciones, que han contribuido para
mantener vital y actual el judaísmo. No solamente honramos a las personas
físicas, sino al contenido espiritual, intelectual y ético que nos entregan
y desde dentro nos da vida.
A través de esa transmisión es que nos conectamos también con el Creador,
que es el que ha revelado la Torá a Israel.
-
El Sefer HaJinuj nos hace ver que fueron
nuestros padres los que nos trajeron a la vida, tal como el Eterno hace.
Ellos dan la vida, como reflejo del Todopoderoso que la da.
Y es por esto mismo que el premio por cumplir con el mandamiento de
honrar a los padres es "longitud de días".
De acuerdo al sistema midá kenegued midá -medida por medida-, quien
muestra apreció por aquellos que le han dado días, obtiene como resultado
que le sean extendidos sus días. Aquel que honra a los que reflejan la
autoridad Celestial, es honrado por el Eterno.
¡Les deseo Shabbat Shalom UMevoraj!
Moré Yehuda Ribco
Notas:
-Otras interpretaciones de este pasaje de la
Torá, y más estudios los hallan
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Relatos, anécdotas y enseñanzas
Un gentil llamado Dama ben Netina poseía una
joya preciosa que era necesaria para reemplazar una que faltaba de la
pechera del Sumo Sacerdote.
Un grupo de sabios fue a él y le ofrecieron una fortuna por la gema, pero él
se rehusó insistentemente a venderla, a pesar de que los sabios iban
aumentando el precio.
Los sabios pensaban que el hombre era ambicioso, pero lo cierto es que no se
las iba a vender porque la llave de la caja de seguridad en donde se
guardaba la joya, estaba bajo la cabeza de su padre que dormía la siesta en
ese momento.
Pero este hecho, ellos no lo sabían, así que se se marcharon apesadumbrados
esperando a que el hombre aceptara finalmente la suculenta suma ofrecida.
Al rato, el hombre se presentó ante los sabios y les contó el verdadero
motivo de su renuencia: él no iba a despertar a su padre, ni siquiera por la
fortuna de un rey.
Y dicho esto, les dio a los sabios la joya y aceptó únicamente el módico
precio inicial que le habían ofrecido.
Puesto que él estaba dispuesto a dejar tanto
para honrar a su padre, fue
recompensado de tal manera que una vaca roja nació dentro de su ganado, y
vendió este animal a los sabios por la misma suma que había rechazado antes
por la joya.
Basado en TB, Kidushin 31a
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