"Ahora conozco que Hashem es grande más que todos los dioses; hasta en lo que se ensañaron contra ellos." (Shemot 18:11)

Itró, según el Midrash, había conocido y practicado todas los cultos religiosos de su época y lugar. Era sacerdote del dios Midián, pero, para los politeístas no es problemático adorar múltiples dioses, aunque la persona sea especialmente fiel a uno solo. Es decir, el politeísta puede reconocer la grandeza de cierto dios, pero no por ello abandonar su adoración por otras deidades.

Este hombre que sabía de dioses, conocía de secretos de las religiones, no tiene problema en reconocer algo que es un hecho real y verdadero, pero que no es tan claro para muchos: el poder de H’; y para su mentalidad "es más grande que todos los dioses", es decir, uno más entre los otros, aunque es el más fuerte...

¿Qué es lo que mueve a este hombre a reconocer el poderío de H’? (Hasta el punto de que de a poco fue abandonando su vida de idólatra para convertirse a la Torá).

Miremos con detenimiento las palabras del pasuk... "hasta en lo que se ensañaron (los egipcios) contra ellos (los israelitas)".

Itró, en su tierra Midián había oído las historias de Ietziat Mitzraim, los portentos y maravillas que H’ había dispensado a los israelitas para extraerlos de Mitzraim. Las naciones comentaban con temor y reverencia las señales y las plagas que acompañaron a los hebreos en su liberación. Pero, solo le parece H’ poderoso cuando Él vuelve contra los egipcios lo que tenían planificado contra los israelitas.

¿Cómo es esto?

Debemos recordar algo más de la ideología politeísta.

Para ellos los dioses son múltiples, como ya mencionamos; necesariamente materiales, en algún aspecto o cualidad; y cada dios es regente en un área determinada de la naturaleza (dios del fuego, del agua, de la fecundidad, etc.)

Es decir, el concepto de Todopoderoso jamás entra en el glosario de términos del idólatra, pues ninguna divinidad es superior a otra, sino que es más eficiente, más funcional en cierto aspecto, del cual es gobernador y no hay otro para eso.

H’ no es comparable con los ídolos, aunque los idólatras lo intenten hacer encajar dentro de los moldes por ellos conocidos. Por eso, H’ les rompe los esquemas de referencia, para demostrar que todos los llamados dioses no son más que las obras de las manos, o de las imaginaciones de las personas, en tanto que Él es el creador de todo.

Miremos brevemente las plagas y las maravillas enviadas por H’: distintos animales e insectos; agua transformada en sangre; oscuridad espesa; granizo; partición de las aguas del mar; columnas de fuego; viento asoladores; muerte de primogénitos...

H’ rige sobre todos los aspectos, pues Él los creó y Él los sustenta...

Cuando el idólatra Itró pudo entender que todo lo que los egipcios habían planificado contra los hebreos se tornaba finalmente contra ellos era por acción de H’, es que reconoció que H’ está por encima de los dioses, que Él es real y digno de ser alabado.

Sólo aquel que supo profundizar en la adoración idólatra puede llegar a entender cabalmente el error del paganismo, y la magnificencia del Eterno.

El judío, que, supuestamente, desde el nacimiento conoce a H’, sin embargo, a menudo se deja arrastrar por falsas doctrinas, pretendiendo que H’ no existe, o no es poderoso, o es uno más entre los ídolos modernos (éxito, dinero, amor carnal, etc.).