Judaismo conversion Israel Mashiaj Tora Dios amor paz

 

 Lic.  Prof. Yehuda Ribco (Nisan 18, 5762 - 30/3/02)

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BeShem H' El Olam


 Respuestas a Preguntas
// Pesaj // Modos // Judíos          

 El quinto hijo interior

Claves: Pesaj, Seder, Hagadá, Hagada, hijos, cuatro, sabio, perverso, rebelde, tonto, simple, preguntas, asimilación.

judíos preguntas respuestas mashiaj hamashiaj fiestas jaguim shabat shabbat rezos plegaria Dios  ...escuché que en la actualidad se debe tomar en cuenta a un quinto hijo en la Hagadá, que es el que no está en el Séder, el que en general se aparta del judaísmo y se asimila, ¿de dónde se saca esta idea?...

Stephen M.
USA

(Incluiremos el e-mail del remitente que no nos escribe su nombre completo, el nombre de la ciudad y país donde vive)

Shalom, jag sameaj.
Gracias por participar con tan oportuna e interesante cuestión.

Yo también había escuchado de este invento moderno del quinto hijo, y realmente no tengo idea de dónde surge, ni en qué fuente de la Torá se basan para insertarlo en el pensamiento del judaísmo. Lo más extraño, al menos para mí, es que sean personas respetuosas de la Torá y las mitzvot los que más hablan de este hijo que no está en la Hagadá.
Y le voy a explicar qué tiene de extraño.

Tomemos la Hagadá y leamos: "Kenegued arbaa banim dibera haTorá... - De cuatro hijos habla la Torá".
Es decir, las cuatro personalidades referidas en el Séder ¿son una creación de los Jajamim -Sabios-, o se basa en palabras tomadas directamente de la Torá?
La respuesta es evidente, es la Torá la que nos brinda los cuatro tipologías de hijos, es decir, de judíos.
No son hijos reales de cada familia.
No son hijos presentes necesariamente en torno a la mesa del Séder, porque la Torá no los introduce a los cuatro hijos/tipos en conjunto, sino en diversos lugares/textos.
Por lo que podemos comprender que representan categorías de modos intelectuales/vivenciales de relacionarse con el judaísmo.
Como toda categoría/etiqueta que refiera a personas, son entidades ideales, por lo que es bastante improbable que hallemos a una persona que sea exactamente tal cual es descrito por ella.

Este presunto quinto hijo no es mencionado en la Torá. ¿Acaso en épocas de Mitzraim no hubo asimilados a otras culturas? Sabemos que sí, pues tal como está enseñado, tan sólo un quinto de los Hijos de Israel tuvieron el mérito de ser redimidos, pues los otros cuatro quintos ya estaban asimilados a Mitzraim.
Este quinto hijo o es reconocido por lo antiguos Maestros. ¿Acaso en épocas de los Tanaim o los Amoraim o los Gueonim, etc., no existía la asimilación y las herejías? Sabemos que sí, y el Sidur en la Amidá diaria no lo recuerda con la berajá Velamalshimin.
En nuestra época que la nueva Shoá  de la asimilación nos atenaza, ¿debemos nosotros introducirlo alegremente? Mi modesta respuesta es que no. No es necesario, tal como no lo fue en generaciones previas.
Y si decimos que no es necesario, no lo hacemos por aferrarnos a tradiciones o a viejos esquemas, sino porque leemos con atención lo que la Hagadá presenta de cada uno de los cuatro hijos.
Leamos una breve descripción y encontraremos que el hijo apartado, el que se asimila, el indiferente a su identidad judía, ya está hace siglos en el texto que recibimos de nuestros mayores.

El sabio: está interesado en investigar, en indagar, en profundizar, en ampliar, en conocer, en acatar, en recibir, en transmitir.

El rebelde/perverso: se excluye de la comunidad y niega a Dios y la Tradición. No comparte los hábitos de la familia, se burla, reniega e incluso usa la violencia. Suele ser muy perspicaz, aunque por razones emocionales prefiere ser duro de entendimiento como una piedra.

El simplón: Recibe y acata, sin preguntar nada más que lo llano y accesible sin esfuerzo.

El que no sabe preguntar: es un misterio, pues no habla. A este tipo hay que conducirlo con cuidado, pues es el más próximo al tipo perverso.

Ahora que los tenemos delante nuestro, ¿es difícil descubrir entre éstos al hijo que se aparta de la familia y se introduce de lleno a otras culturas y tradiciones? Es decir, el que los inventores modernos llaman "quinto hijo".
Pues, es bastante fácil.
El que busca la asimilación, a simple vista, es el segundo hijo.
Lo único que le interesa del judaísmo es como no estar relacionado con él.
Éste es el que toma la bandera de la asimilación y la porta como un emblema por el cual luchar y morir en batalla.
A este tipo se lo debe tratar con firme determinación rayana en la agresión, por su bien, y por el de sus hermanos.

