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Shalom.
Gracias por comunicarse con una consulta tan oportuna para este día.
Lag BaOmer (que quiere decir: 33 de la cuenta
del Omer), es una festividad menor que acontece en el día 18 de Iyar, y
corresponde a los 33 días en la cuenta del Omer (cuenta que se realiza
durante 49 días, desde el segundo día de Pesaj hasta Shavuot).
En este día, el semi-duelo que se suele llevar durante el período del Omer
se interrumpe, o cesa (dependiendo de la costumbre
local).
La razón principal para recordar este día es
bastante oscura, pues se obtiene de una elaboración a partir de un pasaje en
el Talmud (Iebamot 62b), que describe que la plaga que tomó la vida de los
24.000 discípulos de Rabbí Akiva durante el período del Omer, cesó en este
día. Según la leyenda la plaga se originó en las actitudes maledicientes de
los alumnos, y los malos tratos que se propinaban entre sí.
Tenemos además, como anécdota, que en esta festividad se acostumbra salir a
los campos, hacer fogatas, y jugar con arcos y flechas.
La razón que se esgrime es que se recuerda como los judíos, que tenían
prohibido por el torturador romano estudiar Torá, salían a los campos para
hacerlo e iban provistos de arcos y flechas, para excusar su presencia en
tales lugares diciendo que estaban en partidas de caza.
Realmente, y siéndole fiel al Talmud y al intelecto, podemos hallar que
detrás de tantas explicaciones infantiles, se hallan verdades históricas,
quizás más oscuras que las leyendas que las velan.
Los alumnos de Rabbí Akiva eran sabios en
Torá, maestros de maestros.
Pero, también eran luchadores por la libertad y la independencia de su
patria.
Algunos luchaban exclusivamente desde las trincheras de la moralidad y el
estudio de Torá.
Otros sumaban a esto, las trincheras de las fieras batallas contra el
déspota conquistador extranjero.
La plaga realmente era la mortandad que provino de las derrotas
sucesivas y dramáticas contra el imperio.
El arco, la flecha, la salida al campo, las fogatas, recuerdan no una
infantil excusa, improbable y tonta, sino a los valientes luchadores que con
sus escasos recursos logísticos enfrentaban al imperio más poderoso de su
época (estamos hablando de los años entorno al 130 EC).
Y la maledicencia, ¡eso sí que señala directamente a un hecho de la
realidad! Pues, entre los judíos estaban aquellos traidores que vendían, o
regalaban, o difamaban a sus hermanos ante el enemigo opresor; para obtener
ventajas económicas, o materiales, o por el mero hecho de gozar con la caída
del adversario-hermano.
Evidentemente todos estos detalles no eran de
prudencia que fueran expuestos a la luz pública en su momento, por lo que
fue necesaria la cubierta de la leyenda, del cuento infantil. Incluso en la
actualidad, es más prudente quedarse con los cuentos de niños, cuando con
niños tratamos, pues la verdad puede ser funesta de reconocer.
Es doloroso reconocer la debilidad de los judíos ante los romanos, es decir,
¡falló el milagro habitual de David contra Goliat, de los Macabeos
contra los Seléucidas, de Moshé contra Faraón!
Es doloroso reconocer que el enemigo interno, similar a ese que en la
actualidad quiere regalar la patria añeja a cambio de espejitos de falsa
paz, entregaba a sus compatriotas a cambio de la moneda del odio.
Es doloroso reconocer que personas ortodoxas, muy cumplidoras de las
mitzvot -preceptos-, hubieran podido caer tan bajo en sus conductas
con el prójimo, con el hermano israelita.
Es doloroso reconocer que el insigne Rabbí Akiva fracasó en su lucha por la
libertad, siendo vapuleado por el pagano burlador.
Por los caídos en las batallas, por los
entregados al enemigo, por la nación quebrada, es que se mantiene tantos
siglos después un semi-duelo... de lo contrario, si creyéramos literalmente
en el cuento, en la leyenda, ¿cómo explicar que una época que debería ser
dedicada al regocijo (entre una festividad medular y otra) y a las loas;
estemos plañendo dolidos?
Sin embargo, el 33 del Omer está para
recordarnos que en medio de lo más oscuro de la noche, es cuando comienza el
amanecer de la esperanza.
Las fogatas no sólo rememoran las rondas de vigilancia para prevenirse
contra el ataque del invasor, también recuerdan la luz que vendrá luego de
la devastación.
Detrás de una probable victoria del comandante Bar Kojba el 33 del Omer de
algún año cercano al 130 EC, sobre las huestes romanas, podemos descubrir
que el espíritu mesiánico sobrevive a todas las calamidades.
Otros acontecimientos se supone que ocurrieron
este día: comienzo del Diluvio; aparicieron del man -maná- por
primera vez; la muerte de Rabbí Shimón Bar Iojai, quien fuera uno de los más
distinguidos alumnos de Rabbí Akiva, y supuesto autor del Zohar.
Estos tres hechos, dos que parecen negativos, y uno positivo, en realidad
encubren otra perspectiva: detrás de los castigos, de los padecimientos, de
las restricciones, es posible hallar mayor armonía, crecimiento, dicha... si
se sabe cómo buscar...
Le sugiero que lea esto, y le dará
una pista más para comprender lo que se esconde detrás de lo aparente de
esta festividad llamada menor, pero que es inmensa.
Sus
comentarios son bienvenidos, y recuerden que quedo a las órdenes.
Iebarejejá H' - Dios te bendiga, y que sepamos construir
Shalom
Yehuda Ribco
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