Lic. Prof. Yehuda Ribco |
||
BeShem H' El Olam |
LaH' Haaretz UMeloa
Responsable: Licenciado en Sicología Prof. Yehuda Ribco / Darjey Noam
Respuestas a Preguntas
Consulta recibida
"...desde cuando se hizo tan comlicado el convertirse al judaísmo..."
Uruguay
"He leido la respuesta de Conversion pero no entiendo porque alguien que quiere ser judio tiene que hacer tanto esfuerzos, se que los judios ultra no acepta a comversos por motivos de culturales creo mas bien porque ser judio de nacimiento no se hace uno...acerca de la Escritura lei el la respuesta de la bendicion de Avraham, pero el judaismo cree que los hombre no deban ser judios solo por la obras nos salvamos pero sabemos que Avraham no era judio,ni cristiano mas bien no tenia religion hasta que surgio la palabra judio (ya tambien leido el articulo del nombre judaismo) ¿porque considera los judios a Avraham judio o no? si el culto que le ofrecia Avraham a Dios era un culto natular (llamarlo asi) acerca ´¿porque los judios no acepta tan facil conversos? usted me respondio en un email pasado pero sabe que Avraham no era judio,entoces que religion se le poda llamar?...o si claro pero ser Judio en que preparacion solo estudia la Torah Abraham no era judio ¿entoces? Abraham no sabia la torah..solo creia en Dios, Moshe no era judio bueno su raza era Hebrea pero no fue judio si o no"
México
Respuesta
Introducción
Para comprender las complejidades del proceso de
la conversión al judaísmo como se estila en la actualidad, hay que prestar
atención a que es fruto de una legislación influenciada grandemente por el
desarrollo histórico y social.
No podemos hacer un estudio minucioso de todos los períodos, avatares y
situaciones, por lo que espero que les satisfaga la:
"Breve Historia del proceso de conversión formal al judaísmo".
Avraham Abinu HaIvri
El comienzo del "judaísmo"
El primer antepasado de todos los judíos, sean
nacidos tales o convertidos según la halajá, es Avraham Abinu -nuestro
patriarca.
Recalco el "nuestro", pues es (en la actualidad) EXCLUSIVAMENTE
antepasado de TODOS los judíos (e israelitas) y de algunos musulmanes. Por lo
tanto, nada lo relaciona con otras culturas, creencias, pueblos,
etc.
Avraham, como ya hemos explicado en otros artículos, no era judío, pues la voz
"judío" -yehudí- deriva de Yehudá, quien fuera uno de
sus bisnietos.
Tampoco era israelita, pues Israel fue su nieto.
Avraham es (además de Abinu) Haivrí -el hebreo.
Hebreo, tal como judíos e israelitas lo somos (y nadie más en
todo el mundo).
Poco interesa si Avraham era o no judío, pues, lo importante es darse cuenta
que nos estamos refiriendo a un personaje real, que es la raíz biológica para
una descendencia real.
De Avraham descendemos (biológicamente y espiritualmente) TODOS los judíos -
israelitas - hebreos (y algunos musulmanes, aunque la más apropiada
denominación sería: ishmaelim - ismaelitas).
Es un asunto de linaje, de familia. Solo un usurpador podría pretender robarnos
a NUESTRO PADRE, para arrogárselo como propio.
Avraham abinu haivri cumplió su misión de padre, pues, tuvo
descendencia, y además, los instruyó (a los dos hijos principales: Itzjac nuestro
patriarca, y a Ishmael, el patriarca de los ishmaelim) en lo que él
había aprendido como "Torá" ("Enseñanza",
"Guía"). Naturalmente, la "Torá" que Dios le proveyó no
es la misma que nosotros podemos leer hoy, pues su estructura y contenido
superficial era diferente. Pero, el Autor de la Torá -Dios- le enseñó a
Avraham los fundamentos, las bases de la Torá, el núcleo de la misma, e
incluso su objetivo general y último: el perfeccionamiento físico y espiritual
de la Creación.
