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 Lic. Prof. Yehuda Ribco // Iyar 3, 5766 - 1/5/06

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 Torá 

  Torá perfecta

El contenido completo de la Torá fue revelado por el Eterno a Moshé.
Nada de lo que nosotros podemos leer hoy en un rollo de Torá tiene un origen diferente.
¿Cómo lo sabemos?
Pues, porque la Revelación de la Torá no fue a escondidas, en las sombras de una cueva o en un oscuro convento de religiosos, sino que fue una manifestación grandiosa de la Presencia de Dios ante un pueblo entero.

Tiene que quedarte claro.
La Torá no nace de la supuesta revelación que haya tenido un soñador o una camarilla de estafadores (publicistas de una fe religiosa), sino que nace en Dios y es dictada a Moshé ante la vista de un pueblo entero.
Hubo tres millones de testigos de ese acontecimiento.
Si dos testigos son suficientes para autentificar un testimonio, imagínate cuál es el impresionante valor de que tres millones de personas afirmen que han presenciado como la Torá fue dada a Moshé, y de este entregada a todo el pueblo judío.
Tres millones de judíos y judías, de todas las edades y condiciones sociales, que daban testimonio de que los relatos contenidos en la Torá (desde Shemot/Éxodo hasta el Devarim/Deuteronomio) eran ciertos, pues ellos los habían vivido.
No eran cuentos que les habían contado, ni delirios de fe; sino que ellos leían lo que Moshé escribía, y eso que leían  era una perfecta descripción de lo que les estaba aconteciendo a ellos, a ellos personalmente y no a otros.

Debes entender que cuando un pueblo de tres millones de personas es el testigo de un hecho, difícilmente se puede pretender que haya un complot o una conspiración para embaucar.

Si me dices que doce piratas se confabulan para mentir a un grupo de ingenuos, pues es muy posible. Entre los doce se reparten los papeles de su estafa, y luego engañan hábilmente a los pobres incautos que les prestan atención.

Si me dices que un soñador poco coherente tiene fe de que ha recibido una revelación angelical, pues es muy posible que este soñador lo crea aunque no sea cierto en realidad.

Si me dices que a la gente le gusta creer (en cierta medida) mitos y relatos fantásticos de hechos que nunca han visto ni vivido, es muy cierto, pues en la psique de las personas hay un niño que nunca crece, y que siempre anda buscando magos, duendes, supérmanes y otros seres irreales pero que llenan sus ansias inmaduras. Por un lado su mente racional y madura se rebela en contra de esas emociones pueriles, pero por otro lado, su "niño interior" goza tanto con esos relatos que lo llegan a tomar como "posible".

Pero, es algo bien diferente cuando tres millones de personas confiesan como verdadero el relato de los sucesos extraordinarios que ellos mismos han vivido, a lo largo de más de cuarenta años.
No es cuestión de fe, de creer o no creer, de gustarles lo que están testimoniando o no;
es solamente cuestión de verificar la realidad de un relato que narra sus propias experiencias.

En esos tres millones de personas había muchos que a regañadientes aceptaron la Torá, había muchos que hubieran preferido no haber recibido la Torá de parte de Dios, había muchos que detestaban los mandamientos que les exigía esa Torá.
PERO, igualmente daban testimonio de que lo que la Torá narraba era cierto, pues era el relato de lo que ellos habían vivido, no sus padres o los hijos de alguna otra nación.
Podían estar disgustados con la pesada carga que Dios les estaba imponiendo, al darles 613 mandamientos para cumplir, pero no podían negar que el relato era totalmente fiel y sin errores.

De haber habido mentiras, engaños, falsos relatos, exageraciones, ¿te parece que un pueblo entero hubiera aceptado el relato de la Torá?
Recuerda que el relato no era acerca de una persona en particular, que ellos no conocieron personalmente; ni el relato se refería a deidades en el cielo, o a otros temas alejados de sus vidas.
Recuerda que el relato era acerca de la historia que ellos recién habían experimentado, o lo que aún estaban viviendo.
Por tanto, si en la Torá hubiera habido mentiras, cuentos irreales, cosas que no pasaron, ¿qué crees que hubiera hecho el pueblo?
Sin duda que hubiera considerado a la Torá como un libro tonto, mentiroso, falto de realidad.
Pero, ¿te cabe alguna duda de que no fue así?
El Pueblo, en su totalidad aceptó la Torá, confirmó su relato, adoptó para sí el exigente estilo de vida que ella demandaba de ellos (los 613 mandamientos).
Lo aceptó porque era cierto, no por otro motivo.

