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  Lic. Prof. Yehuda Ribco // Shevat 28, 5765 - 8/2/05

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Parashá  >> Shemot / Éxodo

       Terumá > Shemot 25:1- 27:19

Shabbat: 1 Adar 3, 5765, 12/2/05 

Comentario de la Parashá Terumá
           El Eterno entre nosotros

"Que Me hagan un santuario, y Yo habitaré dentro de ellos"
 (Shemot / Éxodo 25:8)

Varias son las preguntas que suelen surgir de una lectura más o menos atenta de cada parashá.
En esta ocasión, hay una que suenan y resuenan con su indudable presencia, aunque resulte ignorada habitualmente, sumidas en la mirada de lo cotidiana, de lo que es dado por sentado.
¿Por qué fue necesario para los judíos ser acompañados durante su travesía por el desierto por el Mishkán -Tabernáculo o Templo portátil?
¿Acaso no era suficiente para ellos el estar acompañados, a ojos vistas, por la Presencia del Eterno?
¿Acaso no era suficiente con presenciar y vivir a diario la columna de fuego, la columna de nubes, el maná, los sucesivos milagros?
Por otra parte, ¿puede contener un manojo de maderas, cueros y metales preciosos a la divina Presencia, que nada lo contiene en el universo?
Y una más, ¿por qué la Torá emplea las palabras "Que Me hagan un santuario, y Yo habitaré dentro de ellos" (Shemot / Éxodo 25:8), en lugar de las más lógicas de "Que Me hagan un santuario, y Yo habitaré dentro de él"?

Probemos alguna respuesta.
Si bien es cierto que se nos puede decir, y podemos estudiar, que la Presencia del Eterno es constante, y que no hay lugar ajeno a Él, el hecho es que nuestro intelecto tiene dificultades para concebir algo así.
¿Cómo la mente finita, pre-juiciosa y limitada, puede alcanzar a discernir lo que el infinito representa, o lo que el "estar sin estar" significa?
Mucha es la oscuridad y lo velado para nuestro pequeño entendimiento1.
Así, nuestra mente temerosa y pacata anda frecuentemente a la búsqueda de bastones que nos sostengan y den coraje en la opacidad que es el universo para nosotros.
En muchas ocasiones nos aferramos a bastones perjudiciales, tóxicos; tenemos fe en ídolos, salvadores y colonizadores. Aceptamos sumisamente los espejitos de colores de los que nos prometen e idealizan mundos de fantasías y plenitud. Nos arrodillamos ante falsas deidades, e inescrupulosos pastores. Nos sometemos ansiosamente a Becerros de Oro, hijos crucificados de dioses, imperios, generales, bienes, dinero, drogas, parejas, etcéteras varios que llenan afanosamente nuestros huecos intelectuales y emocionales cotidianos.
Es este desesperado deseo por cerrar esos huecos algo así como la madre de la idolatría.

Como podemos inteligir, el misterio infinitamente más grande, inaprensible para nuestra mente, fue, es y será la divina esencia.
Y es ese arcano el que mayores complicaciones ha dado a la mente y corazón del hombre. Misterio que se lo suele querer tapar, una y otra vez con las aberrantes idolatrías que colmaron nuestra historia, y pueblan los hogares y corazones de miles, de millones de personas actualmente.
Ante la falta de certeza respecto a la existencia de Dios,
se tapa la falta,
con ídolos,
sean estos materiales o intelectuales2.

El Eterno que nos conoce mejor de lo que nosotros nos reconocemos,
y sabiendo que los hebreos recién liberados de Mitzraim
estaban aún dominados por las aficiones y pasiones traídas del imperio de la idolatría,
les dio un elemento material que sirviera a los hebreos como "buen bastón" en su peregrinar, ya no por el desierto de Sinaí y alrededores, sino por el oscuro desierto de la falta de certezas espirituales.
Hashem proveyó a nuestros antepasados de un lugar específico y concreto para Su Presencia. Primeramente el Mishkán, y más tarde en el Templo en Ierushalaim.
Aquellos antiguos hebreos no debían tener anhelos por bastones, cosa que los llevaría a corromperse detrás de bastones tóxicos, pues por un favor celestial, ellos podían sostenerse en el "buen bastón" dado por el Todopoderoso.

