¿Un mundo perfecto?

Por algún motivo la gente cree que porque el Dios es perfecto, entonces todo en la creación es perfecto y adecuado a su momento.
Pero… ¿esto es lo que el Creador nos dice?

Veamos:

«Elohim vio todo lo que había hecho, y he aquí que era muy bueno. Y fue la tarde y fue la mañana del sexto día.»
(Bereshit/Génesis 1:31)

Pues, NO.
El creador NO evalúa Su creación como perfecta, sino como que lo que había hecho era muy bueno.
Desde aquí es evidente que hay una divergencia (podríamos suponer que infinita) entre la perfección y lo que fue hecho muy bueno.
Perfecto Dios.
Muy bueno, lo que Él hubo creado y hecho al momento de la creación.

De paso, perfecto solamente puede ser Dios, pero no su creación.
No lo explicaré, lo dejaré como un pensamiento para que elabore quien quiera y pueda.

Por otra parte, el mismo Autor Divino nos confirma este hecho:

«Y Elohim bendijo y santificó el séptimo día, porque en él cesó de toda Su obra, que Elohim creó para hacerse.»
(Bereshit/Génesis 2:3)

Su obra cesó al concluir el lapso que Él estableció para la Creación.
Podríamos pensar que entonces la obra fue cerrada.
Sin está escrito con claridad que dejó insertó en el universo tarea para que fuera completada.
Esto puede manifestarse a través del desarrollo del potencial escondido en el universo, y que puede manifestarse también gracias al trabajo de la evolución, o de algún otro mecanismo que posibilite tal despliegue del potencial.
Esto, desde un punto de vista natural, que no precisa de la intervención voluntaria de nada ni nadie, sino simplemente el desenvolvimiento “natural” de lo que está esperando a suceder.
Pero existe también otra forma de que se haga aquello que fue creado y permanece en potencial, y es a través de la intervención del Hombre.
Es por ello que, también, el Creador dijo:

«Entonces dijo Elohim: ‘Hagamos al humano a nuestra imagen, con nuestra semejanza, y dominará sobre los peces del mar, y las aves del cielo, y las bestias, y en toda la tierra, y sobre todo animal que se desplaza sobre la tierra.’»
(Bereshit/Génesis 1:26)

¿A quién dijo “hagamos”?
Pues, al mismo ser humano que estaba creando en ese momento.
Dios le dio al Hombre espíritu, la materia para el cuerpo y un ecosistema muy bueno –aunque no perfecto-; esa fue Su parte en el ”hagamos”.
Luego, es el Hombre quien debe de hacer SU parte, que es suya y no de Dios.
Es la persona, todos y cada uno de nosotros, quienes debemos asociarnos a Dios y hacer lo que nos corresponde; porque de esa manera estamos cumpliendo una de nuestras misiones en la vida: ser socios del Creador para que el universo manifieste todo su potencial y no solamente aquello que fue creado y lo que evolucionó naturalmente de ello.
¿Se entiende el asunto?
Espero que sí, pero si no se entiende, por favor preguntar que trataré de expresarme más claramente.

Pero, tenemos un pequeño problema, el hombre NO ES perfecto, infinitamente lejano está de la perfección.
Aunque, por definición es parte del “muy bueno” original, aquel con el que fue calificado el proceso creativo por parte del Creador.
Siendo así, cuando nos ponemos a hacer nuestra tarea para perfeccionar el mundo, estamos logrando también perfeccionarnos como individuos y especie.
Podemos llevar a la Creación a una escala más elevada en la infinita carrera rumbo a la perfección; o podemos hacer lo contrario, pues está en nuestra capacidad también perjudicar el desarrollo y oscurecer la LUZ.
De nuestras acciones depende.
No somos responsables del resultado final, ni todo está sobre nuestros espaldas.
Pero, la tarea de cada uno, es de cada uno.
No del vecino, ni del padre, ni del hijo, ni de un salvador, ni de los ángeles, ni de la naturaleza, ni de Dios.
¿Comprendes?

Ahora, ¿cómo hacer cada uno su parte en esta tarea sagrada?
Por supuesto que absolutamente con nada religioso, pues la religión es un invento del EGO para oprimir a la persona y la sociedad y mantenerla apartada de la LUZ espiritual.
Pero absolutamente SÍ con el cumplimiento de los mandamientos que corresponde a cada uno:
los siete mandamientos universales para cada gentil de la humanidad;
los preceptos que correspondan de los 613 a cada judío y judía.

Todo ello se puede resumir en una frase sencilla pero poderosa: construir SHALOM.
Se logra con lo antedicho, pero se esquematiza con pensamientos, palabras y actos de bondad Y justicia.

Sin embargo, esto no es suficiente para lograr la evolución hacia la perfección de la Creación.
Cada uno de nosotros debe encontrar el área de actividad que permita desarrollar una porción de la realidad.
Repito que esto no es un asunto de religión, porque entonces sería lo contrario a la Divina Voluntad.
Tampoco es algo metafísico o paranormal, como creer que con ensalmos, amuletos, lectura de libros antiguos o cosas por el estilo se consigue hacer su parte en la asociación con el Creador.
Es algo concreto, práctico, cotidiano.
El científico haciendo ciencia, el médico curando, el comerciante comerciando, el agricultor trabajando la tierra, el filósofo elaborando ideas que puedan liberar el potencial de la persona, el padre criando, la maestra enseñando y así cada uno en lo suyo, con el ánimo firme de ser socio del Creador, construyendo SHALOM con confianza y verdad.

El mundo no es perfecto y nunca lo será, ni siquiera en la Era Mesiánica.
Ni esté en los planes del Creador que lo sea.
Pero es perfectible y en una buena medida depende de ti.

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