Shabbat: Shevat 26, 5765, 5/2/05
Comentario de la Parashá Mishpatim
La
casera santidad
En el comienzo de la parashá leemos:
"Éstas son las sentencias que pondrás ante
ellos"
(Shemot / Éxodo 21:1)
La yuxtaposición de esta parashá,
con sus tratamiento de leyes civiles y leyes de indemnizaciones,
con la proclamación del Decálogo,
nos brinda una perspectiva clara del pensamiento esencial del judaísmo.
Para la Torá,
no hay distinción entre "Templo y Estado";
por el contrario,
todas las áreas de la vida están interconectadas,
y la santidad no deriva de permanecer largo rato apartado en actitud
santurrona,
ni por adoptar poses dramáticas que combinan con recintos sacramentales,
ni por espetar salmodias y sermones repletos de "glorias, alelushas y
amenes";
sino que la santidad se destila a través de nuestros simples actos
cotidianos,
de como apliquemos la halajá a nuestra vida cotidiana,
sea en privado, con la familia, en los negocios, en el ocio, etc.
La santidad aflora tanto de los rituales consagrados al Templo,
como de nuestras actividades habituales, incluso las personales y privadas,
en tanto, las cosas de la sinagoga como las personales estén fundadas y
acordes con la halajá.
Es la halajá el camino hacia la santidad,
para el encuentro con el Eterno,
y no hay otro humano modo posible.
En resumen,
para el judaísmo, "santuario" refiere tanto al concepto de templo, como al
del hogar edificado a la Luz de la Torá.
Y esto se puede entender,
porque el Eterno ha hecho Este Mundo como una fusión de lo material con lo
espiritual,
cuando se logra la armonía de ambos planos,
y se consigue que sea la espiritualidad la que gobierna la unidad,
entonces,
la santidad encuentra un canal para manifestarse en el mundo físico.
Si por el contrario, se sigue la absurda corriente ascética
(la que propugna el cristianismo tradicional, por
ejemplo; o el budismo en su más pura expresión), que pretende
ridículamente escindir la materia de lo espiritual, para quedarse solamente
con lo espiritual, entonces, la santidad queda taponada, sin vía para
emerger en Este Mundo. Así el asceta en lugar de conseguir la ascensión
mediante la negación de su condición material, realmente lo que consigue es
un estado de inanición espiritual y de pobreza material.
No en vano el conocido salmo reza:
"el Eterno es mi
pastor; no me faltará"
(Tehilim / Salmos 23:1)
¿Qué hace el pastor por su rebaño?
Pues, lo protege pero principalmente le conduce a prados de ricos pastos, es
decir, le asegura un lugar y un momento para satisfacer su materialidad, su
hambre física.
Por eso concluye el verso con las palabras "no me faltará"; como el
Eterno es mi pastor, no me faltará alimento, no estaré carente de
satisfacción material.
La pregunta que nos podemos hacer
constantemente, para alcanzar una vida de shalom es: ¿cuánta santidad
estoy trayendo al mundo con el acto que estoy por realizar?
¡Les deseo Shabbat Shalom UMevoraj!
Moré Yehuda Ribco
Notas:
-Otras interpretaciones de este pasaje de la
Torá, y más estudios los hallan
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Relatos, anécdotas y enseñanzas
El Rebbe de Kotzk, Rav Menajem Mendel ztz"l,
solía enseñar: "Cuando Hashem nos dice que debemos ser santos, con las
palabras "Me seréis hombres santos" (Shemot / Éxodo
22:30), nos dice que seamos santos pero como hombres, esto quiere
decir, santificar nuestra conducta humana. Hashem no precisa de más ángeles
en los cielos."
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