(Esto es parte de una
respuesta dada de forma particular)
Apreciado amigo.
La vida nos depara momentos de los
positivos, y de los otros.
Esta es una ley invariable.
Siguiendo el ejemplo de Rabbí Iojanán (TB
Berajot 5b), y sin ánimo de comparar su congoja actual, permítame que le
cuente algo personal.
A mi me ha tocado vivir de esos momentos adversos bastante más a menudo
de lo que quisiera.
Sin ir mas lejos, por estas fechas el año pasado yo veía todo negro, me
sentía vívidamente al borde de un enorme abismo... sin solución.
Entonces, el profeta hablo a mi oído, a mi corazón:
"(16) Oí, y se estremecieron
mis entrañas. Ante esa voz titubearon mis labios; penetró
podredumbre en mis huesos, y se estremecieron mis piernas. Gimo por el
día de la angustia, cuando suba contra el pueblo el que nos invadirá
con sus tropas.
(17) Aunque la higuera no florezca ni en las vides haya fruto, aunque
falle el producto del olivo y los campos no produzcan alimento, aunque
se acaben las ovejas del redil y no haya vacas en los establos;
(18) con todo, yo me alegraré en Hashem y me gozaré en el Elokim de
mi salvación.
(19) ¡Hashem, el Señor, es mi fortaleza! Él hará mis pies como de
venados y me hará andar sobre las alturas..."
(Jabakuk / Habacuc 3)
¿Qué me decía el hombre de Dios?
Que si la situación externa era tan pesada que llegaba a carcomer mis
entrañas; que si el presente parecía el último tiempo; que por delante
solo había tormentos insufribles... nada de eso podía superar a la alegría
al gozo fundado en el Dios de la salvación.
¿Alegría y gozo en medio de la desesperación final?
¿Cómo?
¿No es vacío sentimentalismo?
¿Prédicas huecas que llenan un espacio con mentira?
Pues, bien... podría ser falso... pero yo (ya que como le dije estoy
hablando de mí) he experimentado su verdad.
Es posible hallar calma en el dolor.
Alegría en la desazón.
No son meros cuentos, no son sermones de un pastor vendedor de
ilusiones... es la experiencia recurrente a lo largo de generaciones, de
mi propia carne hablando desde su sufrimiento...
Pero, nuevamente: ¿cómo? ¿Cómo hallar paz cuando el dolor asfixia
intensamente? ¿Cómo hallar descanso cuando la ira atenaza con sus
poderosos brazos?
Entendiendo que la alegría y gozo son sinónimos de confianza.
Confiar en que aunque mi lógica no traspase los velos de lo aparente,
existe algún propósito que es bueno para todo lo que se me aparece como
negativo.
Es confianza.
Confiar en que el Autor de mis días, es un Padre justo y amoroso.
Confiar en que lo malo (padecido o enfrentado, nunca generado), conduce al
Bien.
¿Cómo? No lo sé.
Por eso, confío... sino, sabría...
Ya lo dijo el sabio entre los hombres:
"Confía en Hashem con todo
tu corazón, y no te apoyes en tu propia inteligencia.
ReconóceLo en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas."
(Mishlei / Proverbios 3:5,6)
Mi propia inteligencia es escasa.
¿Cómo llegar a entendes Sus pensamientos que superan infinitamente al
más prodigioso de los pensamientos humanos?
No... no debo apoyarme en la lógica del pasajero hombre.
Mi corazón es el que debe reposar confiado en el regazo del Eterno.
Pero, ¿cómo hago?
¿Cómo hago para no torturarme con pensamientos persistentes, con
sentimientos de desastre?
El método, el sabio ya lo dijo con exactitud: "reconocer a
Dios en todos mis caminos".
Darse cuenta de que cada circunstancia, positiva o adversa, se debe a que
el Eterno la permite.
Todos mis caminos están señalados por Su Presencia.
Si reconozco con fidelidad esta verdad: "Él enderezará mis
sendas"... cuento con Su auxilio... pues, en Él confío...
Sin dudas, no es tarea sencilla.
No todos pueden alcanzarlo.
No es para todos los momentos.
A veces la vida parece una cáscara de nuez batida por las impetuosas olas
del tormentoso océano indiferente.
Nuestra vida una breve hierba arrastrada sin sentido.
La dirección de una veleta...
Sin embargo, allá, en lo hondo del alma, la flama tibia permanece
encedida, estable, armoniosa.
Los caminos para alcanzarla pueden sor tortuosos, pero están abiertos....
Hoy, veo las cosas coloreadas en una escala
de grises, no tan oscuras como hace pocos meses atrás.
Incluso, y he aquí algo inexplicable, ahora me parece vislumbrar un poco
de luz donde antes yo percibía sólo fango.
Aprendí -por experiencia, que se sumaron a
las bellas teorías- que la vida es esto... una lucha constante, pero que
el éxito está en como nosotros apreciamos los resultados... y no los
mismos resultados en sí.
El desempleo.
La infidelidad conyugal.
El abandono.
La desesperación.
Lo que usted quiera nombrar como tortura.
Evidentemente no son momentos / sentimientos deseables.
El padecer es doloroso.
La pérdida no es un éxito.
La enfermedad, la muerte, la invalidez.... no son metas para alcanzar...
Pero, en el modo en que enfrentamos estas adversidades, en el sentido que
podamos descubrir detrás de los pesares, está el verdadero éxito.
Uno que es duradero.
Uno que no depende de bienes materiales, ni del aplauso del extraño.
La batalla por vencer los obstáculos es el éxito.
Y, si la batalla se pierde.
Si el obstáculo se yergue inexpugnable... el éxito se ha conseguido al
no abandonar la lucha hasta que se ha agotado el último de los recursos
razonables a disposición.
Cuando ningún otro modo se puede intentar ya... siempre queda la
confianza en que hay Alguien que sabe lo que es lo mejor para nosotros y
el universo. Y... quizás... nosotros podamos descubrir la paz en donde
antes sentíamos las espinas...
No tengo palabras de aliento más que
decirle que la única batalla perdida, es aquella que rehusamos luchar.
Arriba el ánimo, tenga confianza de que
algo mejor siempre está por delante.
Y, le sugiero que si precisa apoyo personal especializado, no dude en
reclamarlo. El pedir y obtener apoyo de otros no es muestra de debilidad,
sino de humanidad y madurez.
Espero saber pronto buenas nuevas de usted.
Deseos de paz de quien lo aprecia,
Iebarejejá H' - Dios te bendiga, y nos permita pronto construir Shalom.
Yehuda Ribco
Si les quedan interrogantes, comentarios o sugerencias, háganlas
llegar que son siempre muy bienvenidas. |