Por lo tanto, es posible afirmar que Avraham estudió y cumplía con la Torá,
aunque ésta fue entregada por el Eterno al Pueblo de Israel como unos 400 años
más tarde.
Avraham el hebreo cumplía lo que Dios le había revelado particularmente a él
de Torá.
Y Avraham difundía este Mensaje, que comprende, entre otros principios:
Monoteísmo - Dios es Uno. Único, sin partes, indivisible, sin divisiones
Incorporeidad de Dios
Dios irrepresentable
Falsedad de todo ídolo
Falsedad de toda adoración de un intermediario con Dios
Providencia divina
Omnisapiencia de Dios
Poder de Dios
Majestad de Dios
Confianza en Dios
Justicia
Juicio
Benevolencia
Misericordia
Guerra por defensa propia
Valor de toda vida humana
Caridad
Recepción de huéspedes
Valor de la palabra
Verdad
Circuncisión del prepucio
Sus acciones más que sus palabras eran el medio
para la enseñanza de las masas, y en especial de sus allegados, y en grado
mayor de sus hijos.
Sin lugar a dudas que si Avraham viniera a nuestra época y se encontrara con un
musulmán practicante de su religión, y con un judío que cumple con las
mitzvot, se sentiría bastante identificado. Aunque, indudablemente, no
comprendería muchos de los símbolos, rituales, creencias de ambos troncos
descendientes suyos.
Pero, advertiría que el núcleo es similar. (Cosa que no ocurriría con otras
"creencias", "religiones", etc. que abundan en el mundo
actual).
Y, además de esta fundamental identidad ideológica, el análisis de ADN
daría como resultado el parentesco entre aquel antiquísimo Avraham, y la
mayoría de los judíos existentes hoy en día (cuestión improbable, pero
posible), (no olvidemos que existen en nuestro pueblo personas descendientes de
conversos justos, así como frutos de violaciones por parte de extranjeros
malvados, o sencillamente hijos de madre judía pero no de padre; sin embargo,
los verdaderos descendientes biológicos de Avraham sin dudas que se mantienen
como espina dorsal del judaísmo) .
Como podemos advertir por lo enunciado, la Torá revelada a Avraham, sus
preceptos particulares para él y los suyos, son un paso adelante, un peldaño
superior en el afán de desarrollo de la especie humana.
Hasta ese momento la Humanidad sólo contaba con las siete mitzvot universales
(de los descendientes de Noaj):
No adorar falsos dioses
No maldecir al Eterno
Establecer tribunales de justicia
No asesinar
No cometer incesto o adulterio
No hurtar
No trozar a un animal vivo para comer.
Y, a pesar de su naturalidad, de su obviedad,
eran casi por completo desconocidas, y en general irrespetadas por la
generalidad de la población mundial.
Pero, sin dudas que estas siete mitzvot tienden a la misma finalidad
última que la Torá revelada a Avraham, así como a la Torá que
finalmente Dios entregó a Israel: el mejoramiento íntegro.
Así pues, en síntesis hasta ahora:
Avraham no era judío, era hebreo.
Avraham sabía de Torá, de su Torá.
Suya no porque surgiera de su intelecto o imaginación, sino porque el espíritu
de santidad de parte de Dios, es decir, el conocimiento profético, así
se lo había manifestado.
Avraham se diferenciaba del resto de la humanidad por su conocimiento del Único Dios, y luego, por sus acciones basadas en esta relación particular.
Avraham es el origen del judaísmo, aunque el mismo no fuera judío.
Avraham es origen de la familia de los ishmaelim, aunque no del Islam.
Primeras conversiones y
versiones
¿Convertía Avraham a su creencia?
Sí.
En su juventud, según cuenta la Tradición, sus métodos para demostrar la
ridiculez de los ídolos eran un tanto drásticos, mordaces, ofensivos.
Cuando Avraham fue creciendo (en todos los aspectos) sus métodos fueron
tornándose más benevolentes, y más efectivos.
