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       Pregunta:  Hola Ribco, 
     
    Intetare responder, 
    Este joven, que es una buena persona, lo quiero, pero todavía no estoy 
    enamorada, siento, que el abrió una puerta y me mostró que existe otra forma 
    de vida diferente. 
    Los deseos de este Judio, como todos los que conozco, son casarse con una 
    Judia (de nacimiento o convertida) y formar su familia bajo los preceptos 
    del judaísmo. O sea, el estaría de acuerdo con mi conversión, solo si lo 
    hiciera por mi y no por el. 
     
    Con respecto a su conflictiva, no me corresponde a mi el análisis, pero noto 
    contradicciones en su discursos o charlas. Al margen de esto, con cada 
    pagina que leo sobre judaísmo logro entenderlo un poquito mas. 
     
    Seria capaz de continuar hasta el fin de mis día, con todo aquello que 
    realice o practique con convicción. E intentare educar a mis hijos leales a 
    mis valores y forma de vida. 
     
    Solo esfuerzo y ninguna recompensa?, No lo creo. 
    La recompensa que puede hallar cualquier individuo en el judaísmo, se 
    encuentra en el interior de cada uno, por ejemplo, encontrar paz, felicidad, 
    amor, completitud, recuperar la esperanza, la fe, la confianza y muchos 
    sentimientos mas. 
     
    Siento que puedo hacer mías, las palabras de la conversa, dichas en la 
    personificación del Judaísmo, porque, estas palabras son de alguien que ama 
    y considero que tengo esa capacidad. Quizás esta respuesta es muy 
    superficial. 
     
    Creo y tengo la convicción, que cada individuo puede ser lo que quiera ser. 
    Yo puedo vivir y sentirme Judia, sin convertirme, este paso seria solo 
    ratificarlo.  
    Pienso que el tiempo me mostrara mi camino y dará las respuestas.  
    La causalidad de los hechos y mi destino tarde o temprano me guiaran.  
     
    Admiro su capacidad, inteligencia, respeto, tolerancia y dedicación, con que 
    responde en cada misiva.  
     
    Gracias por su apoyo. 
     
    Por favor, no publicar mi nombre o procedencia. 
    En reserva 
    País: En reserva 
    (Deben incluir en todos sus mensajes para 
    nosotros su nombre completo, el nombre de la ciudad y país donde vive)  | 
  
  
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     Apreciada mía, tenga usted Shalom.  
    Gracias por responder a las preguntas que le planteaba
    en mi 
    respuesta anterior. 
    Por lo que usted expresa en este e-mail tengo 
    la impresión no sólo de la sinceridad de sus palabras que hablan de su deseo 
    por pertenecer a la Familia de Israel, sino también de su motivación 
    positiva en relación a su joven enamorado. 
    En resumen, sus palabras resuenan en mi alma como melodía bella y 
    constructiva. 
    Sin embargo, permítame algunas observaciones. 
    Vayamos a la mitad de su misiva, allí donde usted dice: "La 
    recompensa que puede hallar cualquier individuo en el judaísmo, se encuentra 
    en el interior de cada uno, por ejemplo, encontrar paz, felicidad, amor, 
    completitud, recuperar la esperanza, la fe, la confianza y muchos 
    sentimientos mas." 
    El único motivo válido para la 
    conversión 
    Cuando usted plantea las cosas en estos 
    términos, la respuesta sería: ¿Entonces para qué quiere convertirse? 
    Entendámonos bien por favor, mi cara señora. 
    Yo comparto sus palabras "la recompensa está en el interior de cada uno", 
    pues es cierto, el paraíso y el infierno es obra de nuestras acciones en 
    vida, y del modo con que encaramos las vicisitudes diarias. 
    Pero, para construir este paraíso interior no es necesario ser judío, pues 
    nuestra Tradición sostiene con firmeza que todas las personas están 
    capacitadas para gozar de este Edén. 
    Según el judaísmo la verdadera paz la puede encontrar cualquier persona 
    respetando aquello que por herencia le corresponde respetar: 
    
      - 
    
los judíos el sistema de preceptos denominado
    
    minián hamitzvot que son 613 mandamientos, 
       
      - 
    
y el gentil (su situación, por 
    el momento) cumpliendo los 7 preceptos universales con sus derivados, 
    que se llaman
    mitzvot 
    debenei Noaj.  
       
