Shalom.
Este texto es la continuación de una respuesta previa.
Hablamos en aquel texto desde el punto de
vista del que impone sus aspectos negativos sobre el chivo expiatorio
(sujeto objetivado), pero no hicimos directa referencia al papel que
éste (generalmente) juega, ni qué hace que sea designado como el depositario
de lo nocivo.
Habíamos mencionado que el chivo es
despojado de su valor humano, se lo cosifica y objetiva. El hecho que el
chivo es tomado como un objeto y no como persona (individuo o grupo), es
parte de una presunción básica que está circulando y sostiene la relación
enfermiza.
Cuando esta presunción ha tomado cuerpo y se sustancia en la cotidianeidad,
podemos hablar de estereotipias; que sirven como organizadores de la
sociedad y como mecanismos para automatizar conductas.
Así, por ejemplo, habiéndose establecido un estigma de que las personas de
color negro son haraganas y delincuentes; el sujeto real, ese que es
trabajador, laborioso, creativo, productivo, solidario y... negro,
igualmente es encasillado dentro del estereotipo, por lo que padece
vivamente la discriminación negativa. Y sus (probables) reclamos justos,
exigiendo por que sea valorado y respetado en su verdadera dimensión, serán
obviados, por no coincidir con el esquema mental con el cual se manejan
(primitivamente) sus opresores.
Entonces, el ser humano real, tiende a ser absorbido por la imagen
mental que de él manejan los otros miembros de su sociedad.
Esto, suele llevar a que el rol adjudicado por otros sea asumido por el
depositario. Pues, el otro (que es el que deposita aspectos negativos en el
chivo) está funcionando como un espejo que devuelve imágenes
distorsionadas, que provienen principalmente de sus proyecciones interiores
y no de lo que está aconteciendo en la relación real.
Al que le es adjudicado el rol del chivo le están brindando
continuamente fantasmas negativos que son empleados como bloques en
la tarea de construir una imagen personal propia (y de
relacionamiento).
Esto significa que (habitualmente) el chivo termina por asumir
activamente el rol que le adjudicaron, pues no cuenta con elementos
internalizados que lo muevan para escapar a la marca negativa que proviene
del otro.
Evidentemente que esta asunción activa sirve para reforzar el vínculo
patológico, y para acentuar el estigma y los aspectos negativos que le son
proyectados (y asumidos como propios por el chivo).
Y además, al ser depositario de aspectos negativos, se procurará encontrar
una retaliación por los crímenes que se carga (y se sienten como si
fueran propios), actuándolos (inconscientemente), para que desde la realidad
le sea impuesto un castigo (apaciguador).
Es decir, por una triple vertiente el que ha sido estereotipado en un rol de
chivo, se construye y convierte activamente en lo que le han
adjudicado:
-
Por internalizar los fantasmas que
proyectan los otros incesantemente, y asumirlo como reales, sin cuestionar
el rol y la perversión de la situación.
-
Porque los que lo expulsan a la periferia de
la sociedad le cierran posibilidades para trascender su situación de
cargar con las culpas ajenas.
-
Para que al ser castigado materialmente por
actos perjudiciales reales, se pueda hallar un modo de expiar por
las culpas que se sienten como propios (pero que son originalmente
ajenas).
Entonces, el actuar negativamente (tal como lo que se le ha asignado
socialmente), puede ser una forma de expresar la necesidad inconsciente de
castigo, por el sentimiento de culpa (asumida como propia). Actuando el
rol perverso se espera conseguir un castigo expiatorio.
¿Hay modo de liberarse de este rol pernicioso,
luego de que se ha transformado en una segunda naturaleza?
Los casos y momentos de desviación, que implica la liberación y el
reacomodo de los vínculos sociales, tienden a ser escasos; pero, de surgir,
tendrán que estar sustentados en una gran fuerza de carácter combativo, de
rechazo a la sociedad que ha alienado al que ha sido estereotipado como
chivo. (Para mantenernos en el ejemplo que usamos, recordemos los
movimientos radicales negros de la década de los 1960 en EUA; o el masivo y
militante abandono del cristianismo en pos del Islam en el mismo tiempo y
lugar).
