Shabbat: Adar 25, 5766; 25/3/06 -
Parashat Hajodesh // Se lee también
parashat Pekudei
Un
comentario a la Parashá
Vaiakel
Fuerza
para edificar
Apreciado amigo y discípulo:
En nuestra parashá se nos cuenta:
"Entonces Moshé
dijo a los Hijos de Israel: -Mirad, el Eterno ha llamado por nombre a
Betzalel hijo de Uri, hijo de Jur, de la tribu de Yehudá, y lo ha
llenado del espíritu de Elokim, con sabiduría, entendimiento,
conocimiento y toda habilidad de artesano, para hacer diseños artísticos
y para trabajar en oro, plata y bronce, en el tallado de piedras para
engastar, en el tallado de madera y para realizar toda clase de labor
artística."
(Shemot / Éxodo 35:30-33)
El Eterno llamó por nombre, es decir que escogió
especialmente a Betzalel para que fuera el
encargado de la construcción del Santuario.
Ésta era una tarea sumamente delicada y plena
de trascendencia que no podía quedar en manos de cualquier hábil artesano
pero débil en su espiritualidad.
Por tanto, podemos deducir que Betzalel no solamente era diestro en artes y ciencias, sino
también que era un hombre cultivado espiritualmente.
¿Sabemos cómo logro ese alto grado de
espiritualidad?
Pues, lo podemos entrever en el texto que hemos citado recién.
Prestemos atención.
Entre los datos de su personalidad, se nos
menciona que era nieto de Jur, de la tribu de Yehudá.
¿Para qué nos sirve esta información?
Demos un pequeño vistazo para atrás en la
Torá, para conocer un poco acerca de Jur:
"Sucedió que
cuando Moshé alzaba su mano, Israel prevalecía; pero cuando bajaba su
mano, prevalecía Amalec.
Ya las manos de Moshé estaban cansadas; por tanto, tomaron una piedra y
la pusieron debajo de él, y él se sentó sobre ella. Aarón y Jur
sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro del otro lado. Así hubo
firmeza en sus manos hasta que se puso el sol."
(Shemot / Éxodo 17:11-12)
Jur era de los fieles al Eterno, familiar y
ayudante de Moshé, dispuesto a acompañarlo y darle ánimos allí donde el
líder desfallecía.
Pero además:
"Se levantaron
Moshé y Ieoshúa su ayudante, y Moshé subió al monte de Elokim; y dijo a
los ancianos: -Esperadnos aquí hasta que volvamos a vosotros. He aquí
Aarón y Jur están con vosotros. El que tenga algún asunto, acuda a
ellos."
(Shemot / Éxodo 24:13-14)
Era un hombre de autoridad, en quien el líder
Moshé confiaba y que era capaz de quedar a cargo del consejo de los ancianos
dirigentes de Israel.
Y además, cuando la chusma que acompañaba a Israel se inquietó por la
ausencia de Moshé (ver Shemot / Éxodo 32:1), fue Jur el que pidió calma y
trató de disuadirlos de pecado y extravíos. En ese momento, algunos de la
turba exaltada lo asesinaron y usaron esta muerte como pretexto para
intimidar a Aarón, para que les hiciera caso y fabricara entonces un ídolo
para ellos.
Murió Jur a causa del odio que nace de la
religiosidad ajena al Eterno y del extravío idolátrico.
Murió Jur, el que estaba dispuesto por amor a su prójimo a ponerse en
riesgos.
¿Qué pasó entonces?
Según sabemos, la erección del Santuario (a
cargo de Betzalel) fue un directo resultado de la forja del Becerro de Oro.
El hecho era que aquella gente desgraciada no había evolucionado
espiritualmente, ellos seguían aferrados a lo material como método que
conocían para intentar trepar algunos peldaños en santidad1.
Por tanto, les ordenó el Eterno que se construyeran un Santuario, un lugar
físico en el cual ellos pudieran sentir la Presencia divina.
Ciertamente la divina Presencia se hacía sentir entre los israelitas
sin
necesidad del Santuario (Shemot / Éxodo 25:8; 29:46), pero, a causa de
las interferencias e influencias negativas de la chusma que los acompañaba,
no se sentían bajo las alas del Eterno si no contaban con algún referente
material, con algo concreto que "seguir"2.
De esta manera, cuando ellos se sintieran espiritualmente alterados -como
perdidos- (a causa de desequilibrios emocionales, casi siempre), para que no fueran detrás de los ídolos burdos como fácil respuesta a su
ansiedad, tendrían el Santuario, para ir allí al encuentro con el Eterno, a
obtener respuestas verdaderas.
