Resp. 3607 – Querer recuperar el tesoro

Shalom,
«¡Bendito el que viene en el nombre del Eterno!» (Tehilim / Salmos 118:26).
Bienvenido y gracias por enviarnos su interesante misiva.

Respuestas en su orden.

1- Supóngase que la identidad espiritual, la pertenencia al judaísmo, sea un preciado tesoro, un cofre lleno de monedas de oro.
Supóngase que su tatarabuela tenía ese tesoro a disposición pero lo perdió. No importa el motivo, sea por indiferencia, o lo dilapidó adrede, o se lo quitaron unos asaltantes.
El hecho es que del tesoro no queda nada, quizás alguna monedita de las decenas de miles que poseía antes.
Y supóngase que ninguno de los descendientes de su tatarabuela se hizo de un nuevo tesoro, similar al extraviado en el pasado.
Lo que le pregunto es: ¿acaso alguno de estos descendientes puede ser considerado afortunado gracias a la posesión de ese cofre repleto de monedas de oro?

Los descendientes pueden mostrar esa monedita que preservaron, pueden reclamar que en el pasado en su familia había poseedores del tesoro, pero el hecho irrefutable es que ellos no son parte del grupo de los dueños del cofre con las monedas de oro.

Así mismo, si en el pasado sus antepasados dejaron de lado su judaísmo, sea por indiferencia, o porque tenían ganas de hacerlo, o porque los obligaron, y luego, cuando tuvieron oportunidad de reclamar la recuperación de su identidad espiritual, no lo hicieron; o sus descendientes no se ocuparon de adquirir la identidad judía… ¿son judíos los actuales descendientes?
La respuesta es evidente: no.
Aunque tengan alguna costumbre de judíos en su familia, o rituales extraños que pueden parecer de origen judaico, o una idea de que en el pasado sus familiares eran judíos, nada de esto los hace miembros de la nación judía. No son judíos si sus madres no eran judías al momento de darlos a luz, o si ellos no se han convertido formal y legalmente al judaísmo.

Así es la cosa.
Si no son judíos, entonces son gentiles y debieran vivir a pleno como noájidas, porque eso es lo que les corresponde por derecho y herencia.

2- La única motivación válida para convertirse al judaísmo, es el pleno deseo y voluntad de servir al Eterno a través del cumplimiento de los 613 mandamientos, tal como lo judíos deben hacer.
No hay otros motivos que sean válidos.

Es completamente comprensible los sentimientos de algunos probables descendientes de criptojudíos de querer «regresar» a las raíces de sus antepasados, que quizás fueran judíos.
Pero, ciertamente esto NO es un «regreso», ya que no hay vuelta atrás en la historia, al menos no en situaciones así.
Si aquel anús, obligado a abandonar el judaísmo, hubiera «retornado» al judaísmo ni bien hubiera podido, en ese caso SÍ es un retorno, y ni siquiera se precisaba de una conversión, sino tan sólo un ritual en el cual uno reconoce la falta anterior.
Pero, si aquel antepasado no retornó, aunque pudo hacerlo… si prefirió seguir gozando de ciertas ventajas sociales o materiales por haber ocultado o perdido su identidad espiritual judaica… entonces… ¿es esta actitud un motivo «de orgullo» para sus descendientes que anhelan ese tesoro perdido?  ((Ojo, no estoy juzgando ni a los antiguos ni a los modernos, solamente planteando hechos. Hay que haber estado en esa cruda situación, en épocas de la Inquisición, debió ser algo terrorífico y espantoso para la mayoría de los que abandonaron su judaísmo.))
En resumen, se comprende el sentimiento de algunas personas por ese pasado, la añoranza por el tesoro perdido, pero no es motivo para buscar la conversión al judaísmo… a no ser que venga precedido por un intenso compromiso de servir al Eterno como un judío debe hacer.

Si le quedan dudas pertinentes, hágalas llegar.

Iebarejejá H’ – Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom.

Moré Yehuda Ribco