Pero, ¿qué tenemos nosotros ahora, para sostenernos firmes mientras procuramos andar por el buen camino?
Mishkán ya no tenemos.
Templo ya no tenemos.
La idolatría pulula e infesta cada palmo de esta tierra.

Debemos saber que la Shejiná, la divina Presencia, no esta reservada para morar en el Mishkán o en el Mikdash.
Si releemos el versículo no dice que la Shejiná estará morando entre las paredes de un templo, o de una sinagoga. Releamos... la Shejiná estará "en medio de los judíos".
Allí donde haya un judío respetando, honrando y amando a otro judío,
allí precisamente se encuentra la Shejiná,
allí descubrimos el haz de luz que nos guía cual faro en medio de la noche de las creencias.
Allí donde un judío esté en un serio proceso de teshuvá, allí destella la luz del Eterno que cual mano singular nos dirige hacia Su regazo.
Allí donde un judío se comprometa con las mitzvot, allí donde la persona se dedique a atraer el Bien al mundo,
allí está el bastón que nuestra mente y corazón pueden usar para afirmarse y avanzar.
En la sinagoga, como en el hogar, en la escuela como en el trabajo, en el recreo como en el dormitorio, en todo sitio es un buen sitio para tener un íntimo encuentro con nuestro Creador.

El Mishkán y el Mikdash cumplieron sus santas funciones.
Quizás mañana un tercer Mikdash cumpla nuevamente algunas funciones.
Pero, el "buen bastón" ya no es necesario buscarlo fuera,
sino dentro, bien dentro de cada una de nuestras conductas y actitudes... porque esta en la santidad de nuestro proceder el mundanal lugar para el Eterno.

¡Les deseo Shabbat Shalom UMevoraj!

Moré Yehuda Ribco


Notas:

1 Atención, que no debe entenderse en este lugar que "oscuridad" remite a aspectos negativos del universo, sino a la poca luz, comprensión que tenemos realmente de los sucesos físicos, y cuanto más, los metafísicos.

2 El ateo, convencido en su fe, no suele ser menos idólatra que el creyente en Jesús, Vishnu, Mithra, Apolo o cualquier otra falsa deidad.

-Otras interpretaciones de este pasaje de la Torá, y más estudios los hallan HACIENDO CLIC AQUÍ, AQUÍ y AQUÍ.

Relatos, anécdotas y enseñanzas

El joven Martin Buber era instruido por su maestro: 'El Mashiaj espera a las puertas de la ciudad para entrar".
Y el joven, ya mostrando sus dotes filosóficas, preguntó: "¿A qué espera, por qué no entra?
El maestro, amplio en Tradición sabia respondió: "A ti espera, a ti".

 

Preguntas y datos para meditar y profundizar:

  • ¿Cómo se relaciona el relato con el comentario a la parashá que hemos brindado?
     

  • ¿Cómo atrae usted la venida del Mashiaj?
     

  • El pueblo
    "Habitaré en medio de los Hijos de Israel, y no abandonaré a Mi pueblo Israel."
    (1 Melajim / I Reyes 6:13)

    • De acuerdo a estas palabras del Todopoderoso, ¿cuándo termina la relación íntima que existe entre el Creador y la nación judía?
       

    • ¿Cuál es primero, el estudio de Torá o el aplicado cumplimiento de las mitzvot?
       

  • Lo prioritario
    "El estudio de Torá por parte de los escolares no ha de ser interrumpido aunque fuera para la construcción del Templo"
    (TB Shabbat 119b).
     

    • ¿Por qué el estudio de la Torá por parte de los jóvenes tiene prioridad?
       

    • ¿De cuánto vale un Templo si no hay niños y jóvenes adeptos y amantes de la Torá y las mitzvot?

De la Parashá Terumá

 

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