Shalom.
Gracias por participar.
Apreciado mío, me gustaría hablarte de dos
tipos de milagros:
-
Los que son acontecimientos naturales y
explicables por los parámetros habituales de las ciencias, pero que ocurren en
un momento inesperado y que sirven para que el justo reconozca la
intervención de Dios (por ejemplo, el curarse de una
enfermedad, la victoria de los Macabeos, la salvación de Purim,
la
primera batalla contra Amalec, etc.).
-
Los que no cuentan con explicación racional
(aún), que parecen hechos imposibles, y que también
sirven para percatarse de la acción permanente de Dios sobre Su creación
(ejemplo, Eliahu/Elías reviviendo un niño muerto, Elishá/Eliseo
alimentando a decenas de hambrientos con unos pocos panes, etc.).
Como verás, ambos tipos tienen en común
(al menos) tres aspectos indispensables:
-
Son obras de Dios (generalmente
teniendo como
asociado a un humano).
-
Sirven para que el que ha experimentado el
suceso, pueda llegar a reconocer y aproximarse a Dios, y creer solamente en
Él.
-
No existe una explicación racional y
científica que satisfaga todas las interrogantes que el hecho plantea.
Así pues, si te parece que no entra dentro de
lo lógico (que tú conoces como tal) el relato de la
separación de las aguas del
Mar
de las Cañas, no es de extrañarse, pues precisamente ese es uno de los
elementos para advertir que se está en presencia de un milagro.
Esto no significa que no se puede intentar buscarle una explicación, o un
mecanismo que permita identificar el acontecimiento como natural, ya que en
general, como hemos mencionado, los milagros suelen ser fenómenos naturales
(por ejemplo, una hipótesis muy interesante sobre este
milagro, pone su origen en una inmensa erupción volcánica en una isla griega
a centenares de kilómetros del lugar. Puede ser correcta esta hipótesis, no
lo sé, pero es interesante y en nada contradice la mano de Dios
interviniendo directamente para rescatar a Israel de Egipto).
Ahora bien, es conveniente que entiendas algo básico.
Nuestros antepasados generalmente quedaban maravillados por los sucesos que
hoy solemos explicar mediante fórmulas científicas (no
siempre acertadas y exactas), algunos de los cuales eran reales
milagros, es decir, demostraciones del Poder y Amor de Dios
(otras veces, simplemente eran sucesos extraordinarios a sus ojos, pero sin
haber directa intención demostrativa por parte de Dios, milagros ocultos
según los llamara el Ramban).
Por lo tanto, en la actualidad, se suele desestimar el valor de los
milagros, ya que, según se acostumbra deducir: son hechos naturales sin
demostrar la Presencia de Dios.
Sin embargo, y siguiendo el pensamiento del Rambam, el que es verdadero
estudioso de las leyes de la naturaleza, el que busca desentrañar el
misterio de lo insondable, el sincero hombre de ciencia, aquel que se ha
despojado de los preconceptos del ateismo o de las religiones paganas
(entre las que se pueden incluir algunas perspectivas científicas)
finalmente se encuentra extasiado contemplando el rostro del milagro de
todos los milagros: la propia existencia. Claro, no todos los que dicen
hacer ciencia, realmente se dedican a ella...
Esto quiere decir: la naturaleza es esencialmente un milagro cotidiano e
imperceptible por su uniformidad y regularidad.
En síntesis: no es apropiado juzgar la validez
de un suceso como un milagro a partir de reconocerlo como un fenómeno de la
naturaleza o no (el propio Tanaj se encarga muchas veces de
señalar el fenómeno natural que está operando, como veremos en el versículo
que trascribimos un poco más abajo).
Es apropiado juzgarlo milagroso si sirve para reconocer la Presencia e
intervención del Todopoderoso.
Pasemos a un segundo punto en tu misiva.
Mencionas que te parece absurdo el milagro de la separación de las aguas del
mar, pues "fue rápido, de repente".
No sé qué clase de argumento validatorio para considerar un hecho como
milagro, sea la velocidad con el cual se desarrolla y manifiesta.
Pero, más allá de esto, quiero señalarte que no es correcto que este milagro
haya sido "de repente", presta atención por favor:
"Entonces Moshé [Moisés] extendió su mano
sobre el mar, y el Eterno hizo que éste se retirase con un fuerte viento del
oriente que sopló toda aquella noche e hizo que el mar se secara, quedando
las aguas divididas."
(Shemot / Éxodo 14:21)
Está indicado claramente que después de que
extendiera Moshé su brazo sobre el mar, hubo un poderoso y continuo viento
que sopló toda la noche, lo que provocó la retirada o divisiónn de las
aguas.
Así pues, precisamente éste no es un milagro repentino, ya que se fue
como gestando a lo largo de varias horas, y con la intervención evidente de
fuerzas activas de la naturaleza.
Por último, no debemos olvidar que hubo cerca
de 3 millones de testigos, presentes y experimentando el suceso milagroso, y
que no dudaron en reconocer en el mismo la hashgajá pratit -el
cuidado personal del Eterno-.
Si mi modesto trabajo aquí presentado le ha
sido de bendición, no olvide que este sitio y su autor se mantienen gracias
a Dios, que en parte canaliza Su bondad a través
de la colaboración económica de
los lectores.
No cierre su mano, y abra
su corazón bondadoso para ser parte de la Obra del Eterno.
Que el Uno y Único Dios bendiga a quienes le
son fieles servidores,
y que
sepamos construir Shalom, Iebarejejá H'.
Yehuda Ribco
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