Hasta que finalmente bastante gente había comprendido (hasta el punto que mejor
podían), el arcano mensaje de una divinidad sin representación, de un Dios que
exigía virtud actitudinal en preferencia a sacrificios, de un Dios que nada
precisaba, pero que ordenaba el perfeccionamiento a los limitados humanos.
Estos conversos acompañaron a Avraham en buena parte de sus trayectos,
aunque, no formaran parte formal de ninguna religión, pues,
Avraham no era sacerdote de Dios, ni apóstol de nadie, era, simplemente,
un hombre inspirado por Dios y lleno de voluntad y determinación por buscar la
elevación...y que con su ejemplo de vida (más que con vacías prédicas o
bonitos sermones) mostraba a sus seguidores los senderos por los
cuales transitar.
El culto de Avraham no era para nada
natural, no al menos para los parámetros de su cultura, en realidad de ninguna
cultura estrictamente humana, que no haya recibido algo de la revelación de
Dios (dada exclusivamente a Israel y a sus patriarcas).
Esta revelación individual de Israel, se ha generalizado con la evolución
social, con la extraña y diversa difusión de algunos fragmentos de la Torá.
Así hoy en día puede parecer natural "no asesinar", sin
embargo, no nace de un instinto humano esta interdicción, sino de un
cumplimiento de una ley externa, en la actualidad de las legislaciones
nacionales (que obtuvieron -incluso sin saberlo- buena parte de su fundamento
moral de la Torá).
El culto de Avraham es contrario al básico raciocinio humano. Pues, por
ejemplo, las culturas primitivas, sin revelación divina o ecos de la misma,
conocen el acercamiento a los dioses principalmente por medio de
sacrificios materiales. En tanto que a partir de Avraham y sus descendientes (y
sus discípulos -conversos-, que no siempre supieron ser fieles a todo, incluso,
perdiendo lo principal, como por ejemplo podemos advertir en algunas costumbres
y principios budistas) se ha naturalizado la plegaria, la oración: las
palabras dirigidas a los dioses en lugar de sacrificios animales.
En síntesis hasta aquí:
Avraham no tenía una religión que podamos nombrar, pero indudablemente está más emparentada (biológicamente, culturalmente y espiritualmente) con el judaísmo actual (y de todos los tiempos) que con otro sistema de creencias o de vida. (Es un absurdo ideológico e histórico haber escrito en la pregunta arriba trascrita: "no era cristiano", como suponiendo que eso hubiera sido factible: ¡es obvio que no era cristiano!).
Avraham atraía adeptos a su modo de vida, los convertía.
La mayoría de estos conversos - discípulos al apartarse físicamente de la influencia rectora de Avraham, pervertían sus enseñanzas, llegando incluso a modificar la esencia de la Torá de Avraham. En lugar de conversos, fueron cada uno con versiones de lo que creían haber aprendido de Avraham, cada una diversa y alejada del origen.
Similarmente ocurrió con su hijo Ishmael (y sus descendientes), quien en determinado momento fue separado de su padre, yendo, con su madre pagana (y de baja estofa), a residir en un entorno cultural completamente idolátrico y de niveles de moralidad bastante escasos (cosa que no podemos decir del Islam, con estándares morales muy elevados, y un monoteísmo realmente envidiable, aunque, estén un tanto apartados de la Verdad).
Moshé Rabeinu
La Revelación
Avraham fue un eslabón muy importante en la evolución espiritual y
cultural regulada por Dios, de acuerdo a los tiempos de maduración social de la
especie humana.
De su descendencia escogida por Dios se continuaron las sucesivas progresiones,
que se irradian para el resto de la humanidad.
Así Itzjac y Iaacov y los que los continuaron, recibieron el legado espiritual
y material de Avraham, a la par que Dios les revelaba lo que ellos debían y
podían recibir como novedad.
Es decir, los hebreos (descendientes de Avraham y escogidos por Dios) tenían
esa proto Torá que mencionamos más arriba.
