Shabbat: Shevat 20, 5766; 18/2/06 -
Una invitación
personal
Un
comentario a la Parashá Itró
En
unión para la Revelación
En nuestra parashá se narra el más importante
acontecimiento desde la Creación (y que hasta la actualidad no ha sido
superado): la Revelación del Eterno a Israel en Sinaí, con la consecuente
entrega de la Torá.
En los instantes previos a este magno e
irrepetible episodio, la Torá nos dice que:
"Y partieron de
Refidim y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y
acampó allí Israel frente al monte.
Entonces Moshé [Moisés] subió para encontrarse con Elokim, y el Eterno
lo llamó desde el monte, diciendo: -Así dirás a la casa de Iaacov
[Jacob] y anunciarás a los Hijos de Israel..."
(Shemot / Éxodo 19:2-3)
Por supuesto que muchas son las enseñanzas que
emergen de este párrafo, pero detengámonos en verbos y conjugaciones.
En el mismo versículo se nos indica que: "acamparon...
y acampó".
"Acampar" está conjugado en plural primero, pero luego en singular, tal como
si Israel hubiera logrado alcanzar un grado de perfecta unidad, de actuar
como una única entidad.
En palabras de Rashi: "eran como una
persona, con un corazón".
Al salir de Egipto eran personas amuchadas, pero con su corazón en soledad.
Estaban juntos en cuerpo, pero separados en mente, emociones y espíritu.
En este momento se convierten (al menos por un instante) como en una
sola persona compuesta de miles de individuos. Dejan de lado la soledad,
para gozar de la solidaridad.
Permítanme que les comente un aspecto lóbrego
de nuestra existencia terrena.
La soledad humana es un estado perenne.
Desde que nacemos hasta que morimos, estamos en soledad. Aunque nos rodeen
un millón de personas, aunque vivamos abrazados, aunque conversemos hasta
que se nos canse la lengua, el hecho cierto es que permanecemos en soledad.
El otro sigue siendo otro, aunque inventemos un delirio de a dos y nos
convenzamos de que somos un solo ser; aunque afirmemos que si nos falta el
otro, no somos nada.
La verdad es que la soledad, así como la muerte, son presencias ineludibles
en nuestra vida.
Pero, es posible hacer que estas lúgubres
presencias no tengan fuerza en nuestra vida.
Para no estar paralizados de terror por la
figura de la ineludible muerte, lo que podemos hacer es: VIVIR. Aprovechar
cada segundo de vida para gozar de lo permitido, y que este goce esté
colmado de sentido, de unión con lo trascendente, de valor. Que no estemos
pasando por la vida, sino viviendo. Que nos deleitemos, pero a la vez que
hagamos lo posible para compartir el bien.
Tal como dice el Predicador:
"Porque los que
viven saben que han de morir; pero los muertos no saben nada, ni tienen
más recompensa, pues la memoria de ellos es puesta en el olvido.
También han desaparecido su amor, su odio y su envidia. Ya no tienen
parte en este mundo, en todo lo que se hace debajo del sol.
Anda, come tu pan con gozo y bebe tu vino con alegre corazón, porque tus
obras ya son aceptables a Elokim.
En todo tiempo sean blancas tus vestiduras, y nunca falte aceite
perfumado sobre tu cabeza.
Goza de la vida, con la mujer que amas, todos los días de tu
insignificante vida, que Elokim te ha dado debajo del sol; porque ésta
es la porción de tu vida y del duro trabajo con que te afanas debajo del
sol.
Todo lo que te venga a la mano para hacer, hazlo con empeño. Porque en
el Sheol, a donde vas, no hay obras, ni cuentas, ni conocimiento, ni
sabiduría.
...
La conclusión de todo el discurso oído es ésta: Teme a Elokim y guarda
Sus mandamientos, pues esto es el todo del hombre.
Porque Elokim traerá a juicio toda acción junto con todo lo escondido,
sea bueno o sea malo."
(Kohelet / Predicador 9:5-10; 12:13-14)
Si vivimos de esta manera, apartamos el
recuerdo de la muerte que nos congela, que nos mata en vida; y pasamos a dar
sentido y provecho a nuestro peregrinar por Este Mundo.
Ahora, en cuanto a la figura ineludible de la
soledad, ¿qué podemos hacer para espantarla?
Para responder, regresemos al tema de los verbos con que comenzamos este
comentario.
"Acampó" está dicho en el texto original como "vaijan", de la que
surge "majané", campamento.
Esta palabra se asocia directamente con la voz "jen", que significa:
bondad, afabilidad, amabilidad, benevolencia, benignidad, buen corazón,
delicadeza, dulzura, humanidad y ternura.
Es decir, cuanto tenemos jen, buen corazón hacia el prójimo,
cuando actuamos con genuina bondad hacia el prójimo, cuando la caridad y
misericordia son nuestros patrones de conducta, entonces somos capaces de
formar un majané, un campamento integrado.
En la mishná aprendemos:
Rabán Yojanán ben
Zakai les dijo a sus cinco discípulos: salgan y vean cuál es el sendero
recto al que debe apegarse el hombre. Rabí Eliézer dice: Tener un ojo
bueno. Rabí Yehoshúa dice: Tener un buen amigo. Rabí Yosi dice: Tener un
buen vecino. Rabí Shimón dice: Quien prevé las consecuencias. Rabí
Elazar dice: Tener un buen corazón. Él les respondió: Veo mejor las
palabras de Rabí Elazar ben Araj que las de ustedes, pues dentro de sus
palabras están incluidas las de ustedes.
(Avot 2:8)
El que tiene buen corazón, jen,
entonces también: tiene capacidad para ver con bondad a su prójimo, por su
clemencia tiene buenos amigos, por su solidaridad tiene buenos vecinos, y
actúa con sabiduría.
A partir de esto, R.
Itzjac de Vorki nos enseña que los israelitas fueron benevolentes unos con
otros, y de esa manera hallaron la benevolencia del Eterno.
Cuando fueron humildes, al punto de aceptar al prójimo, estuvieron
capacitados para "acampar juntos", actuar con bondad y recibir la
Revelación.
Como enseñó el Rav Ierujem Levowitz: el amor
auténtico por el prójimo, la actividad en pro del bienestar general, y la
humildad, son los prerrequisitos básicos para recibir íntegramente la Torá.
Cuando el otro deja de ser un ajeno, para ser alguien que auténticamente es
respetado y amado, solamente por ser como yo, a imagen y semejanza del
Eterno, en ese momento es que la Torá resplandece en nuestro ser.
Unámonos a nuestro prójimo, seamos
caritativos, solidarios, no caigamos en juicios imprudentes, desarrollemos
nuestro buen corazón, y entonces venceremos a la soledad, venceremos a la
muerte y principalmente la Luz de la Torá nos hará resplandecer.
¡Les deseo a usted y los suyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj! ¡Cuídense y gocen de lo permitido para qué sepamos construir
shalom!
Moré Yehuda Ribco
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Notas:
1-
Otras interpretaciones de este pasaje de la
Torá, y más estudios los hallan
HACIENDO CLIC
AQUÍ, AQUÍ y
AQUÍ.
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