Pero, seamos un poco más sagaces y descubramos a otro posible hijo asimilado.
¿No lo reconocemos en el cuarto hijo?
Un hijo que como dijimos es un misterio, pero, su apatía, su falta de motivación, su indiferencia manifiesta en su silencio; ¿no nos recuerda al que se asimila por falta de interés y vigor por encontrarse a sí mismo en su esencia?
Pues, también está el que se asimila pasivamente. El que se deja llevar por la corriente. El que fluye en dirección de los demás.
Por poseer un fondo similar al del hijo perverso, es que se le comienza instruyendo con el mismo versículo que aquel, aunque sin exigirle más allá de sus escasas fuerzas.
¿No es la indiferencia y la abulia un camino más resbaloso que el hacerse portador de la asimilación?
Pues, al hijo perverso se lo reconoce como tal, y se lo puede intentar de corregir.
Pero, al que en silencio se extravía, ¿cómo liberarlo de su tibia sordidez?
Sin dudas, este cuarto hijo, es un mejor modelo de "quinto hijo" que el que propugnan los reformadores religiosos de la Hagadá.

Y el tercer hijo, el simplón, el ingenuo, el que recibe y no indaga, ¿no puede ser un prototipo de persona judía asimilada?
Recibe y hace.
Recibe y hace.
Recibe y hace.
Un día, recibe un mensaje diferente, y hace.
Al día siguiente recibe el mismo mensaje distorsionado, y vuelve a hacer.
Y no critica. Vive en la nube de su simplicidad intelectual.
Y un día le dicen que Dios se hizo hombre y murió para salvarlo de sus pecados, y el hijo simple lo recibe, cree, y hace conforme.
Y al día siguiente le dicen que en verdad la Torá es un cuentito bastante deplorable, y que lo más importante es ser buena persona y no preocuparse por las mitzvot, y el bonachón del simple recibe, no procesa la información, y hace lo que no es correcto.
Y otro día le dicen que las tradiciones ya fueron, que ahora todos somos liberales, humanistas, intelectualoides, existencialistas, newagers, etc.; y el nublado hijito, toma, se cree liberado y cae en la esclavitud de la carencia de identidad y raigambre.
¿Está muy lejos el tercer hijo de ser un modelo del "quinto hijo"?

Ah, pero el primer hijo, el sabio, ese seguramente que no será un asimilado a otras culturas.
Pues, también el sabio puede trastabillar hacia donde su hermano el activo en la rebeldía cayó, su hermano el pasivo fue arrastrado, su hermano el incauto fue conducido.
¿Cómo, si es sabio? ¿Puede un sabio errar?
Bueno, obviamente que cualquier humano yerra, incluso el sabio.
Y también el sabio puede ser asimilado.
Prestemos atención a lo que pregunta este hijo en la Hagadá: "¿Qué son estos testimonios, y decretos y juicios que les ordenó nuestro Dios el Eterno?"
Dice: "les ordenó", y no dice "nos ordenó".
También en él anida el deseo natural (del Ietzer HaRá -tendencia a lo negativo-) a la disgregación, a la dispersión, a la separación.
Sin embargo, no es un hijo rebelde, pues reconoce a Dios, y que es "nuestro Dios", dice "nuestro", y no dice "vuestro". Esto es lo que lo ubica en una posición diametralmente opuesta al del hijo rebelde.
Pero, vimos como este hijo también está en riesgo.
Por lo que debemos hacer: "Entonces tú dile las normativas de Pesaj, que no se añade luego del Afikomán".
Esto se puede traducir como: hijo, tu eres un alma inquisitiva, noble, atenta; pero, reconoce que hay normas y límites, si los transgredes en pos de tu búsqueda, en lugar de andar por los camino de la corrección, te apartas y te pierdes.
Si el hijo sabio, es sabio por demás, es decir, por creerse tan especialmente dotado pretende eludir lo que está establecido y reglamentado, terminará en el mundo de la asimilación también.
Y no por pasividad, o actividad negativa, o modorra, sino por buscar estrellas con un microscopio.

Como podemos comprender, todos estamos en el péndulo que nos aproxima a la asimilación, o a fortificar nuestra identidad. Pues, todos somos parte de uno o más de un de estos tipos de hijos, de judíos.
Piense y reconocerá en estos hijos a aquel amigo que se casó con una gentil, o al que no le hizo la circuncisión al hijo, o al que sostiene la bandera de reformismos que atentan contra lo tradicional e identificatorio, o al que cree en la idolatría, o al que hace lo que lo demás, o al que por mucho meditar perdió la ruta, o...
El quinto hijo está en nosotros, a nuestra mesa... ¿por qué señalar al prójimo en lugar de inspeccionarnos a nosotros mismos?

Sus comentarios son bienvenidos, y recuerden que quedo a las órdenes.
Les deseo que pasen un
Pesaj Casher VeSameaj
I
ebarejejá H' - Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom

 Yehuda Ribco

 

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