Esa Torá (guía) no era un libro, no era una legislación, no eran
narraciones; era un modo de vida establecido por el Eterno, entregado a sus
escogidos, y vivido por éstos.
Los avatares de la historia transformaron al puñado de escogidos, los hebreos
como se los llamaba en aquella época, o Hijos de Israel, en esclavos de la
mayor tiranía de aquella época.
Esa esclavitud material los arrastró hasta el grado inferior de moralidad y de
desconocimiento de Dios.
Sin embargo, algo de la antigua llama, de la vieja Torá, persistía en
lo más profundo de ellos.
Algo de lo que era propio y privativo de los hebreos (que no es una raza)
sobrevivía entre la degradación impuesta por su ignorancia y su impráctica,
por las cadenas de Mitzraim. Incluso el más asimilado entre los hebreos: Moshé,
pudo rememorar y revivir algo de la espiritualidad de sus antepasados hebreos. Y
esa voz interior, que provenía de su pasado, que provenía de Dios, lo obligó
a actuar moralmente, lo motivó a crecer, a dejar de ser uno más, para
transformarse en el máximo de los profetas.
Moshé, sin dudas hijo de Avraham, recibió el llamado divino para liderar a sus
hermanos oprimidos, para elevarlos e izarlos hasta el máximo de sus (de ellos)
posibilidades.
Moshé tuvo oídos y corazón para esa difícil y espantosa misión, por ser
quien era, por su educación egipcia, por las circunstancias de su vida
personal, pero, básicamente, porque no dejó morir, ni pervirtió la esencia
del mensaje de la Torá que hasta ese momento los hebreos poseían: las
personas pueden ser mejores, es posible adherirse a Dios.
En Moshé ardía una llama eterna, que ilumina y quema, pero que no consume a
quien la posee.
Y, en lo más oscuro de la noche del hebraísmo, nace el máximo esplendor: la
libertad física, y la inmediata entrega de la Torá (definitiva, perfecta, la
que nosotros conocemos) como generoso don de Dios hacia Su Pueblo Elegido, y
como beneficio secundario para toda la Humanidad.
Nace junto a la libertad del cuerpo, la Libertad total, la que incluye al
espíritu.
Y, nace un nuevo nombre para los hebreos o Hijos de Israel: israelitas -pertenecientes
al Pueblo de Israel.
En síntesis:
Moshé era hebreo - israelita.
Moshé supo ser fiel a la Torá de sus antepasados.
Moshé supo ser fiel a Dios.
Los hebreos - israelitas trabajosamente mantuvieron algunos rasgos que les permitieron liberarse de la esclavitud total.
Dios liberó a los hebreos de la máxima degradación y nos entregó el objetivo, modo e ideal de la máxima perfección humana: la Torá.
La Torá es propiedad de los hebreos - israelitas, pero que sirve como faro que ilumina a toda la humanidad, en el afán de perfeccionar la Creación.
Erev rav - esos "conversos" informales
Cuando los hebreos fueron liberados de Mitzraim, muchas personas de
distintas nacionalidades los acompañaron en su peripecia, pues estaban
fascinados por el evidente poder del Dios que se había manifestado partidario
de los hebreos.
Son denominados por la Torá (Shemot 12:38) como erev rav -la gran mezcolanza
de gente, o, populacho. Moshé, como hebreo misericordioso que era les dio la
generosa bienvenida, y los trató como a ovejas del rebaño de Israel, sin
formalidades, sin preparaciones.
Estos conversos informales acompañaron a los israelitas en su extensa
travesía por el desierto. Sufrieron y gozaron con ellos. Pero, también muchos
los traicionaban, los abandonaban, los embarullaban.
Recordemos que aparte del origen diferente, de algunas costumbres básicas
diferentes, y de la elección por parte de Dios; poco distinguía a los
israelitas de estos conversos. Tampoco los descendientes de Avraham eran
muy expertos o amantes de su nueva condición: depositarios y practicantes de la
Torá. Entonces, era muy sencillo para el erev rav introducir creencias o
ritos o procedimientos paganos, adrede o involuntariamente. Son por ejemplo los
primeros propulsores del famoso pecado del "Becerro dorado", entre
otros errores que cometieron los israelitas.
