Lic. Prof. Yehuda Ribco |
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LaH' Haaretz UMeloa
Responsable: Licenciado en Sicología Prof. Yehuda Ribco / Darjey Noam
Alimentando la vida
Iom Ierushalaim
"(4) ¿Cómo cantaremos las canciones de Hashem en tierra de extraños?
(5) Si me olvido de ti, oh Ierushalaim [Jerusalén], que mi mano derecha olvide su destreza.
(6) Mi lengua se pegue a mi paladar, si no me acuerdo de ti, si no ensalzo a Ierushalaim [Jerusalén] como principal motivo de mi alegría.
(7) Acuérdate, oh Hashem, de los hijos de Edom, que en el día de Ierushalaim [Jerusalén] decían: ''¡Arrasadla! ¡Arrasadla hasta los cimientos!''"
(Tehilim / Salmos 137)
Para muchos judíos de la actualidad (incluso para residentes en Eretz Israel),
Ierushalaim es una ciudad más.
Para otros, es una ciudad "menos". Poco trascendente en el judaísmo,
o peligrosa de visitar, ¡cuánto más de morar en ella!
Ocurre, al parecer, que tal como el libro de Tehilim es un extraño para muchos
judíos, así lo es también la ciudad por la cual nuestros ancestros lloraban y
penaban desconsolados en el Exilio. Se dolían hasta el punto de sentir
extrañeza de su propio ser, si llegaban a desvirtuar la centralidad de
Ierushalaim en sus existencias. Ierushalaim
era superior a ellos, a sus egoísmos, a sus grandezas.
Ierushalaim lo era, pues, aparece hoy puesta en un lugar muy lejano dentro de
las prioridades de muchos.
¡Hasta se pretende comerciar con su dignidad!
¿En qué se basa la distinción (sinónimo de santidad)
de esta ciudad?
¿Acaso son sus edificaciones lo que se añora hasta la muerte?
¿Acaso es su clima y atmósfera lo que ancla en ella a las nostálgicas
poesías?
¿Acaso son sus ásperos habitantes los que transforman a esta ciudad en el seno
cálido al que se recurre?
Dios ha distinguido a esta zona del orbe con una
cantidad mayor de santidad.
Dios ha elegido una de sus montañas (Moriá) para establecer su Santo Templo. Y sabemos que
Dios no es humano para cambiar de parecer, por lo que, estando o no el Templo en
pie, la designación de lugar consagrado es a perpetuidad (Mishné Torá,
Hiljot Beit HaBejirá 6:15). En tanto la Tierra exista, Ierushalaim es el sitio escogido por Dios, para que "su nombre
repose allí" (Devarim 12:11).
Dios ha observado con atento amor los avatares de este punto del Universo,
desde el mismo comienzo de la Creación.
Y, la ha otorgado a los Hijos de Israel, como heredad perpetua, cual corazón de la
tierra que nos ha prometido (Devarim 25:19).
Así como el ser humano es un ente conformado
inextricablemente de alma-espíritu y cuerpo; la Tierra Santa, en realidad es
Tierra y Santidad (= consagración).
Tierra que desarrolla sus potencialidades cuando se la combina con el Pueblo que
le es propicio: el Pueblo de Israel. Es decir, la Tierra de Israel cuando fue
Canaan o Palestina, era un yermo (Vaikrá 26:33), un erial (Ieshaiá 64:9), guarida de zorros y alimañas, un
territorio hostil, al punto de "vomitar a sus pobladores" (Vaikrá
18:25); en tanto
que, cuando es habitada por sus herederos (judíos), y estos actúan de acuerdo
a los cánones de la Torá, entonces, la Tierra cobra el esplendor que Dios le
ha designado como propio (Ieshaiá 65:18,19).
La Tierra de Israel (con su dosis de santidad) que abarca los límites
establecidos por Dios en su Torá, digamos que es como el cuerpo de
"Israel"; en tanto que Ierushalaim, más que una entidad
política-religiosa-histórica-social, es el espíritu de "Israel".
¿Qué ocurre cuando la unión indefinible de cuerpo y espíritu se quiebra? La
muerte.
Ahora podemos comprender que las palabras del salmista (137), no son simples
metáforas inspiradas por el hado profético; son verdades materializadas: la
acción pierde fuerza; la palabra enmudece; la existencia del judío carece de
real vida lejos de Ierushalaim, desarraigados de la fuente de su vida en esta
tierra.
Hallamos una evidencia de esto en la bendición
posterior a la comida, que es una de los mandamientos de la Torá (Devarim 8:10).
Esta bendición consta de cuatro sub-bendiciones centrales: por el alimento; por
la Tierra de Israel; por la vitalidad de Ierushalaim; y por la completa paz
(integridad) otorgada por Dios.
