Shabbat: Nisan 14, 5765; 22/4/05 (Shabbat
HaGadol)
Comentario de la Parashá Ajaré Mot
¿Egocentrismo
positivo?
Cuando la persona se preocupa intensamente por
lo que los otros piensan o creen de ella, y se conduce centrándose en esas
expectativas ajenas,
entonces,
en buena medida está dejando de vivir su vida,
para afanarse por representar cotidianos papeles en obras teatrales de poca
monta.
Asume personajes,
se identifica con máscaras,
y no encuentra su vida en ninguna parte,
ni en ninguna circunstancia.
Es como si su "yo" estuviera exiliado,
desterrado de su vida,
que se la pasa de representación en representación,
de actuación de libretos escritos y dirigidos por otro/s,
en lugar de hacerse cargo de su propia existencia
y desplegar su vida.
Una persona así,
que vive centrada en el otro,
se desconoce,
y por tanto,
desconoce al otro.
Es por eso que cuando se habla de
"egocentrismo",
hay que discernir entre el que es positivo,
y el que es un rasgo de carácter negativo.
El egocentrismo positivo es aquel que aprecia
su "ego", su yo, al punto de reconocer apropiadamente cuáles son sus
virtudes y defectos, y apreciar cabalmente cuáles son sus potencialidades y
aspectos sobre los cuales trabajar para crecer.
Esta centrado en su yo, es decir, no vive en desarmonía interna, ni procura
vivir centrado en las expectativas de "otro ego", de otra u otras personas.
Una persona "egocéntrica" de esta manera, es una persona que ha adquirido
una autoestima saludable, que le permite valorarse con justicia, y no es
herida fácilmente por la decepción o el desengaño.
Por su parte,
el egocentrismo negativo, es aquel que tiende a convertirse en "egolatría",
en adoración del propio yo.
Una persona con esta característica, solamente advierte sus rasgos
favorables, y muchas veces los infla hasta desdibujarlos; pero tiene mucha
dificultad, o nulidad, para darse cuenta de aquello en lo que está errado.
Una persona egocéntrica negativamente, no está viviendo armoniosamente su
"yo", y por tanto, tampoco encuentra una vida apacible y de crecimiento en
sus relaciones interpersonales.
Y, aunque parezca paradójico,
el ególatra,
aquel que se venera, a sí mismo, (casi) como
una deidad,
en verdad,
es uno que está padeciendo de una escasísima autoestima...
y por tanto su desmedido apasionamiento con quien cree que es,
ciertamente es una máscara que esconde un profundo dolor, un inmenso miedo,
dependencia del reconocimiento externo y el desamparo más grande...
¡Pobrecito el ególatra!
La Torá, en nuestra parashá, nos indica que
nadie estaba presente durante los servicios sacros efectuados por el Sumo
Sacerdote en la Tienda de Reunión:
"Nadie
estará en el tabernáculo de reunión cuando él entre para hacer expiación
en el santuario, hasta que salga y haya hecho expiación por sí mismo,
por su familia y por toda la congregación de Israel."
(Vaikrá / Levítico 16:17)
El Sumo Sacerdote debía confrontarse a sí
mismo, mientras se encontraba íntimamente con el Eterno.
Nadie más le servía de referencia.
Ninguno estaba allí para testimoniar su actuación.
No había nadie escribiendo el libreto que él debería desarrollar.
Solamente el Sumo Sacerdote consigo mismo, en presencia del Eterno.
El varón centrado en sí mismo, ejerciendo su importantísima función: pedir
expiación al Eterno por las faltas y pecados cometidos por él, su familia y
la comunidad.
¿Por qué?
¿Por qué no hacer un aspaventoso acto público de contrición, sambenitos,
hogueras, fanfarrias y otras menudencias estridentes?
¿Por qué no abarrotar las graderías del santuario, llenar las galerías con
rugidos de gargantas ensordecedoras y ojos ávidos de cruentos espectáculos?
¿Por qué el hombre, en su grandeza y simpleza, sin adornos ni esplendidos
atavíos, solamente esa persona, ante el Eterno?
Una de las respuestas:
para liberar a este hombre del agobio de estar actuando para buscar honra o
aprobación de "su público".
Para que pueda estar centrado en su yo,
ser egocéntrico positivamente,
y así valorarse adecuadamente,
pues solamente el que está en paz y equilibrio consigo mismo
es capaz de buscar la paz y equilibrio con el prójimo.
Cada momento de nuestras vidas,
podemos mantener la ilusión de que estamos actuando a expensas de lo que
creemos o pensamos que otros quieren de nosotros,
o podemos tratar de ser "nosotros mismos",
y así vivir y no solamente actuar la vida.
El camino de las mitzvot, de los
mandamientos,
es la clave para que la persona se encuentre con su verdadera identidad,
que se centre en sí misma,
para así poder caminar al encuentro de la vida,
del prójimo y de Dios.
¡Les deseo a usted y los suyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj!
¡Pesaj Kasher veSameaj!
Moré Yehuda Ribco
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Notas:
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Relatos, anécdotas y enseñanzas
- Papá, estoy harto de ser judío. Todos los
días los compañeros en el liceo me preguntan "¿Dónde está tu Dios? ¿Por qué
les va tan mal siempre a los judíos?" Y yo no sé qué contestar. Dime papá,
¿dónde está Dios? ¿Por qué no se presenta para que no nos molesten más?
El padre fue hasta la cocina para volver
trayendo un vaso de agua tibia y un frasco de sal fina.
- Mi hijito, mira bien lo que tengo en mis
manos.
Y acto seguido echó ostensiblemente sal en el
agua. Revolvió un poco la mezcla y se la entregó a su hijo.
- Mi hijito, muéstrame, por favor, la sal.
¿Dónde está la sal?
El hijo observó detenidamente el contenido del
vaso, lo inspeccionó con esta y aquella luz, pero la sal no era visible.
- Papá, yo sé que la sal está en el agua, pero
no te la puedo mostrar.
- Ajá, "sabes" que está ahí... pero... ¿dónde
está la sal?
A mí no me sirve que "me cuentes" que en el agua hay sal, y que el vaso
tiene algo más que agua... no me sirve... ¿dónde está la sal?
- Papá, no se ve... pero está ahí.
- Hijito, prueba un poco de esa agua.
- Papá, yo sé que la sal está...
- No hijito, debes beber y darme de beber...
no me sirve que solamente sepas...
Así pues, el hijo bebió un breve trago de agua
salada, sin dudas salada, y dio a probar a su padre.
- Ya lo ves hijo mío. Hay cosas que se saben,
cosas que se ven, y otras que solamente se conocen experimentando y siendo
sensible.
Hay tontos que solamente se sirven de una parte de su vida, y miden todo con
esa parte. Por ejemplo, admiten lo que sus amigos dicen, pero no aceptan
nada más.
Pero, la persona completa, está intentando ejercer al máximo sus
capacidades.
Ahora, vive, vive plenamente y encuentra a Dios... Él está ahí esperando a
que Lo encuentres obrando en Su creación...
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