Indudablemente que el grupo no tolerará tales desviaciones e intentos
de liberación, promoviéndose más vejámenes sobre el chivo, y
renovadas asignaciones de negatividad sobre él.
Otro camino para desprenderse del rol del
chivo, es (como habíamos mencionado) basado en la crítica y el
desmantelamiento de las proyecciones y de los juegos de la interacción
social.
Este método es lento, trabajoso, y depende en buena medida de
particularidades emergentes, que pueden desprenderse del abrazo esclavizante
de la cosificación, la inmovilidad de lo habitual, y de las resistencias al
cambio.
Demás está mencionar que tampoco este modo de liberación será apoyado por el
depositario, tendiendo a expulsar o eliminar a los elementos libertarios que
surjan del grupo (o individuo estigmatizado).
Pero, ¿podemos discernir alguna característica
previa del que es sindicado para ser el depositario de la negatividad de los
otros?
Creo que sí.
Hay dos aspectos que aparentan ser antagónicos, pero que sirven para
identificar a la potencial de la estigmatización:
-
Debilidad, y
-
Fortaleza.
Por una parte el que será ubicado en el lugar
de chivo debe contar con algún rasgo débil, por ejemplo: ser minoría;
bajas defensas; extranjero; peculiar; ignorado.
Esto lo ubica en una posición de indefensión ante el que actuará como
depositario, que suele ser: mayoría o parte de una; defensas activas;
nativo; dentro de la norma social; conocido.
Por otra parte, esta debilidad no es constitucional, ya que es
indispensable que el que es puesto como chivo, tenga la suficiente
fortaleza como para asumir el rol, sin huir, ni fenecer, ni caer
rápidamente.
Volvamos al ejemplo dado, las personas negras en EUA estaban en condición de
indefensión frente a la sociedad blanca que los esclavizaron,
dominaron, deportaron y vejaron durante largas décadas. Además, y como
columna en la cual se sostiene lo anterior, tienen rasgos que les son
propios y no compartibles con los que los marcaron, por lo tanto, son
fácilmente reconocibles aunque ignorados.
Pero, al mismo tiempo, cuentan con una fortaleza, con un espíritu para
sobrevivir y desarrollarse.
Ambos aspectos antagónicos, posibilitaron que durante siglos (y creo que
actualmente sigue lamentablemente siendo así para mucho), fueran las
personas negras discriminadas negativamente, y convertidas en
objetos, en lugar de ser respetadas en su condición inigualable y humana.
En resumen: el depositario de los aspectos
negativos de otro, pasa a ser el emisario o el portavoz de los conflictos,
tensiones, inseguridades, debilidades, resistencias del grupo que lo
estigmatizó.
Por diversas causas se hace cargo de los aspectos patológicos de la
situación en un proceso interaccional de adjudicación y asunción de roles,
que lo compromete indisolublemente con aquellos (y aquello) que lo alienan.
Su camino a la liberación, una vez estereotipado en el rol, es costoso, y no
será soportado por el grupo (sociedad) que lo ha radiado al punto de negarle
su condición de humano (y valioso). Esta repulsa es percibida como necesaria
por el que le ha asignado el rol de chivo, pues si consigue
desplazarse del lugar de la negatividad, significa que el depositante carga
con aspectos negativos, de los cuales no se ha podido desprender (ni se
quiere/puede hacer cargo maduramente); es decir, dentro de sí regurgitan
negatividad que no lograron expulsar del sí mismo para que se afincara
en el chivo.
Mi apreciado Eduardo, con esta respuesta y la
anterior me parece que he dado inicio a una respuesta a su duda. Pero, si
considera que debemos trabajar más, avíseme por favor, que intentaremos
hacerlo.
Y recuerden que me agradaría recibir sus
comentarios edificantes en la casilla de e-mail:
comentario@serjudio.com?subject=rap1266
Iebarejejá H' - Dios te bendiga, y que
sepamos construir Shalom
Yehuda Ribco |