Y es bien cierto que dentro de la Torá hay cosas que son desagradables para el pueblo judío, y que de haber sido todo una farsa de parte de un grupo de ancianos, o un complot de unos piratas, el pueblo se hubiera encargado de rechazar la Torá, o al menos de eliminar o modificar las partes molestas.

Por ejemplo, cuando se dice que el pueblo era rebelde y quejoso, y que Dios estaba tan disgustado con ellos que los quería liquidar, ¿acaso si el relato de la Torá fuera falso, el pueblo hubiera permitido que tamaña mancha quedara perpetuada por siempre en la historia nacional?
Si el pueblo hubiera considerado que la Torá era obra de algún viejito que se creía maestro, o de un grupo de supuestos "iluminados", fácilmente el pueblo hubiera quemado el texto fraudulento, y no existiría ni siquiera recuerdo de él.

O por ejemplo cuando en la Torá se denuncian actos negativos de patriarcas, líderes o persona amadas por el pueblo, ¿no hubiera eliminado el pueblo eso para hacer como en los "libros seudo santos" de las religiones, en donde sus personajes adorados son puros, perfectos, extraordinarios?
De no haber sabido el pueblo que el texto provenía de origen divino, sin dudas que en la Torá no figurarían las dudas de Avraham, los errores de Moshé, las picardías de Iaacov... ¿qué pueblo guarda como santo las transgresiones o debilidades de sus héroes nacionales?
Solamente un pueblo honesto en su testimonio, que además no se atreve a mancillar la palabra que ellos saben a ciencia cierta que es de origen divino.

O por ejemplo cuando la Torá demanda conductas que son sumamente restringentes, y las exigencias se basan en los hechos narrados en la Torá; acaso si el pueblo sabía que el origen de la Torá no era divino, y su texto fiable y perfecto, ¿hubieran aceptado cumplir y hacer cumplir esos durísimos mandamientos?
Por supuesto que no la hubieran aceptado ni acatado, y la hubieran eliminado inmediatamente de sus vidas.
Porque recuerda, no había un poder militar que les exigía aceptar la Torá y vivir de acuerdo a sus mandamientos. Tampoco había una "inquisición" que perseguía a los disidentes y obligaba fieramente a cumplirla.
Tampoco había grupos de "misioneros", que engañaban y eran persistentes para que la gente adoptara sus ideas.
Nada de esto.
La gente, los tres millones, aceptaron el relato de la Torá y los mandamientos en ella, pues sabían por haberlo vivido que era Dios el que les había entregado esa Torá, con sus relatos y mandamientos.
Fue una aceptación de tres millones de personas basada en el libre albedrío y en la verdad que ellos testimoniaban en las páginas de la Torá.

Y desde su mismo comienzo la Torá tuvo varias copias.
Moshé no solamente hizo un rollo, sino que escribió uno para todo el pueblo, y además una copia exacta para cada una de las doce tribus.
De esa manera, cuando la memoria fallara cada cual podría ir a la biblioteca "municipal" y pedir la copia de su tribu para estudiar, corroborar o analizar.
Y si le surgía alguna duda acerca de la veracidad del texto, o de las palabras de Torá de un miembro de otra tribu, entonces podía recurrir a la biblioteca "estatal", para leer la Torá general.
No había forma de tergiversar el texto, ni de modificarlo, ni de crear confusiones.
El texto estaba escrito, preservado celosamente para que no fuera adulterado de ninguna manera, y con copias "de seguridad".
Sin dudas que el Eterno se proveyó de un buen sistema para que Su palabra no fuera modificada, ni voluntaria ni involuntariamente.

Además, la propia Torá exige que cada judío escriba un rollo de Torá, que sea copia fiel de un rollo de Torá anterior. De no poder el judío hacerlo, tiene la obligación de ser parte de un esfuerzo colectivo para que se escriba un rollo de Torá textualmente idéntico a uno anterior.
De esa forma, cada individuo podía ser depositario no solamente de las memorias y relatos, sino además del texto fiel, copia de aquel que le dictara Dios a Moshé.

