iJudaismo conversion Israel Mashiaj Tora Dios amor paz

 

 Lic. Prof. Yehuda Ribco / Nisan 7, 5762 - 19/3/02

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BeShem H' El Olam


 Tiempos      

Shalosh Regalim: Luna festiva

Claves: Pesaj, Shavuot, Sucot, Shalosh, Shloshet, Shlosha, Regalim, iareaj, shemesh, sol, luna, reflejo, Torá, libertad, oculto.

 Shalosh Regalim

Sabemos que en el ciclo anual judío la luna tiene su relativa importancia.
Cada mes coincide con el inicio de la fase nueva de la luna, es decir, cuando la máxima oscuridad es traspasada por un rayito de luz lunar apenas perceptible.

Y, por lo tanto, nuestras festividades tienen una correlación con la fase lunar.
La médula del año está compuesta de las tres festividades de la peregrinación, las shalosh regalim, que son en su orden de conmemoración de acuerdo a la Torá: Pesaj, Shavuot y Sucot.

Pesaj, recuerda la salida de Mitzraim -Egipto-, la libertad de las cadenas materiales.
Shavuot, es el tiempo que revive la entrega de la Torá por parte de Dios a Israel en Sinai; por lo que es la aptitud para la libertad espiritual.
Y Sucot rememora el camino hacia la concreción de ambas libertades, con el consiguiente asentamiento en la Tierra de Promisión (literalmente Israel, metafóricamente el crecimiento integral)

Pesaj se comienza a festejar en la luna llena de Nisan.
Shavuot, 50 días más tarde, en la luna creciente de Sivan.
Sucot, a los seis meses de Pesaj, en la luna llena de Tishrei.

Hoy quiero que notemos este aspecto de las fases lunares, y que mensaje guarda para nosotros.

Sabemos que la luz de la luna es el reflejo de la radiación luminosa emitida por el sol. Y sabemos que si el sol estuviera tras la luna, o junto a ella, o visible en su plenitud, no alcanzaríamos a ver ni siquiera el contorno lunar.
Para que la luna alumbre, es necesario el ocultamiento aparente del sol.
Y, es fácil reconocer que la luz del sol en el espejo de la luna no daña nuestra vista, pero, si nos atreviéramos a fijar nuestra mirada en el astro rey, perderíamos la visión.
Por último, la luna con su pálida luz llena nos alumbra y despeja las siniestras sombras, pero a nuestros ojos no determina con precisión tajante los límites, dejando lugar para la especulación, para el interrogarse sobre lo que las formas tenuemente iluminadas realmente son.

Bien, tomemos como metáfora, y recalco METÁFORA y no realidad, que el sol represente al Eterno; en tanto que la luna a Sus manifestaciones en la realidad.
Nosotros tenemos dos testimonios veraces de Su Presencia: por medio de constatar las maravillas de la Creación; y estudiando Su Torá.
Ambas, la Creación y la Torá son reflejos de Su existencia, mientras que Él permanece oculto, invisible, casi desapercibido.
Tal como el sol se oculta, pero el sabio lo reconoce en la luz lunar.

La luna llena de Pesaj, debería servir para recordarnos al Eterno operando en la realidad, presente pero enmascarado. Tal como los hebreos esclavos constataron Su Presencia en los hechos extraordinarios que posibilitaron su salida de Mitzraim. Ese fue un punto destacable, visible y luminoso, de Dios operando con el hombre.

Por su parte, la luna iniciando la fase creciente de Shavuot nos debería recordar el momento de la Torá siendo entregada y apenas conocida, pues, su luminosa irradiación aún no era manejada por los israelitas, quienes recién comenzaban a percibir la claridad contenida en ella.
Por esto Shavuot no cae en luna llena, pues, ¿cómo estar en plenitud cuando la Torá apenas es estudiada? ¿Cómo reconocer a Dios en Sus obras, si el corazón del hombre no se cansa de pedir más y más, sin agotarse en pedir?

Por último, la luna llena de Sucot es representación de la luz de la Torá (reflejo preciso de la Sabiduría eterna) iluminando nuevamente a pleno. Cuando al fin la persona ha reconocido la Presencia de Dios, la realidad se ve de otra manera, y si bien no se distingue todos y cada uno de los elementos que la componen, y se mantiene el espacio de la incertidumbre, al menos la claridad ahuyenta las pavuras del oscurantismo.
Sin embargo, es preciso estar bajo el techo de la Sucá, el techo que filtra la luz, el que pone una separación entre el ojo que percibe y la luminosidad de la Torá, el que enmascara parte de la sabiduría, pues, la vida de contemplación y éxtasis no es el camino apropiado para la persona; sino el del estudio de Torá y la práctica de mitzvot, a ambas por igual, y no a una en desmedro de la otra.
Además, y sumado a lo anterior, podemos reconocer que tal como vivimos en nuestro mundo limitado por la materialidad, por el techo de nuestra existencia humana, lo que podemos aprehender de la Torá, está velado por nuestra limitación.

Bien, hasta aquí una pequeña reflexión que espero nos sirva para festejar con más corrección nuestros jaguim, y contribuyamos a las construcción del Shalom.

Sus comentarios son bienvenidos, y recuerden que quedo a las órdenes.

 Yehuda Ribco

 

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