Para la persona razonable, surge entonces una pregunta obvia: si la
bendición exclusivamente es por la comida, ¿por qué se ha incluido las menciones
a Israel y Ierushalaim?
Una de las respuestas podría ser la siguiente.
Los judíos pueden obtener su sustento material a lo largo y ancho del globo
terráqueo, tal como el resto de las criaturas de Dios. Verdad que agradecemos
en la primera de las bendiciones (hazan et acol).
Pero, el sustento logrado fuera de la Tierra de Israel, está en directa
dependencia de la merced y gracia de los otros pueblos. Es decir, si existe el antisemitismo
de Estado, por ejemplo, la manutención de los judíos será dificultosa y
escasa. Que quede bien en claro, no es esta explicación de la bendición una
excusa para acusar a los judíos de "parásitos" de otros pueblos,
pues, los judíos en conjunto son tan parásitos e inútiles como se los obliga
(forzosamente) a ser (recuerden si no la Edad Media europea, por ejemplo).
Mas, si los judíos habitan en la que es SU Tierra, entonces, ellos están en
directa relación con su desarrollo, con su propia supervivencia. Ya no es
imprescindible la tolerancia del mandatario de turno, ni la benevolencia
de sus vecinos gentiles por no asesinarlos impunemente.
Así que, la segunda bendición (al haaret veal hamazon), la que menciona
la estrecha unión entre Israel la Tierra y el Pueblo, es un necesario peldaño
en la correcta gratitud a Dios, que provee los alimentos.
Luego, al recordar la vitalidad de Ierushalaim, se añade el objetivo, la meta,
a esa alimentación, que se espera procurar de la Tierra Santa. Alimentos que
sirvan para la vida, para el espíritu, y no sólo para el deleite y el engorde.
Es decir, la tercera bendición (bone berajamav Ierushalaim) esclarece
todo el sentido de agradecerle a Dios por la comida ingerida: que la persona
continúe viva y saludable, provechosa y útil, para estar en un estado físico
adecuado como para cumplir con los mandatos divinos.
Bendiciendo por la comida, y habiendo aprendido esto que mencionamos, el acto de
comer se transforma en un hecho pleno de significados profundísimos, que
permiten conectar a la persona, a través de cada bocado degustado, directamente
con el Eterno.
Y es entonces, por último, que podemos bendecir a Dios por la integridad, que
en hebreo es similar a shalom (paz), pues, se ha llegado a la cúspide
del trabajo conjunto cuerpo-espíritu, con el natural, simple y necesario acto
de alimentarse. Cima que es reconocer a Dios en todos nuestros caminos, incluso
en lo que aparenta ser pedestre y tosco.
Ahora quizás podemos comprender una de las causas por las cuales en día de
semana es costumbre recitar el mizmor (salmo) 137 antes de comenzar con
el bircat hamazon (bendición posterior a la comida).
¿Cómo? ¿Que aún no comprendemos la relación entre este salmo, Ierushalaim y
la alimentación?
Reiteramos, entonces: para el judío su comida es integralmente significativa
(nutritiva para cuerpo y espíritu), si es
obtenida e ingerida en Israel, y con la vitalidad de Ierushalaim restaurada, es
decir, Ierushalaim vivida por y entre judíos. De otra manera, la comida es
sólo combustible para continuar respirando y andando sobre la tierra...
Si releemos el comienzo de este artículo
podremos constatar una trágica realidad: en tanto el Beit HaMikdash -el Templo-
sea una añoranza, los residentes en Israel pueden sentir que viven en
"Israel", pero, en verdad, permanecemos todos aún en el Exilio.
Israel continúa en un desgraciado exilio pleno de materialismo, y de
consumismo...que consume a sus habitantes (Bemidbar 13:32).
Pero, el momento del renacer de Israel está
próximo.
Con la reconstrucción del Santuario del Eterno, con la elevación de la
Ierushalaim terrena a su condición de Ierushalaim celestial, podremos, toda la
humanidad, gozosamente celebrar una época de verdadera vida en armonía (Ieshaiá
52:7). Con Israel en su Tierra. Con Israel con su Pueblo. Con Israel y su Torá.
Y diremos:
"Prorrumpid juntas con gritos de júbilo, oh ruinas de Ierushalaim [Jerusalén], porque Hashem ha consolado a su pueblo; ha redimido a Ierushalaim [Jerusalén]...Alegraos con Ierushalaim [Jerusalén], y gozaos con ella, todos los que la amáis. Regocijaos, todos los que estáis de duelo por ella"
(Ieshaiá / Isaías 52:9; 66:10)