El rey judío, por su parte, debía tener dos rollos de Torá, copias de uno anterior.
Y cada cierto tiempo era su deber, como rey judío, leer todo lo de ese sagrado texto a toda la comunidad congregada. De esta manera el pueblo corroboraba que su rey era fiel a Dios y la Torá, y se mantenía una constante vigilancia sobre el sagrado texto, para que nadie tuviera la osadía o atrevimiento de cambiarlo.

Como puedes comprobar, el sistema ideado por Dios para cuidar de Su Torá perfecta estaba diseñado contra toda estafa, alteración, omisión o falsedad.
Es que Dios no permite que Su Palabra, la de la Torá, pueda ser modificada.

Así pues, no eran solamente los rabinos los que conocían la Torá, ni solamente los sacerdotes o levitas, sino que en manos de todo el pueblo se encontraba la Torá y se depositaba la confianza en su texto, que había sido preservado inalterado de una generación a la siguiente.

La misma Torá se encarga de ordenar al judío que estudie de ella, que profundice en ella, que la tenga como constante compañía, y que la trasmita fielmente a sus descendientes.
Así es, y así fue desde hace 3318 años hasta la actualidad.

Si algún vivillo, o pío masoreta, hubiera querido hacer añadidos, remiendos, quitas, etc.; ¿te parece que el cambio no hubiera sido advertido de inmediato por todo el resto de personas del pueblo?
Es como si un diputado en el congreso de tu país tomara la Constitución de tu República, y allí en donde dice (supongo) "Todos somos iguales ante la ley", el diputado añade un "no", y queda: "Todos 'no' somos iguales ante la ley".
¿Te parece que eso quedará así y todo el resto del pueblo, y desde entonces en adelante aceptara esa astucia perversa?
¡Por supuesto que no!
De inmediato se corregiría el fraude y ninguna persona caería en confusiones.
Por ejemplo, unos malvados "comerciantes de la fe" actuales, del Imperio del Mal mesiánico, dicen que sabios de Israel modificaron la Torá allí en donde dice que eran 70 los hebreos que fueron a Egipto (Shemot / Éxodo 1:5, Devarim / Deuteronomio 10:22); para que pareciera que el NT estaba en un error cuando dice que eran 75 (Hechos 7,14). Dicen los mentirosos de siempre que los sabios quitaron el 75 de la Torá para que no corroborara el 75 del mitológico NT.
Te pregunto: ¿te suena razonable que un guardián de la Torá modifique lo que él sabe que es la palabra de Dios, solamente para dejar mal parado a un libro que él sabe que es de falsedad (el NT)?
¿No sería más razonable que borrara el relato del "Becerro de Oro", que es algo mucho más grave e importante, que modificar un 75 por un 70?
Pero además, ¿quién en su sano juicio puede creer que se manipula la verdad sin que nadie se dé cuenta? Habiendo cientos, miles de copias de la Torá en el mundo, ¿va a ir el sabio Torá por Torá cambiando lo que quiere cambiar?
¡Es ridículo lo que afirman los comerciantes de la fe, los falsos rabinos mesiánicos!
¡Es ridículo, mentiroso y pecaminoso, como suelen ser casi todas sus afirmaciones!
La falsedad del NT, sus errores, sus contradicciones, sus versiones diferentes y otras cosas más (de las que no es el momento de hablar ahora) demuestran su falta de veracidad y falta de validez. No se precisa manipular ni una letra de la sagrada, perenne y perfecta Torá para que el NT caiga en ridículo, con todas sus malparidas mitologías.
No hay mucho más para agregar, solamente un consejo: cuando escuches a predicadores de la mentira, los falsos rabinos mesiánicos, no esperes aprender cosas que sean verdad, sino mentiras. Si te dicen "buen día", desconfía, aunque el sol esté sobre el horizonte... ¡desconfía! Porque cuando te dicen una parte de verdad es para luego inyectarte una gran dosis el veneno de sus mentiras... ¡no te están hablando de verdades! Sino que usan a la verdad para disfrazar sus mentiras. (Otro ejemplo de maldad mesiánica y su perfecta refutación si haces clic aquí).
Ahora, volvamos a nuestro tema.