     
    Se reconoce también que existen 
    personas gentiles cuyo espíritu está sediento para servir con mayor 
    asiduidad al Eterno, por lo cual tras los pasos necesarios pueden formar 
    parte de la Familia de Israel y hacerse cargo del cumplimiento de los 613 
    mandamientos, que han adquirido, ya que no heredado. 
    Pero, y es un pero muy grande, éste debe ser el motivo central para 
    el que desea convertirse al judaísmo: el servir con más trabajo a Dios, y no 
    otra cosa. 
    Entonces, cuando usted menciona la pertenencia al judaísmo como una clave 
    para la armonía, esperanza, fe, etc., ¿está expresando que inconscientemente 
    su deseo de conversión no es por amor a Dios y a Su servicio? ¿O está 
    mencionando alguno de los beneficios secundarios derivados del 
    cumplimiento fiel de los preceptos? 
    Este es un punto a tener muy en claro, pues cuando sea llegado el momento de 
    consultar personalmente con un rabino para su conversión, él indagará como 
    corresponde acerca de sus motivaciones, tratando de que emerjan los reales 
    motivos que subyacen al anhelo de la conversión. 
    Si el postulante a la conversión demuestra vacilaciones profundas, o motivos 
    secundarios al servicio a Dios, o inconstancia en su compromiso por servir a 
    Dios, es muy probable que su meta se aleje, o incluso sea inalcanzable. 
    Y no es por responsabilidad del rabino, o rabinos, ni de los judíos o el 
    judaísmo; sino del corazón del postulante a la conversión, que demuestra no 
    estar preparado para la misma. 
    Y aquí pasamos a otra frase de su 
    misiva: "Creo y tengo la convicción, que cada individuo 
    puede ser lo que quiera ser. Yo puedo vivir y sentirme Judia, sin 
    convertirme, este paso seria solo ratificarlo." 
    No es así mi apreciada señora. 
    No siempre se puede ser lo que se quiere ser. 
    Y tampoco el proceso formal de conversión es un paso para ratificar 
    conductas o sentimientos previos. 
    Permítame que le explique muy rápidamente ambos aspectos. 
    ¿Querer ser/hacer es poder 
    ser/hacer? 
     