Así también sabrían que el Eterno mantenía Su amor hacia ellos, a pesar de
que yerran y se extravían; pues Él no desea la muerte del pecador, sino la
extinción del pecado (ver Midrash Tanjuma 2 y 14). Es que, el
Eterno custodia eternamente Su
Alianza con el pueblo judío, a través de todas las generaciones y a
pesar de algunos altibajos producto de la inestabilidad "emocional" de
algunos miembros del pueblo.
Preguntamos antes para qué nos servía saber
que Betzalel era nieto de Jur, y ahora tenemos dos respuestas.
La primera: en buena medida aprendió Betzalel a actuar con intensa bondad de su abuelo Jur, que puso en riesgo su vida
por amor hacia sus hermanos judíos. Ahora Betzalel, por amor a sus hermanos
judíos, estaba dispuesto a batallar con su instinto negativo, para usar toda
esa tremenda energía de destrucción en aras de la construcción.
La segunda: para que podamos comprender que su participación en la erección del Santuario tenía
directa relación con el crimen que había cometido el populacho en contra de su
abuelo, al momento de la construcción del ídolo en forma de becerro.
Así como el odio, la maldad y la ignorancia habían motivado el asesinato de
Jur, en nombre de la idolatría disfrazada de piedad;
ahora,
el amor, la misericordia y la conciencia movían a Betzalel en sus acciones
de edificación del Santuario, siempre laborando en nombre del Eterno y
revestido con humildad.
¿Lo comprendes?
La grandeza constructiva de Betzalel al erigir
el Santuario,
equilibraba el daño causado
por la bajeza de la chusma que mataba por erigir un ídolo en lugar del
Eterno.
Es por la nobleza de espíritu de Betzalel que
el Mishkán -Santuario- nunca fue destruido, en todos los siglos de su
peregrinar. A diferencia de los Templos en Ierushalaim que fueron arrasados,
el humilde Santuario fue plegado y guardado. Fue protegido por la influencia
del espíritu
puro y pleno de misericordia y humildad con que fue construido.
Volvemos a preguntarnos: ¿cómo hizo Betzalel para alcanzar ese grado de
grandeza espiritual?
Él aprendió a canalizar hacia lo positivo las
fuerzas naturales que todos tenemos dentro, tanto las constructivas como las
destructivas.
Tenía motivos y mucha energía para la venganza, resentimiento, rencor,
revancha, etc. en contra de los que asesinaron a su abuelo; pero en vez de
desperdiciar esa energía en llevar a cabo la venganza, o rumiar
constantemente planes nefastos, la empleó para perfeccionarse y perfeccionar
su mundo.
Es la técnica de las llaves del Judo, cuando se usa la fuerza del oponente para
vencerlo.
Así aprendió a hacer Betzalel con el enemigo interno, con el enemigo
espiritual; se educó para construir usando también las energías negativas
que estaban en su interior. Cuando aprendió a dominarlo y a usar su
tremendo poder, estuvo en condiciones de edificar el Santuario, y dar a los
israelitas una muestra del amor del Eterno por ellos.
Tomemos la enseñanza del Ramjal (R. Jaim Moshé
Luzzato), en su "Mesilat Iesharim", en donde ilustra acerca del poder de la
emoción de la revancha. Nos dice que es una de las emociones más difíciles
de controlar, porque el desquite es lo único que parece calmar al que está
poseído por el resentimiento.
La venganza parece ser como un dulce bálsamo, que aquieta la violencia que
nace en las entrañas.
Pero, en verdad es una droga peligrosa, pues nos hace vivir en una ilusión
de realidad. Ya que, la venganza en vez de solucionar los problemas, los
incrementa y añade nuevas dificultades la vida.
Sin embargo, parece tener tan dulce sabor...
Por eso es tan peligrosa, porque da la sensación de satisfacción, pero
ciertamente daña al que vive con ella, daña al que recibe sus embates, y
daña al entorno que se perjudica en la espiral de acciones y reacciones cada
vez más destructivas.
Hasta tal punto es terrible la falta de compasión y el corazón que guarda
rencor, que el Eterno ha dicho:
"Por tres pecados
de Edom, y por cuatro, no revocaré su castigo. Porque persiguió con
espada a su hermano y suprimió su compasión, y porque en su furor
siempre ha destrozado y ha guardado continuamente el rencor,"
(Amós / Amós 1:11)
Y los pensamientos que rumian la venganza
obsesivamente, sin concretarlos en hechos, tampoco son saludables, pues
ahogan a los pensamientos de vida, a los que son para reconstruir y
reconciliar, y lenta pero indefectiblemente llevan a la persona a hundirse
en un tosco ambiente mental que es oscuro y pleno de amargura.