Puedes ir a cualquier sinagoga en el mundo, puedes sacar el rollo de Torá que allí se deposita, y te encontrarás una y otra vez con el mismo texto, perfectamente idéntico uno al otro.
Lugares apartados, lugares cercanos, lugares antiguos o modernos, en todos ellos el texto de la Torá permanece idéntico y sin variaciones.
Esto es así porque hay estrictas medidas para realizar las copias de los rollos de la Torá. Se debe tener mucho cuidado y especial atención, para no provocar errores al momento de la copia de algo tan sagrado como la propia Palabra de Dios.
Es mandatario que no se produzcan cambios de ninguna especie, y se considera altamente herético al escriba que comete errores, pues está atentando contra la verdad, contra la Palabra de Dios.

Además, desde que existe la imprenta la difusión de los libros ha sido grandiosa, y por supuesto que la Torá, ya no solamente en el rollo sagrado, sino en libros una y otra vez repite el mismo mensaje, las mismas palabras, todo lo mismo siempre, tal como debe ser.
Pues no es un texto surgido de la mente de un grupo de evangelistas murmuradores, ni en el corazón de un afiebrado sediento de fama, sino que ha nacido de Dios, y ha sido dada al pueblo judío y por él ha sido preservada fielmente.

En realidad, y como soy honesto y no tengo nada que ocultar te lo cuento, el texto de la Torá de la colectividad yemenita tiene diferencias con el texto de la Torá de todas las otras comunidades en el mundo.
Esa comunidad vivió apartada durante centurias y su Torá tiene diferencias.
¿Adivinas cuantas y cuales?
Te lo digo yo: en casi 305.000 letras que conforman el texto de la Torá, solamente NUEVE letras son diferentes en las de la comunidad yemenita.
9 en 305.000, ¿qué porcentaje es eso?
¡Cero como nada!
Son nueve letras, además, que no modifican ningún sentido, ni añaden o quitan nada. Solamente modifican la pronunciación de poquitas palabras. Son diferencias como escribir "quizás" en vez de "quizá".
Por supuesto, cuando sabes esto, en lugar de dudar de la veracidad del texto de la Torá actual, solamente puedes sorprenderte y alabar al pueblo judío por haber permanecido tan fiel a la Torá, a lo largo de los milenios, de las persecuciones, de las diásporas... la Torá se ha preservado idéntica siempre.
Compara esta fidelidad a la verdad de la Torá, con el hazmerreír del NT: en un estudio sobre 150 versiones muy antiguas en griego del evangelio de Lucas, se han encontrado más de TREINTA MIL diferencias, entre esas 150 copias. Lo que produce que no haya concordancia en el texto entre ninguna de las 150 versiones.
¿Algo más para añadir acerca de verdad y falsedad?

Ahora, si en alguna oportunidad te encuentras con alguna copia cambiada de la Torá, sea en rollo o en libro impreso; sea por error, deterioro o adrede; ¿qué pasa?
¿Acaso eso quita validez a la verdad de la Torá y la fidelidad de su transmisión desde su Revelación hasta nuestros días?
¡Pues no pasa nada!
El texto se corrige, si es posible, para enmendarlo y eliminar las distorsiones. De esa manera lo que está erróneo se adecua al texto fiel. (Es muy común cuando por el uso o la humedad se desluce alguna letra, o se borronea alguna palabra).
O el texto se deja de usar públicamente, pues no es correcto difundir una palabra de Dios adulterada. (Ocurre cuando el rollo ya está muy viejo y gastado, imposible de leer en él; o cuando el escriba que lo copió se olvidó de aunque sea una letra que le puede cambiar el sentido al texto, y no hay modo de corregirlo).
Y para comprobar cual texto es el correcto, se usa el texto general, el que todos poseen.
Cuando es un texto el erróneo y quince millones los correctos, no se precisa ser muy inteligente para saber en dónde se encuentra el error... ¿no?
Te doy un ejemplo totalmente hipotético. Si algún día se pone a consideración pública los escritos del Mar Muerto, y se encontrara que el texto de la Torá de aquella secta contiene un texto diferente al de las millones de copias que han existido y existen de la Torá... ¿dónde está el error? ¿En esa hipotética reliquia sectaria o en los millones de millones de copias a lo largo y ancho del mundo, a través de decenas de generaciones?
La respuesta es obvia... lo que diverge de la verdad de la Torá está en esa hipotética reliquia, mientras que los textos de la Torá del mundo son copias fieles, de copias fieles, de copias fieles, de la Torá que Dios dictara a Moshé y que todo el pueblo judío testimoniara como verdadera.

