Gracias por comunicarse.
Al principio pensé:
En realidad me parecería más coherente la pregunta de si el primer ser
humano (Adam) tenía ombligo o no, a saber si atravesó por el complejo de
Edipo.
Ombligo tenemos todos... Edipo que yo sepa no lo trascurren todos los
humanos...
Por lo que, ¿para qué preocuparnos por Adam y su dinámica intrapsíquica?
Luego de meditarlo un poco más, llegué a un descubrimiento: Si Freud
hubiera querido (¿o podido?) quizás nos hubiera regalado con el Complejo
de Adam, en lugar del famoso Edipo.
Veremos muy superficialmente las razones que me llevan a anunciar (con
rimbombante algaraza): El Complejo de Adam (del ser humano).
Para lo cual, me permito un par de comentarios introductorios.
El primero, pedir disculpas a los estudiosos serios de Torá y de
Psicoanálisis, este shidaj -enlace matrimonial arreglado- no es de lo
más prolijo y casher.
Segundo, quizás detrás del tono jocundo de esta respuesta se encuentre algo
que sea más serio de lo aparente.
Ahora, en breve retratemos el complejo de Edipo según lo
que humildemente entendemos de las enseñanzas del Dr. S. Freud.
El niño pequeño ama y desea a su madre, que es la que le provee desde
siempre el todo de su existir.
Pero, hay un interdictor: el padre, el cual nombra y legisla lo prohibido,
es decir le niega el acceso total a la madre.
Entonces, en desventaja de fuerzas y soportando su ambivalencia (pues, le
teme y ama), debe competir con él.
Intentará, como sea, con sus medios, vencerlo y quedarse con la presea (la
madre). Y, aunque el niño no lo sepa, su padre es su mejor aliado en el
camino al desarrollo, a la etapa de independizarse y reconocer la Realidad,
que incluye sus propias limitaciones.
Pero, el niño sigue deseando a su madre, y odiando/amando al padre... por lo
que llega a fantasear un terrible castigo que provendrá de su dominante
padre: la castración de su órgano viril, centro de su goce y relacionamiento
con el mundo. Esto es la máxima de la penas posibles, un sustituto
palpable del espanto que provoca la propia extinción, la muerte, la
presentida nada del ser, la separación total.
Ante el terror que esa creencia le representa, preferirá adormecer sus
deseos libidinosos hacia ella y los agresivos hacia el padre.
En esta etapa subsecuente, se distribuyen sus energías hacia otros objetos y
metas, por ejemplo en el estudio, el desarrollo, etc.
Finalmente, y si las cosas marchan como es esperable, luego de un
lapso de latencia, el niño convertido en jovencito, habrá logrado una
identificación con su padre, al que tomará como modelo de conducta y buscará
materializar sus deseos de afecto en una relación heterosexual (con una
persona de otro sexo) exogámica (fuera de la familia).
Y así llegamos a un Edipo transcurrido y sepultado.
Cuando esto no sucede así... la neurosis se apoltrona en el Inconsciente, y
pugnará por manifestar su desazón y disgusto por la vida que
le toca no resignadamente sobrellevar.
Ahora bien, y para comprender un poco lo que explicaremos luego, como los
estudios antropológicos han mostrado extensamente, y las profundizaciones
psicoanalíticas teorizaron y demostraron, el padre y la madre que son
personajes del drama edípico no deben ser necesariamente ese señor que
llamamos papá y esa mujer que llamamos mamá. Pueden ser otras
personas, instituciones, e incluso objetos animados o no.
Pasemos al texto de la Torá (Bereshit /
Génesis 2), y descubramos al "Adam rey" (título en honor a
la obra "Edipo rey") subyacente en él.
(7) Entonces Hashem Elokim formó al ser humano
del polvo de la tierra. Sopló en su nariz aliento de vida, y el ser
humano llegó a ser un ser viviente.
El Eterno es el Padre, el que ocupará la función paterna en
nuestra mítica psicoanalítica.
La Tierra-el Edén-el Jardín es la Madre, o la que ocupará la función
materna.
(8) Y plantó Hashem Elokim un jardín en Edén, en
el oriente, y puso allí al ser humano que había formado.
Con el consentimiento paterno, Adam estará en estrecha
relación con la Madre.
(9) Hashem Elokim hizo brotar de la tierra toda
clase de árboles atractivos a la vista y buenos para comer; también en
medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del
bien y del mal.
Gracias al Padre que no está presente, todo
lo bueno y más existe en la Madre.
Por lo que, el Deseo por ella tiene razones para
existir.
Pues, ella posee todo, a simple
vista, a ojos del pequeño Adam.
...
(15) Tomó, pues, Hashem Elokim al ser humano y lo puso en el jardín de
Edén, para que lo trabajase y lo guardase.
La relación con la Madre está dentro de lo permitido por el
Padre.
Hay un orden, sentido y objetivos, incluso en el vínculo ya tempranamente
establecido.
Pero, la Madre es un todo para Adam. Su vida depende completamente de ella.
Y escasamente se representa independiente, o percibe la complejidad de la
realidad.