    Si hoy me levanté con la idea de que quería ser el Decano en la Facultad de 
    Medicina, ¿ya por eso estoy capacitado para serlo? ¿Ya por quererlo lo soy o 
    seré? Lo dudo, pues sólo de pensar en ver un poco de sangre o un cuerpo 
    lastimado, me mareo o desmayo. Quizás mi deseo sea muy grande, entonces me 
    empeñaré con todas mis fuerzas, y haré de tripa corazón para enfrentarme a 
    las dificultades de todo tipo. Entonces, con 30 y pico de años de edad 
    debería volver a secundaria para estudiar aquello que no estudié, y luego 
    comenzar la Facultad desde cero. Hacer mi carrera, especializarme, encontrar 
    trabajo de médico (para cuando me reciba tendré unos 50 años, 
    o más), estudios de postgrado, seminarios, actualizaciones, etc. Eso 
    sin contar todo lo que deba hacer aparte de la carrera como médico, por 
    ejemplo trabajar para mantenerme, criar a mis hijos, amar a mi esposa, etc. 
    ¿Para cuando estaré en condiciones legales y académicas de 
    lograr materializar mis aspiraciones? ¿Haré realidad mi sueño alguna vez? ¿Y 
    si en el medio se me ocurre que quiero ser el Decano de Ingeniería también? 
    La realidad me demuestra que no puedo ser todo lo que quiero. 
    Reconocer los propios límites y las propias virtudes es el fundamento de la 
    real humildad, y la base para una vida de positiva construcción. 
    Tener altas metas, objetivos que nos comprometan a esforzarnos con vigor, es 
    una cosa indispensable, loable, necesaria, vital. Esta clase de metas 
    difíciles de alcanzar es uno de los secretos que explican la 
    supervivencia de la nación judía tras milenios de persecuciones. 
    Pero, tener metas imposibles, termina por ahogar el ánimo en la desesperanza 
    del nunca alcanzar la realización. Esta es una clase de meta neurótica, que 
    perturba el presente por visiones de fantasmas de otros tiempos 
    (pasados o futuros). 
    Otro ejemplo. 
    Si ahora me desperté queriendo ser francés, ¿por eso lo soy? 
    ¿Algún día me abrirán las puertas del aeropuerto de Orly y me recibirán como 
    un conciudadano? 
    Lo dudo. 
    Claro, el judaísmo no es una 
    carrera, ni una ocupación laboral, ni una religión. 
    El judaísmo básicamente es una familia que cuenta con un sistema de 
    creencias y vida que le son característicos, y es una nación con sus 
    respectivas normas y leyes. 
    Por lo tanto, la pertenencia o no a esta familia no es un asunto de 
    querencias, o de voluntades, sino de herencia, pertinencia y reconocimiento
    institucional. 
    Esto quiere decir: se es judío porque se ha nacido tal, porque no se atenta 
    contra las bases del judaísmo, y porque se es reconocido como judío por el 
    resto de los miembros de la familia o por las normas judías. 
    (Como ya dijimos en otra ocasión, el converso es heredero 
    espiritual del judaísmo, aunque no biológico. Esta herencia se 
    espiritualmente se manifiesta como adquirida al momento de formalizar ante 
    un tribunal rabínico la conversión). 
    Aquella persona que no cuenta con estos requisitos indispensables, 
    por más que quiera... no lo es... 
    Me siento, ¿por eso lo soy? 
    Como queda claro, una persona puede 
    tener sentimientos muy favorables hacia los judíos como grupo, y hacia el 
    judaísmo como fenómeno cultural o estilo de vida. 
    Una persona puede tener una adhesión fortísima hacia Israel, y todo lo que 
    representa. 
    Pero, si no ha nacido judía, o no se ha convertido de acuerdo a la halajá 
    -normativa-, sigue manteniendo su condición de gentil. 
    Condición que nada tiene de despreciable, y en el caso del filo-judío es 
    doblemente honroso el ser gentil. 
    Por otro lado, es contrario a la ley 
    y a lo ético el asumir la identidad judía sin tener derecho a hacerlo. 
    Es como si me contentara con ser médico, en lugar del Decano de la Facultad, 
    sin haber jamás estudiado ni recibido el título que me acredita. ¿Acaso 
    estaría haciendo lo correcto? ¿Estarían mis pacientes en buenas manos? 
    ¿Estoy dentro de los límites o por fuera? ¿Soy realmente médico cuando nada 
    tengo que certifique mi habilitación como tal, excepto mi fuerte deseo de 
    serlo? 
    El gentil que por su amor a Israel 
    asume el estilo de vida judío, hasta cierto punto no está pecando ni 
    representando un papel que no le corresponde. Pero, hay ciertos preceptos y 
    costumbres que son exclusivamente apropiados para el espíritu del que 
    pertenece a la Familia judía, y que de ser tomados por gentiles, redundarían 
    en daños para sí, para el prójimo, para el colectivo. 
    Por lo cual, mi carísima
    (permítame decirle amiga), no es correcto el querer 
    asumir una identidad que no se tiene. 
    Una guía 
    Para ir culminando, tomemos una 
    frase de su misiva: "La causalidad de los hechos y mi destino 
    tarde o temprano me guiaran." 
    En el judaísmo le apostamos más a la caUsalidad que a la casUalidad. 
    Es decir, se prioriza la acción basada en la razón, una que distingue 
    causas, efectos y medios; en lugar de vivir sumido en la apatía de dejarse 
    arrastrar por designios de un (inexistente) destino. 
    Por lo cual, mi querida amiga, le recomiendo que tome las riendas de su vida 
    ahora, y que ponga por delante un objetivo alto y claro, alcanzable y 
    posible, aunque difícil. 
    En lugar de esperar que el próximo paso sea dado por las circunstancias, es 
    mejor plantar y abonar el máximo campo para que florezcan las propias 
    acciones. 
    ¿Cómo se plasma esto en la realidad? 
    Pues, si luego de meditar profundamente en la cuestión de su conversión 
    formal al judaísmo, usted encuentre que es verdaderamente su opción, 
    entonces póngase en contacto personal con algún rabino de su cercanía. 
    Expóngale su situación, sea franca, sincera y leal consigo mismo. 
    Y luego, delante suyo se abrirán nuevas opciones, nuevas pistas por las 
    cuales transitar voluntariamente y responsablemente. 
    La felicidad 
    Para concluir por ahora, y hasta que nos 
    comuniquemos nuevamente, quiero dejarle un pensamiento que quizás la ayude
    (supongo que usted ya lo conoce, y lo comparte). 
    Nuestra sabia Torá nos exige: 
    