Por otra parte, ¿por qué había algún judío de querer modificar algún rollo de la Torá?
Obviamente que la respuesta para el "por qué", es porque no acepta la autoridad del Eterno, por tanto es un rebelde en contra de Dios.
Y, ¿para qué habría un judío de querer modificar alguna parte de la Torá?
Por supuesto que para obtener alguna ganancia.
Sin embargo, esto no es posible, puesto que como hemos visto y demostrado, el sistema de transmisión y protección de la Torá está diseñado para que no ocurran malversaciones. La Torá no es un rollo, existen millones de copias fieles. Por tanto, si alguien cambia una o dos o cien rollos, eso no cambia el hecho de que el verdadero texto de la Torá permanece inalterable, pues se puede corroborar en millones de copias auténticas.

Ahora bien, ya que en la actualidad no existen para su estudio los originales de la Torá, ¿cómo podemos saber que los textos que tenemos actualmente son correctos?
Creo que la respuesta a esta pregunta la tienes en lo que acabas de leer.
El sistema de transmisión de la Torá que definió Dios, con 13 réplicas originales de la Torá de las que se copiaron todas las siguientes, con la obligación de que cada judío aprenda Torá y se escriba una, con la constante enseñanza de padre a hijo, y con la constante corroboración por parte de otros judíos de lo que se enseña, es suficiente resguardo como para reconocer que el texto actual es en todo idéntico al primero.

Y otra duda, ¿cómo sabemos que no fue en la época de Ezra/Esdrás, o en otro momento, que se hizo creer que Dios entregó la Torá a Israel, y desde entonces permanece perfecta e inalterada?
La respuesta es obvia, pero te la resumiré con un ejemplo.
Yo soy uruguayo, tenemos nuestra historia y nuestra tradición nacional.
Supón que el día de mañana, por el amor que le tenemos a Venezuela, el presidente decide cambiar el nombre a nuestro país, y denominarlo "República Bolivariana del Uruguay", bajo el argumento de que seguimos los ideales de nuestro prócer y libertador don Simón Bolívar; ¿tú crees que este cambio será aceptado por el pueblo y los otros líderes?
¿No crees que alguien recordará que nuestro prócer es don José Artigas, y que nunca fuimos una de las naciones bolivarianas?
Por supuesto que no se puede inventar una historia colectiva sin que surjan fuertes oposiciones, y finalmente el invento quede en el olvido, o establecido como "historia oficial" pero sin el apoyo popular.
La historia de la Revelación de la Torá a TODO EL PUEBLO en Sinaí NO pudo ser un enorme embauco posterior, pues no habría prendido en la memoria colectiva.
Mucho menos se hubiera aceptado el pesado deber de cumplir con los 613 mandamientos de la Torá, sabiendo que se basaba en ficciones literarias y mitos, y no en verdades que fueron testimoniadas por TRES MILLONES de testigos.

Por otra parte, antiguamente cuando en el Tanaj hubo dudas de cómo se escribía una palabra, o cómo se pronunciaba, los copistas fueron tan honestos y respetuosos del texto de Dios, que no optaron por ninguna palabra, sino que ponían ambas opciones. Y tenemos entonces actualmente en el texto las dos opciones, porque nadie está libre de cometer errores, por eso se marcan los mismos, para que se preserva la verdad a toda costa.
¿No es esa la misión de los que hemos sido depositarios (contra nuestra voluntad) de la sagrada Palabra de Dios?
¿No es nuestra obligación defender la Torá, de propios y ajenos, para que se mantenga inalterada?
Y como siempre, hay miles, millones de fieles que se dedican con pasión y tenacidad a que la verdad de la Torá no sea modificada ni siquiera en un ápice.

Es por esto que podemos afirmar, sin temor a cometer error, que la Torá que tenemos es perfecta, copia fiel de lo que Dios dictara a Moshé.
¿Quién que sea honesto y en su sano juicio puede decir otra cosa?

 

Moré Yehuda Ribco
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"La persona generosa será prosperada, y el que sacia a otros también será saciado."
(Mishlei / Proverbios 11:25)

 


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