(16) Y Hashem Elokim mandó al ser humano
diciendo: ''Puedes comer de todos los árboles del jardín;
El Padre porta el código, la Ley.
El Padre habilita el beneficio del placer que brinda la Madre.
(17) pero del árbol del conocimiento del bien y
del mal no comerás, porque el día que comas de él, ciertamente
morirás.''
El Padre nombra lo prohibido.
El Padre niega el acceso de Adam al conocimiento último que reside en el
núcleo íntimo de la Madre fálica. Fálica porque es completa, incluso con un
miembro viril imaginario pero vivido por Adam como real... falo materno
llamado árbol del bien y del mal.
En hebreo el árbol del conocimiento es etz hadaat, y ladaat
"conocer" es el mismo verbo utilizado para "mantener relaciones sexuales".
Conocer es llegar a la intimidad propia por el camino del hallazgo con y del
Otro.
(18) Dijo además Hashem Elokim: ''No es bueno que
el ser humano esté solo; le haré una ayuda idónea.''
Está la relación de dependencia con la Madre.
La prohibición terminante del Padre a acceder a la intimidad con ella.
Y sin embargo, el Deseo de establecer un vínculo íntimo palpita con fuerza.
El vacío de la soledad se percibe. Es malo estar solo.
Y el Padre, al prohibir, también permite.
Prohíbe a la Madre, pero el resto -lo que no es ella- queda a disposición de
Adam.
(19) Hashem Elokim, pues, formó de la tierra
todos los animales del campo y todas las aves del cielo, y los trajo al
ser humano para ver cómo los llamaría. Lo que el ser humano llamó a los
animales, ése es su nombre.
La confrontación que sufre Adam entre pulsión y realidad
material, le permite que arribe al manejo del lenguaje, a la facultad de
reconocer/nombrar aquello que no-soy-Yo.
De reconocer que la Madre no es Todo.
De reconocerse como carente e incompleto.
De ir conformando un modo de vincularse con el Mundo, de llamar a las cosas,
de estructurar un ser-en-el-Mundo.
(20) El ser humano puso nombres a todo el ganado,
a las aves del cielo y a todos los animales del campo. Pero para Adán no
halló ayuda que le fuera idónea.
Sin embargo, la indefensión simbólica de Adam -fundamentada
en su indefensión biológica- lo lleva a sentir su carencia, su falta, su
anhelo de algo... algo que no halla, ni logra nombrar...
(21) Entonces Hashem Elokim hizo que sobre el ser
humano cayera un sueño profundo; y mientras dormía, tomó una de sus
lados y cerró la carne en su lugar.
Por intermedio de la presencia del Padre, el deseo por la
Madre cede.
El sopor, el letargo profundo sirve para que algo de Adam sea puesto fuera,
y que la llaga cierre.
¿Qué es lo que se ha puesto fuera?
(22) Y del costado que Hashem Elokim tomó del ser
humano, hizo una mujer y la trajo a Adam.
Existe una mujer para el hombre.
Una que el Padre autoriza.
Una que no es la Madre.
Una en la que se puede reconocer a la Madre.
Una que estaba dentro de Adam (materialmente en la Creación,
simbólica y espiritualmente entonces y ahora)
Una que es parte de Adam.
Pero que es un-otro-que-no-soy-Yo.
(23) Entonces dijo Adam: ''Ahora, ésta es hueso
de mis huesos y carne de mi carne. Ésta será llamada Mujer, porque fue
tomada del varón.''
Adam reconoce y nombra lo que es accesible y permitido por
el Código.
Siente la factibilidad de hallar lo que lo puede completar.
Pero, atención... no se nos refiere que Adam haya despertado aún...
(24) Por tanto, el varón dejará a su padre y a su
madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.
La resolución de sus conflictos está en poder dejar a Padre
y Madre en los lugares que les corresponden.
Y poder unir su destino a la vida de otro-que-no-soy-Yo-que-es-para-mí.
(25) Estaban ambos desnudos, el ser humano y su
mujer, y no se avergonzaban.
El goce es posible que se materialice.
La armonía de sentirse íntegro permite vivir sin falsos pudores, sin
máscaras que oculten la intimidad propia de ser compartida con la pareja
correspondiente.
Un ser humano íntegro e integrado es posible.
Un ser humano feliz, libre y responsable, que viva sin ocultamientos está
dentro de nosotros, en nuestro pasado personal y colectivo, en lo que el
futuro nos tiene listo para asumir.
Un mundo pleno de pudor y sin vergüenzas...
Bien, hasta aquí "Adam rey", que ocupa perfectamente un
sitial preferencial en lugar del "Edipo rey".
Y creo que hasta aquí he podido responderle a su pregunta.
Aunque, quizás, algún día sigamos con el capítulo tercero de
Bereshit/Génesis para enfrascarnos en el estudio de las neurosis.
Espero que pueda seguir indagando en pos del sentido en su
vida y de la Verdad, y si cree que por este medio lo consigue, pues,
adelante...
Shalom, Iebarejejá H' - Dios te bendiga.
Yehuda Ribco
Si les quedan interrogantes, comentarios o sugerencias,
háganlas llegar que son siempre muy bienvenidas. |