Y son considerados por Dios como: "tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto"
(Shemot / Éxodo 32:7), es decir, el erev rav conforma el pueblo que
sacó Moshé de Mitzraim, su pueblo y no de Dios, al que él
permitió ingresar al seno de Israel, sin que siguieran los mínimos pasos de
educación y adecuación a su nueva realidad como pertenecientes al Pueblo
Elegido.
Pasa el tiempo y muchos de estos conversos se vuelven
más y más problemáticos, como una especie de cáncer que va comiendo por
dentro a su víctima, y que esta quizás no advierte de su peligro.
En Bemidbar 11:4 se los denomina: safsuf -gentuza. Y como apreciamos in
situ, son los cabecillas en las ociosas y vanas rebeldías contra Dios, y sus
líderes escogidos. Son los que inyectan descontento, desesperanza, maldición,
odio entre el pueblo que amablemente los acogió.
Continuaron afrentando y degradando a los hijos de Israel incluso cuarenta años
después de la Salida de Mitzraim, según testimonia Iehoshua 5.
Pero, no podemos olvidar a los conversos fieles, aquellos que
aceptaron plenamente el mensaje contenido en la perfecta Torá revelada
definitivamente por Dios a los israelitas a los pies del Sinai.
Estos conversos fueron integrados al Pueblo, y alguno de ellos llegaron a
prominentes posiciones, tales como el suegro de Moshé, Itró.
Los conversos fieles son considerados como descendientes de Avraham, si bien no
biológicamente, espiritualmente. Sin embargo, en épocas mosaicas, de seguro
eran escasos las personas que llegaban a tal condición.
En resumen:
El Pueblo de Israel acoge amablemente a personas provenientes de otras familias, de otras creencias.
Dios no consiente que para ser miembro de su Pueblo Escogido se hagan conversiones superficiales, sólo de sentimientos o de nombres.
Los conversos que no se adaptan a los requerimientos mínimos e imprescindibles pueden generar terribles problemas.
Los que desean ser parte de Israel y s avienen a las normas israelitas, son bienvenidos.
Rut HaMoabit
Un ejemplo de verdadera conversión
En la época siguiente a la conquista y asentamiento de los israelitas
en la Tierra de Israel, prometida por Dios a ellos, las relaciones con los
vecinos se intensificaron.
Muchas personas comenzaron a formar familias con miembros no pertenecientes a la
familia de Avraham: es el auge de los matrimonios mixtos.
El Tanaj nos relata esto, y los insucesos que acarrea, en diversas ocasiones.
No es que sea malo el matrimonio mixto, o racista la posición
contraria a él. Sino que las identidades nacionales son perturbadas, y ambos
conyuges de tales matrimonios pierden lo que es su verdadera identidad, su yo.
Para los descendientes de Avraham esto es terrible al menos por tres aspectos:
se es infiel a la elección de Dios; se enturbian los vínculos familiares, pues
en definitiva ninguno se acompasa a las creencias y modos de vida del otro, y
eso revierte en conflictos con los hijos; al
ser el Pueblo de Israel pequeño y débil se amenaza su existencia por la
desaparición de los rasgos específicos identificatorios.
Sin embargo, en la época de los Jueces - Shoftim (aprox. 1250 - 1000
AEC) el valor de la existencia de un Pueblo Escogido por Dios, parecía importar
poco a los hebreos, pues, muchos de los israelitas estaban desesperados (con
conciencia de esto o no) por cortar sus lazos con el Eterno.
Y, como colmo de la paradoja, algunos habitantes de la antigua Canaán y de
adyacencias, preferían incorporarse al Pueblo de Israel.