Como describió el sabio inspirado:
"consume todos
los días de su vida en tinieblas, con mucha frustración, enfermedad y
resentimiento."
(Kohelet / Predicador 5:16)
Pero, tomemos en cuenta que la persona ha
nacido para vivir de acuerdo a la Torá, y que cumplir con sus preceptos es
siempre una posibilidad.
En ella se nos ordena e insta a no guardar resentimiento ni rencor, y a no
tomar revancha (Vaikrá / Levítico 19:17, 18). Si la Torá ordena esto, es que
podemos llevarlo a cabo, pues el Eterno no nos pide jamás algo que es
imposible de alcanzar.
Así que lo hecho por Betzalel es parte de lo que nosotros podemos también
realizar.
Podemos sobreponernos a los malos sentimientos, tenemos la capacidad de
crecer por encima de los pensamientos y sentimientos que nos perturban y
destruyen.
Muy a menudo nuestras emociones nos dominan,
como si olvidáramos que somos en verdad nosotros los amos de nuestro ser,
que incluye a nuestras emociones.
Al ser creaciones "a imagen y semejanza" del Eterno, tenemos incorporada la
capacidad de auto-controlarnos, de ser los amos de nuestra vida emocional.
Esto es precisamente lo que nos enseña
Betzalel, que al convertirse en maestro del auto-dominio emocional, se hizo
también capaz de edificar un Santuario pleno de pureza.
En palabras del salmista:
"Muchos son mis
perseguidores y mis enemigos, pero de Tus testimonios no me he apartado."
(Tehilim / Salmos 119:157)
Cuando aprendemos a usar las fuerzas
emocionales para la edificación en vez de para la destrucción, nos hacemos
en dueños de nuestra vida.
Si somos dueños de nuestra vida, estamos en el camino de ser constructores
del shalom.
¿Y cómo lo podemos hacer?
Pues, releamos lo que está más arriba: aplicándonos al cumplimiento de los
preceptos de la Torá.
Ahora, fijémonos en el nombre de este gran
personaje: Betzalel hijo de Urí, hijo de Jur.
Estos nombres nos brindan una enseñanza, acorde a la que hemos dado hasta
ahora.
Betzalel: El que está a la sombra del Eterno (Tehilim / Salmos 91:1);
Urí: (hijo de) mi luz, la luz primordial, la Luz de la Torá;
Jur: (hijo de) el que trae jerut, liberación (basado en Zohar Terumá
152a).
En resumen:
¿Cuál es el camino de la liberación personal?
Pues, andar guiado a la Luz de la Torá.
De esa manera, estaremos a la sombra del Eterno, y somos dueños de nuestra
existencia.
¡Les deseo a usted y los suyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj! ¡Cuídense y gocen de lo permitido para qué sepamos construir
shalom!
Moré Yehuda Ribco
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Notas:
1- Craso error de los que actualmente dicen que veneran
imágenes (concretas o mentales) para llegar al Padre. En realidad, están
abocados a la idolatría, tal como los que deseaban comunicarse con el Eterno
por intermedio del Becerro de Oro; o los que usan santos, intercesores,
ángeles o cualquier otra cosa que intermedie entre ellos y el Padre.
2- Qué triste que hoy en día también hay personas que siguen
doctrinas ajenas, y se sienten desamparados y desligados del Eterno, cuando
lo cierto es que el lazo con Él es inquebrantable y estamos ante Su amorosa
Presencia constantemente. Los que se sienten "huérfanos" del Padre, actúan
erróneamente muchas veces movidos por su angustia "espiritual"; entonces se
convierten en seguidores de ídolos, religiones, sectas y con estas acciones
en vez de adquirir equilibrio para su vida, solamente la desbarrancan más.
Se unen a los "mesiánicos" u otras sectas de idolatría (budistas, sai babas,
etc.), o se fanatizan detrás de su ambición, o se aíslan del mundo
encerrándose en peligrosos pensamientos, etc.. Todo esto en vez de abrir su
corazón a la percepción de que el Padre está a nuestro lado siempre. Amoroso
y por tanto exigente.
Otras interpretaciones de este pasaje de la
Torá, y más estudios los hallan
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