    "Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo 
    soy el Eterno." 
    (Vaikrá / Levítico 19:18) 
     
    Nuestro Sabios explicaron que esta regla 
    dorada nos enseña que el que desea amarse, debe amar al prójimo, pues nadie 
    vive para sí mismo. 
    No podemos ser felices solos. 
    Únicamente podemos serlo de veras cuando son felices aquellos que nos 
    rodean, nuestro prójimo. 
    Y especialmente, cuando su felicidad proviene de nuestras acciones en su 
    favor (pues amar es dar, como hemos reiterado
    en 
    un artículo reciente). 
    Entonces, el que busca la felicidad por sí misma, no la halla. 
    La felicidad es un subproducto, un derivado de las acciones ejercidas por 
    una vida buena y sana. 
    Por utópico que parezca, emerge de la conducta social desprovista de 
    egoísmo, y carente de deseos de recibir. 
    Así pues, nadie que espere que los demás le hagan feliz, lo será. 
    Y nadie que se deleite con el pesar ajeno, está alcanzando la felicidad; tan 
    sólo encuentra un gozo pasajero que carga en sus espaldas un abismo de 
    dolor. 
    Pero sí hallará el placer de la felicidad cuando se despreocupe de sí, y se 
    entregue al prójimo valorándose a sí mismo. 
    ¿Qué tiene que ver esto con usted? 
    Como le dije, por sus palabras me parece encontrar en usted una persona de 
    hermoso espíritu, alguien de valor difícil de encontrar (ver 
    Mishlei / Proverbios 31:10 y siguientes). 
    Pero, por sus palabras también percibo un dejo de sufrimiento, de oscuridad, 
    de algo que no puedo describir pero que usted quizás comprende a qué me 
    refiero. 
    Ahora bien, ¿lo que está teniendo con su joven enamorado, le resulta de 
    verdadera felicidad, y de felicidad duradera? ¿O es sólo el aroma fragante 
    del enamoramiento, que al pasar deja un recuerdo marchito?  
    ¿Su felicidad, (es decir, la del joven de sus amores), 
    se encuentra en mantener una relación sentimental con él, o dejarlo partir? 
    Yo no lo sé, ni puedo responderle. 
    Pero, mucho depende de lo que usted se conteste a estas cuestiones, que 
    quizás son más relevantes que el de la conversión o no. 
    Quedo a su disposición, y cuente conmigo para 
    que pueda ayudarle en su camino a la felicidad. 
    Si este texto le ha sido de provecho, no 
    olvide que este sitio se mantiene gracias a SU colaboración 
    económica. No cierre su mano, y abra su corazón bondadoso. 
    Iebarejejá H' - Dios te bendiga,
    y que 
    sepamos construir Shalom 
     Yehuda Ribco  
    comentario@serjudio.com?subject=Rap1736  |