Algunos de éstos por intereses materiales, por ejemplo, que no los amenazara el
poder militar de las tribus israelitas; otras personas se convertirían por
temor a los poderes manifestados de Dios y reconocidos por todos en aquellas
épocas; en fin, cada cual con su interés. Estos eran conversos que en
realidad mantenían sus creencias, sus rituales, y provocaban el distanciamiento
de los verdaderos israelitas de la vida que Dios pretende para ellos. Personas
que seguían los patrones del erev rav, y bien poco reportan de
beneficioso para Israel, para ellos mismos y para la especie humana.
Pero, los hubo que eran personas que habían creído hallar la Verdad en el
mensaje de la Torá, y en sumarse al Pueblo de Israel, no con motivos egoístas
o vacuos, sino como honestos buscadores del Bien revelado, que buscaban una
elevación mayor que la posible mediante las mitzvot de la humanidad
general. Para esta clase de personas de bien, el Pueblo Escogido siempre ha
tenido los brazos extendidos en señal de calurosa acogida, pues, si bien la
Torá es privativa de Israel, Dios es Padre de todos, y su mensaje de
perfeccionamiento puede iluminar las oscuridades de todas las naciones.
El típico ejemplo de conversa justa de aquellas épocas era Rut la moabita,
quien con todo su ser aceptó los cánones hebreos vigentes. De acuerdo a las
reglamentaciones precarias en uso, se convirtió al hebraísmo. Abandonó su
existencia de pagana, su antigua familia, incluso su nacionalidad; y aceptó las
penurias económicas, la más que probable viudez ilimitada, el futuro material incierto; pero con
la trascendencia que se puede hallar solamente en la Torá. De su espíritu
noble se han escrito miles de alabanzas, pero la más grandiosa sin duda es que
el Mashiaj es su descendiente...¡si serán valiosos los guerei tzedek
-los conversos justos!
En aquellos pretéritos comienzos de nuestra organización nacional, el ritual de conversión era muy simple, tan sólo una declaración de
principios y de compromisos.
Por esta sencillez, es que el fatal error, y la perversión eran tan frecuentes,
y perjudiciales para el Pueblo Escogido y para los propios conversos, hayan sido
éstos los fieles, o los depravados. Pues, no existía un rigor suficiente en la
preparación, ni una adecuada elaboración de los elementos que podrían entrar
en conflicto con lo
que es la vida que deben vivir los israelitas, si ellos mantenían sus creencias y formas de vida previas a la
conversión.
Entre otras, es por estas causas que Rut ha merecido un sitial de honor en el
Tanaj y sus descendientes son tan encumbrados en la historia judía, pues, más
que la regla, ella es la excepción de criatura que prefiere ingresar al sacro
redil para bien de todos.
Resumiendo:
Cuanto más simple el proceso de conversión, más perjudicados resultan los espíritus nobles.
Ezrá HaSofer
La universalización asimilativa y su
reacción
El exilio forzoso de Israel, llevó a que los lazos con otras naciones
se vieran abonados.
Esto conllevó una evolución social y cultural para el judaísmo, simultáneamente
con un retroceso de los aspectos más puros de su identidad ideológica y
nacional.
En pocas palabras: la asimilación y la aniquilación de la idea judía estaba
tocando a la puerta.
El legislador Ezrá (Esdrás) (Cap. 9) se pone a la cabeza de una campaña de
concientización nacional, de izar la bandera de la identidad judía, manoseada
y repudiada por muchos de sus contemporáneos.
Se asume con estricta cabalidad la prohibición de los matrimonios mixtos.
Se llama a la unidad del pueblo bajo la bandera de su Torá.
Se convoca a los judíos a asumir plenamente la vida para la cual fueron convertidos
en una "nación de sacerdotes".
Se les instruye de más Torá y de menos mundanalidad.
Todas las personas que pueden provocar el deceso moral y espiritual del
judaísmo, son separadas de la nación.
