Lic. Prof. Yehuda Ribco |
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BeShem H' El Olam |
LaH' Haaretz UMeloa
- 16/6/2001 - Sivan 25, 5761
Responsable: Licenciado en Psicología Prof.
Yehuda Ribco / Darjey Noam / serjudio.com
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Shelaj
Lejá Bemidbar
13:1 -
15:41
Queridos Talmidim y Javerim, Shabbat Shalom, el tema de este comentario es:
Pero...
Está escrito en la parashá: “Y le contaron (los meraglim -
exploradores) diciendo: --Nosotros llegamos a la tierra a la
cual nos enviaste, la cual ciertamente fluye leche y miel. Éste
es el fruto de ella. PERO, el pueblo que habita aquella tierra
es fuerte. Sus ciudades están fortificadas y son muy grandes...”
(Bemidbar / Números 13:27,28)
Esta es la forma de
hablar de los difamadores, comienzan con elogios y señalando lo
favorable; y concluyen destilando veneno y maldad.
Rabbí Iojanán decía
en nombre de Rabbí Meir: todo engaño que no posea alguna parte
de verdad en su comienzo, al final no se sostiene.
Tal es el cuidado que
debemos poner en nuestras palabras, y en lo que escuchamos. No
sea cuestión de que confiados en los cumplidos del principio,
dejemos que lo que viene luego del PERO nos dañe.
No sea que porque una parte sea cierta, abonemos a la mentira
que no tiene vida en sí misma.
Shabbat Shalom les desea Yehuda Ribco
Destellos de la parashá
Sidrá
37ª de la Torá; 4ª del sefer Bemidbar.
Entre
pesukim 13:1 y 15:41. Haftará en Iehoshúa 2:1-24.
¿Qué ocurre cuando se nos
quiere imponer un cambio que tiende hacia un alto ideal, pero ni
siquiera somos capaces de soñarlo?
Pues, que difícilmente podamos asumir que el trascendente
objetivo bien vale un esfuerzo. Y, eso puede traer como
consecuencia el que ansiemos continuar en una situación que
aparentemente es de mayor comodidad, pero en verdad es de menor
crecimiento y satisfacción real.
Tal le ocurrió a nuestros antepasados, quienes, a las puertas
de la Tierra que Dios les prometiera, temieron o dudaron de
afincarse en ella. Por lo tanto, enviaron exploradores (los
famosos meraglim), los cuales -en su mayoría- antes de
partir ya sabían qué debían encontrar: excusas para no vivir
en la tierra de Israel.
Y
los Hijos de Israel, liberados físicamente de la opresión de Mitzraim,
pero esclavos aún de su espíritu, parecen preferir la
soledad y monotonía mortal del desierto, en lugar de la aventura
de confiar en Dios, y de atreverse a madurar como individuos y
nación en su propio Hogar.
Por lo cual, en su gran mayoría, no alcanzarán a ingresar a la
Tierra Prometida.
De la Parashá
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