En fin, el legislador (Ezrá y la Asamblea Legislativa, conocida como Gran
Asamblea o Sanhedrín) tomó medidas drásticas, todas acordes con la Torá,
para preservar y alentar lo escaso que sobrevivía de judaísmo, entre otras
acciones: la de exigir una mayor adecuación de la persona dispuesta a entrar al
Pacto del Pueblo de Israel, al judaísmo, por medio de la conversión; y,
reconocer legalmente la nacionalidad exclusivamente por la descendencia por
línea materna.
En resumen:
El mensaje de la Torá es universal, pero sus principales portadores, los judíos, deben ser idóneos para su inmensa responsabilidad frente a Dios, a la humanidad y a ellos mismos.
Para ser judío, hay que adecuarse a las reglas dictadas por la Torá y por el Sanhedrín (con poderes otorgados expresamente por la Torá).
La liviandad en las conversiones en
lugar de acrecentar el número de integrantes del Pueblo Elegido, y en lugar
de servir a la alta tarea asignada por el Eterno, era un poderoso obstáculo,
incluso un peligro para la existencia del Pueblo.
Más cerca en el tiempo
Hagamos de cuenta que somos judíos...o lo somos
realmente
El trascurso de los siglos trajo aparejado para los judíos renovados
peligros.
Seguían los mismos de siempre, a los que se le sumaban las tácticas renovadas
de sus enemigos.
Por ejemplo, muchos pretendían convertirse al judaísmo para obtener algún
rédito con la conversión. Otros, más tenebrosos, usaban la conversión como
un modo de introducirse en el ámbito judío, y desde dentro ir carcomiendo las
relaciones entre los judíos. Otros, se aprovechaban de la conversión como peldaño
para alcanzar sus finalidades idolátricas. Otros...la maldad posee muchos
disfraces...
Igualmente, los había muy honorables y valiosos, mencionemos por ejemplo a
Aquila el romano; tenemos de la estirpe de los Césares al sobrino de
Vespasiano; Onkelus quien encontró el sendero a la Verdad en el judaísmo, y se
convirtió fielmente, y se transformó en un adalid de judaísmo (incluso
tradujo el Tanaj al arameo, siendo su labor admirablemente reconocida por todos
los eruditos judíos).
Hubo otros miles que abrazaban con honestidad y entereza al judaísmo.
Y nuestros Sabios no limitan sus elogios ante los guerei tzedek, pues
reconocen la inmensa valentía y valía de estas honorables personas, acogidos
directamente bajo el ala de la Shejiná (Divina Presencia).
Pero, como estaban (y continúan) los perversos al acecho, nuestros Sabios no
tuvieron más remedio que intensificar los rigores, ya existentes, en el proceso
de conversión formal al judaísmo. Que, de hecho, es muy simple, y para nada
complicada. Solamente que por ser un tema sensible, y con una historia escabrosa
detrás, como hemos esbozado en estas breves líneas, se prefiere la rigidez
amable, en lugar de la inocente apertura que puede atraer sufrimientos y
desdichas.
Es seguro que la persona que con honestidad reconoce la Verdad que porta el
judaísmo, no se amilana frente a los impedimentos que se le interpongan en su
camino, pues sabe que finalmente logrará su objetivo trascendente. Es decir, no
siente que sea complicada la conversión al judaísmo, ni que sus rigores sean
fruto de la intolerancia o de la impericia de nuestros Sabios.
Muy por el contrario, todas las vallas y dificultades añadidas, finalmente
redundan en beneficios para los puros e inocentes, tal
como la experiencia lo atestigua.
Brevemente:
Como corolario: ¿qué médico prefieres consultar, el que
estudió los años que su carrera exige, aprobó los exámenes, obtuvo
experiencias valiosas, no agota las ocasiones para perfeccionarse y adecuarse a
sus tareas; o, el aprovechado e inculto que clava un cartelito en la entrada de
su casa que anuncia que es "dotor"?
La respuesta es obvia.
Entonces: ¿por qué no reconoces (al menos) igual valor en el hecho de
prepararse para una carrera mucho más exigente: ser judío (es decir,
miembro de una nación de servidores del Eterno)?
Glosario Fechas Inicio Más Respuestas